Locademia de dirigentes – Carlos Raúl Hernández

Por: Carlos Raúl Hernández

Estos episodios tendrían que figurar en la Antología de lacarlos raul picaresca y el costumbrismo

Una espeluznante expresión de desconocimiento del libro primario es la pregunta retórica… «¿por qué ayer no y hoy sí?» (a propósito de la ¡calle, calle, calle!). El momento es la esencia de la política, contra lo que repiten semi ilustrados e ingenuos persuadidos de que la lucha por el poder consiste en lanzar denuncias y mentadas de madre sin horario ni fecha en el calendario. Las estrategias civiles y militares no son lunas de miel y el tiempo si cuenta (la mágica correlación de fuerzas solo existe en el momento), y hasta acciones de destino improbable triunfaron gracias a la «anatomía de un instante» que dice Javier Cercas, el flash en el que el adversario distrajo la guardia, descubrió las partes blandas y le encajaron el golpe. El proyectil que pasó a dos centímetros de la cabeza de De Gaulle falló por microcentésimas de segundo. El momento contó, por lo menos para el General.

Hay que exigir a «analistas» y activistas recién vestidos saber por lo menos eso. Todo se planifica en función de fechas y circunstancias, desde una boda hasta el lanzamiento de la bomba atómica, la edición de un libro o unas vacaciones. Es de primer semestre que «la coyuntura» propicia multiplica los efectos de una acción política o militar, según Gramsci, entre otros. Agamenón interrogaba al Oráculo señales de los dioses antes de invadir Troya y para obtenerlas decidió sacrificar a su hija Ifigenia. Pompeyo logró tomar y destruir Jerusalén porque calculó que los generales judíos no combatirían en el sabbat («dale el martes que es la misma v… » diría el analista). Semanas de agónica expectación las previas del desembarco a Normandía, y el Estado Mayor Aliado procesaba ansiosamente los chismes provenientes de los espías en Francia, para decidir cuándo.

Burros varios

Debates hermenéuticos sobre si Hitler sacó al perro, un comentario de Goering, el estado de las mareas y las lluvias, hasta que Eisenhower tomó la decisión: sería el martes 6 de junio de 1944, el «día D». Lenin dejó para la Historia su frase de «ni el 7 porque es muy tarde ni el 5 porque es muy temprano: el 6» porque esa fecha se reunía en Petrogrado el Congreso de los Soviets de todas las Rusias. Sabios en polemología atribuyen la destrucción de Napoleón en Waterloo a que en vez de esperar, presentó combate cuando las lluvias habían convertido el campo de batalla en un lodazal que inmovilizó su artillería pesada y le dio la ventaja aniquiladora a Wellington. Un principio fundamental, tan manido que se hizo refrán es «guerra avisada no mata soldado». Pero Fidel Castro lo retó al anunciar su invasión a Cuba. Pensaba que la descomposición que vivía el ejército de Batista crearía el momento que haría caer las murallas de Jericó ante su trompeta.

Es patético que alguien se atreva a reivindicar una niñada, una chambonada triste y trágica como «¡la salida ya!» con argumentos de barbería. Fue un fracaso demostrado, tautológico: pretendían derrocar al gobierno porque no había tiempo para la espera, no lo derrocaron y es inútil vociferar para que el público no se dé cuenta. Se decía que «Maduro estaba caído», «iba a implotar», pero la insurrección quijotesca le permitió resurgir como un líder que derrocó el golpe de la derecha, el Galáctico después de abril de 2002. ¡La salida ya!, lo atornilló aunque él mismo se encarga de desatornillarse sistemáticamente y la incógnita es si el burro era uno solo. Dicen que hay muchos disfrazados que comparan 2014 y 2015, las reacciones populares contra la escasez y los precios con llevar camionetas de liceístas a las urbanizaciones pudientes a jugarse la vida y la libertad, mientras ancianos y niños sufrían gases lacrimógenos.

Maduro ríe, ríe, ríe

Carcajadas de Maduro y Cabello al ver asfixiarse Chacao, Altamira, Los Palos Grandes, Prados del Este, Santa Fe, colas interminables de vehículos, y seguro ligan un remake. Estos episodios tendrían que figurar en la Antología de la picaresca y el costumbrismo, junto con las narraciones de Sales Pérez, Delpino y Lamas, Urbaneja Achelpohl y Tosta García, o cuando la Villa del Cine emprenda versiones criollas de Locademia de policías y ¿Dónde está el piloto? Pero son trágicas secuelas el sufrimiento de L. López y su familia, la defenestración de Machado, las 43 muertes trágicas, los centenares de presos y heridos y la división de los opositores por odios amargos.

Nacen los laboratorios contra colaboracionistas, como ese de una no tan Casta Diva en nómina del INE, u otro dirigido por un estafador de prontuario. Nadie hasta explica cómo unas decenas de adolescentes derrotarían a las policías, los «colectivos» y la FF.AA. Tales chapuzas para derrocar el aparato armado con muchachos flacuchentos e inermes, son ilusiones vagarosas, buenasintenciones (¿) -Churchill dijo que no había nada peor que un político con buenas intenciones-, errores graves ayer, que amenazan con revivirse hoy y lejos de acercar una solución, la alejaron y la alejan. Ahora los impacientes esperan pacientemente las negociaciones para ser diputados mañana «con ese CNE» (¿o no lo van a ser?), aunque la recaída de la puerilidad parece haber eclipsado el proceso electoral, del que nadie habla mientras resurgen las agendas de siquiátrico.

@CarlosRaulHer

 

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Post recientes