Los huérfanos de la MUD – Jean Maninat

Por: Jean Maninat

Ahora que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) está en estado de hibernación regenerativa, una de esas pausas de la ciencia ficción en la cual los tripulantes de una nave interplanetaria dormitan los años luz que dura el viaje para llegar repotenciados a su destino y cumplir con la misión encomendada. Mientras el Gobierno sigue dando pie en más de una bola y se encarga de pauperizar la vida de los venezolanos, varios grupos de acongojados activistas, los Mudicidas, navegan atribulados por el ciberespacio como Edipo, luego de revelársele que había despachado a su progenitor, sin querer queriendo.

 

¿Entonces, a quién vamos a culpar de nuestros males? Les repica una voz de diablito desde el hombro izquierdo. Y no deja uno de sentir cierta pena, cierta antipatía por la súbita intemperie en la que se encuentran, pues todos hemos sufrido la tormenta que a veces se desata cuando alguno de nuestros más recónditos  deseos se hace realidad, así sea temporalmente.

 

(Finalmente, la MUD  traidora y entreguista se llevó su merecido. “Pero…vamos… es que en el propósito perdí mi objeto transicional, mi cobijita, mi osito, que tanta seguridad me daba al acusarlo de ser culpable de mis propias falencias y batirlo contra el suelo”. Perdón Dr. Winnicott,  por la adulteración perversa de su teoría).

 

Pues bien, mientras la MUD regresa repotenciada, les corresponde aprovechar el momento para hacer valer sus proposiciones ante la sociedad, ya sin el tropiezo –por ahora– de un cuerpo colegiado diseñado para impedir que sus propuestas prosperasen como estaba escrito. Si la gente desesperada quiere calle libre para llegar hasta Miraflores, pues ahora pueden convocar, sin intermediarios, a la plaza Venezuela y millones responderán a su llamado, ya que está  hondamente conectado con los deseos del pueblo. Si se quiere  “insurgencia cívica”,  es el momento de ejercerla sin que la fastidiosa y timorata MUD venga a apagarla con sus extintores de agua fría, cuando no bendita. No hay tiempo que perder, la barca está a punto de partir.

 

Así es, han dado en el clavo, ¿para qué salir a validar partidos? ¿Qué sentido tiene? Mejor circular megáfono en mano  por el este de la ciudad para que la gente sepa que defender la  legalidad de sus organizaciones políticas es hacerle el juego al gobierno, es entregarse –una vez más– al Consejo Nacional Electoral (CNE). ¿Han olvidado acaso la lección que le dimos al galáctico cuando nos abstuvimos en las parlamentarias del 2005 y lo hicimos temblar como hoja al viento?

 

Nos encontramos a un tris de que todo cambie, de que el Gobierno se desplome, sólo hay que exigir que se vaya este año. ¡Qué elecciones regionales ni que caramba! ¡Pamplinas colaboracionistas! Bueno… de no darse la parada nos regresan a nuestra MUD, para seguir entrándole a palos todos los días, pues sin ella, nos sentimos más huérfanos que Panchito Mandefuá.

 

(N.B. Si usted no se considera un Mudicida, pero tiene críticas válidas y bien sopesadas en relación a la gestión de la MUD, este artículo no es con usted. De lo contrario, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia). 

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