Papelón Michelin

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Todavía está muy fresco el recuerdo del papelón en las entrega de los Oscars, y todavía a propósito de ese recuerdo, también está fresco el no menos penoso papelón en la entrega del Miss Universo. Pues bien, resulta que no es solo el Miss Universo que tiene sus momentos incómodos, no es solo el Oscar el que tiene sus momentos incómodos. Resulta que en el más alto mundo de la gastronomía, donde reina la guía Michelin que tiene siempre la última palabra, allí también hay sus piscas.

Lea usted esta historia.

Para Veronique Jacquet, todo comenzó hace unos días cuando sonó el teléfono de su pequeño restaurante.

La dueña de Le Bouche a Oreille, ubicado en la ciudad de Bourges, en el centro de Francia, levantó el auricular.

«Llamaban de una estación de radio local. El reportero nos dijo que habíamos ganado una estrella Michelin. Obviamente estaba en shock, totalmente en shock», le cuenta Jacquet a la BBC.

«Le respondí: ‘Es imposible, imposible'», dice entre risas.

«Es imposible que alguien como yo, la dueña de un humilde restaurante como el mío, haya ganado una estrella Michelin».

Y es que Jacquet describe su establecimiento como un lugar para la clase trabajadora de la zona.

De hecho, cuando uno ve la fotografía que dice Bar  Le Bouche a Oreille, uno dice, es un restaurancito de carretera como cualquier otro. Lo cierto es que para los efectos del mundo gastronómico se trataba del primer puesto de comida callejera en recibir una estrella de la exclusiva guía gastronómica Michelin.

Dice la reseña de la BBC:

Pero esa llamada no sería la última. Más periodistas y medios de comunicación la empezaron a contactar. El teléfono no paraba.

«Esto no me puede estar pasando a mí, pensaba».

Curiosamente, la llamaron de una brasserie en la región francesa de Essonne, en la ciudad de Boutervilliers, en el norte del país.

El nombre de ese restaurante tenía la clave para entender lo que estaba pasando: el restaurante se llama igual que Le Bouche a Oreille.

Y luego llegó la llamada de un miembro del equipo que otorga el reconocimiento gastronómico más importante del mundo.

¡Ups! ¡Excusez-moi madame. C’est un papelón! Nos equivocamos. La estrella Michelin no era para el restaurant callejero de Veronique Jacquet sino para el restaurant Boutervilliers. Ambos restaurantes no solo comparten el mismo nombre, sino que están ubicados en una calle con el mismo nombre, solo que en diferentes ciudades. Por ello el error de la guía Michelin.

Resulta que el menú de la señora Veronique es de 13 dólares. El menú del otro restaurantes un poquitico más caro.

Ahora, ya lo sabe, la señora Veronique está contenta más de uno la ha ido a ver también.

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