“No hay que olvidar que Maduro tiene el drama del heredero”

Entrevista publicada en prodavinci.com

Por Hugo Prieto

Hay una crónica construida con los titulares de prensa, con la información de los periódicos, pero no es cualquier crónica. El comentario, con visos editoriales, es cortesía de César Miguel Rondón, un periodista que le ha tomado el pulso al país desde hace 26 años en su programa de radio. Como punto embrionario, estos editoriales aparecieron bajo un sello diferente, Entre líneas, cuya sola evocación, advierte la pista de una lectura más proclive a hurgar, con insaciable curiosidad, las sombras y las tenues atmósferas de los personajes que aparecen en el reparto esta película llamada Venezuela

La prensa capitalina, con sus cabeceras independientes, además de los diarios oficialistas, “ofrecen una perspectiva de dónde está el acontecer realmente y hacia dónde van a enfilar las cosas; ese es el criterio para seleccionar el comentario”, dice Rondón. No sólo hay solvencia profesional y olfato periodístico. Hay un elemento clave. “No es que llego a Helsinki y escudriño en los diarios de Finlandia. No, no, no… yo vivo en Venezuela, yo soy un ciudadano venezolano, yo sufro las calamidades del día a día, cuando hablo de la falta de medicinas es porque este que está aquí es hipertenso y no consigo el medicamento, yo también vivo la trama de esta película, lamentablemente muy trágica”.

Una precisión de la radio propuso un cambio de nombre, así fue como Entre líneas se convirtió enLa noticia del día, pero también hubo énfasis en elegir la “noticia fundamental”. La acumulación de una gota y otra formó un charco, quizás un tsunami, en forma de libro, cuyo título es País de Salida (Bitácora de la debacle), fiel reflejo de los tres años de gestión del presidente Nicolás Maduro (2013—2015).

Claramente se ven en el libro las líneas continuas de esa trama. Una de ellas es el acto electoral. 20 elecciones en 17 años. Sin embargo, el mecanismo del voto no ha servido como fórmula para resolver los problemas. A lo más que ha llegado es a posponer una solución. ¿A qué atribuye ese hecho?
Hugo Chávez, que era un individuo autoritario, creo que tiránico, utilizó el proceso electoral como una suerte de gran fachada. Y lejos de que la elección fuese un elemento puntual: gobernaciones, alcaldías, parlamento, presidencia de la República, empezó a saturarnos desde el famoso referéndum que llevó a la constituyente. Le fue muy bien, tanto en el país como en el exterior, entre otras cosas porque Chávez ganaba elecciones y tenía una mayoría importante en el país. Las voces disidentes advertíamos este señor está violando la Constitución en esto, pero a efectos del exterior, por ejemplo, ¿Qué nos decían? A este señor que usted critica lo quiere la gente y votan por él. Pero era falso, porque Hugo Chávez nunca respetaba los resultados electorales.

Ganaba elecciones, ¿no?
Cuando Chávez aparece en TV, desencajado y con los nudillos enrojecidos, luego de la famosa victoria que él mismo calificó de ‘mierda’ (2 de dic., de 2007), a propósito del referéndum para la reforma constitucional, el pueblo le dijo que no. No queremos la reelección indefinida, no queremos el proyecto de las comunas, no queremos el socialismo. ¿Qué hizo Chávez? Comenzó a desconocer el resultado. Pierde la elección para la Alcaldía Mayor de Caracas y nombra a Jaqueline Farías como jefa del gobierno del Distrito Capital; pierde Cabello en Miranda y le inventan el protectorado de la Corporación de Miranda y así sucesivamente (Lara y Amazonas).

¿Hasta llegar a la Asamblea Comunal?
Sí, ellos nunca han respetado el resultado electoral. Nunca han respetado elecciones. Para Hugo Chávez eran exactamente un parapeto, que le daba resultados. ¿Qué es lo que ha ocurrido el 6-D? Bueno, chico, perdieron. Alberto Barrera lo resumió de forma muy inteligente, en uno de sus artículos. Volvió la alternabilidad. Bueno, perdieron. Pero es que las elecciones son para eso, ¿No?

Otro de los temas es el desmoronamiento de las instituciones. Y una que sale muy marcada en el libro es la institución militar. Tenemos una fuerza armada adherente a una parcialidad política, en la que el almirante Molero, por ejemplo, llega a ser ministro de la Defensa, siendo el penúltimo de su promoción. ¿Qué reflexión le merece lo que allí ocurre?
Evidentemente, nosotros hemos tenido 17 años de gobierno militar. Por eso sería absurdo que los militares dieran un golpe de Estado. Aquí quienes han gobernado son ellos. La lógica de Hugo Chávez era quebrantar. No sólo la Constitución, recordemos que salta a la historia con la fallida intentona del 4-F, sino que una vez que logra conformar la constituyente, a su imagen y semejanza, ¿Qué hace? Acaba con las Fuerzas Armadas para crear la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. La Armada desaparece, al igual que la Fuerza Aérea y se convierten en componentes de la nueva institución militar. De manera tal que sólo hay una instancia donde él era la única voz militar. Todos los presidentes civiles eran comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y delegaban funciones en el ministro de la Defensa, eso se acabó. Por eso la actual Constitución va a tener un problema cuando se elija a un presidente que no sea chavista.

