El cuento de Palomares

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  Volviendo sobre las viejas películas de James Bond,  ahora que el año pasado se cumplieron 50 años de su debut cinematográfico con Dr. No, me detuve a ver lo que fue la cuarta película de James Bond, que se llamó Thunderball  (La Operación Trueno) estrenada a finales del año 65, en diciembre del año 65.  Allí, el villano era el actor italiano, Adolfo Celi, que tenía un parche negro en el ojo. Otra villana italiana, Lucciana Paluzzi, venía a seducir a Sean Connery, (James Bond). Pero la chica de la película, era la francesa, Claudine Auger, que en la película se llamaba Dominó. -Recuerdo, yo era muchacho, y a más de uno enloqueció el traje de baño de Domino-. La trama: Se roban unas bombas nucleares, las depositan en el fondo del mar y de allí las rescatan los villanos de SPECTRE.

  Ocurrió que unos cuantos días después, en Enero del año 66, dos aviones de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, chocan sobre el cielo de España y venían cargados con bombas atómicas. Caen las bombas atómicas al mar, y no resultó tan fácil rescatarlas y ubicarlas como en la película del 007.

  Manolo González, un vecino, un lugareño del pueblo de Palomares, al sur de España, dice que estaba parado afuera cuando escuchó tremenda explosión.

  “Miré hacía arriba y vi esta enorme bola de fuego cayendo del cielo. Los dos aviones se estaban rompiendo en pedazos”.

  González vio una de las mitades del bombardero caer a tierra cerca de la escuela elemental del pueblo, donde su esposa estaba dando clases.

  “Atravesé el pueblo volando en mi motocicleta. El avión casi alcanza la escuela”.

  De hecho, nadie del pueblo murió aquella mañana, en lo que los habitantes consideran la única parte positiva de la historia. Porque tantos años después, las bombas como que siguen allí en el fondo del mar.

  En 1966, en Palomares sólo había un teléfono y no había agua corriente. Era la España pobre, la España que migraba, por ejemplo, hacia Suramérica, ahora somos los “Sudacas”, pero eso, es otra historia.  Sin embargo, sobre aquella región abandonada del progreso, volaban los aviones más modernos de la flota norteamericana. Era la cúspide de la Guerra Fría. En una operación bautizada Chrome Dome, Estados Unidos mantenía entre 12 y 24 bombarderos B-52 armados con bombas nucleares en vuelo las 24 horas del día, en un intento por evitar un primer ataque de parte de la Unión Soviética.

  Pasado el tiempo, aparentemente, no ocurrió nada, no hubo mayor filtración del plutonio que tenían las bombas. Además, Estados Unidos nunca dijo que cantidades de plutonio tenían estas bombas atómicas. Afortunadamente, no explotaron, y al parecer, tampoco se filtró la radiación. Pero las bombas están allí, y en algo, siempre han afectado a los habitantes de Palomares.

   Están pensando, hoy en día, ya en el siglo XXI, hacer un museo para recordar el incidente. Un museo que puede tener la forma de un gigantesco avión B-52. En todo caso, se mueren de la envidia, porque Marbella que está al lado, siempre tuvo más éxito con el turismo.

  Por aquellos días, el director griego Costa Gavras, hizo una película, El día en que salieron los peces, inspirado precisamente, en el suceso de Palomares. Sólo que en la película de Costa Gavras, sí se soltó la radiación y los peces salieron a la superficie, todos ellos muertos.

  Afortunadamente en Palomares, todavía se bañan en el mar.

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