Pero no se llegó a ese punto de la noche a la mañana, digamos que fue por etapas, ¿no?
Se deshizo de los militares institucionalistas, ortodoxos, tradicionales, para lo cual le sirvió de perla el golpe de Estado (abril de 2002), ¿Y qué ocurre a partir de ese momento? La Fuerza Armada siempre había sido meritocrática. El que fue alférez mayor, sería el primero de su promoción y seguramente iba llegar lejos. Pero la defenestración suponía salir de los mejores, ¿qué quedaba entonces? Acudir a los peores. Hugo Chávez invirtió las reglas, quiebra la institución meritocrática, y empieza a poner a sus leales que, como no tenían méritos para llegar ahí, lo asumen como dádiva, yo tengo que estar agradecido, yo tengo que ser más sumiso que nunca. Allí empieza el empastelamiento, que finalmente llega hasta la perversión. ¿Cuál fue el primer gran hecho de corrupción de Hugo Chávez? El Plan Bolívar 2000. Ahí empieza el desmadre. Eso es lo que permite, por ejemplo, que el penúltimo de su promoción llegue a ser ministro de la Defensa.

¿Qué decir de las investigaciones que adelantan las autoridades de Estados Unidos, donde aparecen militares venezolanos vinculados al tráfico de drogas?
¿Por qué esos generales, que han llegado a ser multimillonarios, también se meten en el tema de la droga? Es lo que yo no me explico. Yo no soy millonario y desconozco como funcionan esas cuestiones, pero quizás por eso es que la avaricia es un pecado capital. No sé. Pero eso permite ver cómo unas Fuerzas Armadas que funcionaban con una estructura, con una institucionalidad, terminan convertidas en un relajo.

Si el gobierno de Chávez era de corte militar, el de Maduro lo supera. Hay militares en todas las esferas del gobierno y la administración pública.
No hay que olvidar que Maduro tiene el drama del heredero. El tipo que llega con el complejo de que él no hizo la obra. El viejo Ford crea ese imperio del automóvil; pero la descendencia empieza a meter la pata, quizás porque no tenían ningún mérito, ningún conocimiento de cómo fue que se consolidó el hecho. A mí no me cabe duda de que Hugo Chávez viaja desde La Habana para ungirlo como el heredero. Chávez sabía que si no lo hacía así, ¿por qué lo iban a creer Cabello, Jorge Rodríguez, Bernal, Arias Cárdenas? Era una manera de decirles: ¡Señores, a obedecer a este! Maduro empieza a llenarse cada vez más de militares que por alguna razón empiezan a quitarse el uniforme ¿A ti no te ha llamado la atención que a Rodolfo Clemente Marco Torres nadie le dice general? ¿Qué al ministro de la Alimentación, Osorio, nadie le dice general? No, recuerda que esos señores son generales y por esa razón es que están allí.

¿Aunque no tengan méritos profesionales?
Ya comentamos el caso del penúltimo como una anécdota. Pero hay un agravante muy feo, porque al no tener méritos institucionales se convierten en una camarilla en la complicidad, una camarilla en el delito. Sólo así tú puedes entender que no tengamos cuentas en el Banco Central de Venezuela. Sólo así tú puedes entender cómo una familia de cuatro hermanos, según el extraordinario trabajo que publicó Lisseth Boon, se hizo con miles de millones de dólares porque un militar, (Carlos) Rotondaro, está manejando el Seguro Social.

¿Y PDVSA? La industria petrolera está expuesta a fenómenos meteorológicos (la puede paralizar un rayo), pero también se ha convertido en una caja negra, en un botín para obtener prebendas.
Se conoció recientemente, en un trabajo publicado en The Wall Street Journal, el caso del primo de Rafael Ramírez, el señor Diego Salazar. Dos empresarios españoles vienen a Venezuela, en el comienzo de la crisis eléctrica, esperanzados porque tienen una reunión en el Hotel Marriot con el presidente de PDVSA, para hacer una negociación por el orden de 1.500 millones de dólares. Cuando llegan no está el señor Ramírez sino el señor Salazar, todo esto según el testimonio deThe Wall Street. Dice Salazar, no, no va llegar el señor Ramírez. No vamos a hablar de eso ahorita. Son 150 millones de dólares de entrada, si no están de acuerdo, se regresan al aeropuerto. Curiosamente estos casos de corrupción son los que terminan con los famosos <bolichicos>, con Derwick y asociados.

Un rayo provoca un incendio en las refinerías así como un pájaro provoca un corte descomunal de electricidad. ¿No son demasiadas casualidades?
Hay algo más grave: Estalla Amuay. Va Hugo Chávez y en medio de un poco de muertos y de la refinería incendiada, se le sale esa frase tan infeliz: <el show debe continuar>. Resulta que no se asume la verdad del asunto, el problema de los seguros, porque la refinería no estaba debidamente asegurada. De modo que esto tiene por detrás otro escándalo de corrupción. Entre una cosa y otra empiezas a ver y bueno, le cayeron a mandarriazos a lo que estaba en pie para robarse lo que estaba allí. Es como los famosos ladrones del desierto, los bereberes, que le cortan el dedo a sus víctimas para quitarles el anillo que no puede salir. Dale un vistazo al libro de Tablante y Tarre El gran saqueo y verás que es así. ¿Hablas de institucionalidad? El gran reto que tienen los venezolanos es rescatar la institucionalidad. No tenemos país, sino un mazacote de corrupción y resolver eso es un trabajo largo.

Otro tema es la caja de resonancia del proceso electoral de 2013. La estrechísima victoria de Nicolás Maduro y lo que significó la opción de La Salida, la represión y la violación de los Derechos Humanos.
Vuelvo a citar a Alberto Barrera: <Este gobierno lo tiene todo en contra, menos a la oposición>, no porque la oposición haya hecho un pacto clandestino, sino por sus propias torpezas terminaban siempre afianzando al gobierno. El golpe de Estado (2002) La huelga de PDVSA (2003). Uno sirvió para defenestrar a las Fuerzas Armadas y otro para defenestrar a la principal industria del país. El disparate de la abstención (2005). Todas esas opciones estaban marcadas por la impericia, siento yo. Estaban marcadas también por el desespero. Una de las grandes características del liderazgo político es que mira al largo plazo. Es lo que hizo Betancourt cuando escribió el Manifiesto de Cartagena. Pero nuestra dirigencia política, al menos a la que le tocó enfrentarse a Hugo Chávez, nunca tuvo esa visión. De ahí que todo fuera inmediatista. Del apuro sólo queda el cansancio, reza el viejo refrán. Bueno, nos quedó el cansancio, nos quedaron presos y muchos muertos.

Eso provocó un duro resquebrajamiento en la oposición.
Cuando arranca 2014 viene todo ese proceso: La Salida, la prisión de López, María Corina pidiendo la renuncia. Ellos se enfrentan a un señor que en ese momento pasa a ser mal visto, Henrique Capriles, quien decía lo que hay que hacer es trabajar para las parlamentarias. ¿Cómo vamos a esperar a las parlamentarias? Se va acabar el país. Siempre el Apocalipsis era para pasado mañana. Poco a poco se cohesionan las fuerzas políticas, a pesar de las grandes diferencias, porque las cosas son así, se logra la tarjeta única y se presenta ante el país. Allí está el éxito del 6-D. El más grande que ha tenido la oposición en 17 años. Así como Hugo Chávez no se sentó a hablar con la oposición en medio de la huelga de 2003, Maduro hizo algo peor ante las manifestaciones que hacían un llamado de consciencia. Maduro resultó un tirano, un sátrapa. La represión que desató Maduro fue vil, feroz, horrible. ¿Cómo es posible que todavía haya jóvenes presos en <La tumba>, en Plaza Venezuela? Al error político se sumó la insania, la maldad, por eso es bueno detenerse en las elecciones del 6-D, porque señala el camino democrático, el camino de la paz, y no me puedo equivocar. De lo contrario sale el monstruo y la maraña esta.

El trasfondo de los 124 comentarios editoriales no es otro que la profunda e indetenible crisis económica y la discrepancia o disparidad de declaraciones de las autoridades que se ocupan de esos asuntos. Ramírez organizaba un show room en Nueva York, para vender las bondades del modelo, mientras Merentes reseñaba la desaceleración de la economía y la alta inflación.
Nada de eso llegó a nada. Las razones reales por las cuales haya salido Ramírez del gobierno, no sé si son, como algunos atribuyen, por problemas internos o por corrupción, no sé, pero en todo caso su propuesta económica no fue para ningún lado. Se gastó un dineral para persuadir a la gente sobre el aumento de la gasolina. Más nunca se tocó ese tema. Y Merentes, bueno, te invito a que hagas un ejercicio. ¿Desde cuándo no sale Merentes en la columna <Saco de gatos> de la revista Zeta? Desaparecieron y hay mil cosas que hay que preguntarse.

¿No será que la sumatoria de los comentarios editoriales y la secuencia de hechos enumerados en esta entrevista, explican los resultados del 6-D?
Claro, por supuesto. Si por algo perdieron fue por amenazar, por amedrentar, por el enfrentamiento. Yo creo que el país está buscando un sosiego. Pero todo esto, en efecto, explica el 6-D.

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