«… Que me hace tu maldad, feliz» – Carlos Raúl Hernández

Por: Carlos Raúl Hernández

La gran historia de los fraudes electorales carlos raullatinoamericanos se escribió con sistemas manuales

El desafío electoral este año requiere remover algunos queloides de ideas seudo-ilustradas sobre política que convierten lo simple en enredos y tormentos que conducen al derrotismo y la derrota. Su manera de razonar es ésta: si la gente normal hace cola en los abastos, son «borregos» por el crimen de necesitar harina y café, «pueblo ignorante» que no se levanta a su conjuro de twitter. Para cualquier persona normal es bueno que haya elecciones y que no exista todavía un régimen totalitario pese los poco disimulados colmillos del gobierno para imponerlo. Y de claridad solar que las parlamentarias, con un gobierno herido de muerte, son el único objetivo este año cuando se juega una cuota de poder para iniciar cambios. Pero prefieren retruécanos ociosos, flatus vocis, palabras vacías dijo San Anselmo. Le echan pelos a la leche y hacen contorsiones increíbles para enrollar y dificultar ese objetivo, y lo peor es que muchos aspirantes de líderes no revelan capacidad comprensiva ni un centímetro mayor que los más atolondrados. Parece que el siquiátrico del radicalismo lo tomaron los pacientes, tal como en el PSUV. Entre esos queloides mentales, destacan éstos, entre otros.

 

Los encantos

  1. ¡Calle, calle, calle. Aquí lo que falta es calle! Muchos de los que recién descubren los encantos de la política, soplan la apariencia de trompeta y creen, contra lo evidente, que las demostraciones de calle tienen efecto mágico que cambia gobiernos y remplaza la política diaria. El paro petrolero evidenció la inocuidad de las manifestaciones si no se corresponden con un procedimiento de sustitución del poder. Según varias encuestas Rousseff ronda apenas 10% de aceptación en medio de grandes manifestaciones populares adversas, pero se mantendrá en el poder porque el jefe de la oposición, F. H. Cardoso, un extraordinario estadista, declaró improcedente un impeachment parlamentario o juicio político contra ella que lanzaría a Brasil por el camino de la incertidumbre venezolana. Calle es lo que hacen los partidos políticos en los barrios y en toda la geografía nacional, crear organizaciones para que las palabras tengan respaldo popular, mientras otros vociferan desde sus chancletas. Las marchas y otras demostraciones de protesta legítima son eficaces cuando ocupan su momento y lugar, y quedó clara en los últimos años la renuencia de la gente a acudir a las convocatorias tanto de la oposición como del gobierno. La calle sin estrategia puede ser heroica, pero deja luto, cárcel, frustración.

  1. La planchitis. Falso. Negociación tan compleja, delicada, peligrosa, necesaria e importante como escoger candidatos a la Asamblea, implica tiempo y esfuerzos porque no existe tarea de mayor envergadura este año que las elecciones para impedir la entronización totalitaria. El tiempo que se tome, bienvenido sea porque no es «una distracción» de problemas mayores. Ese razonamiento parte de que la lucha por posiciones de poder, esencia de la política, es una riña por puestos. Montar las candidaturas ha sido el equivalente de elaborar un mecanismo de relojería y eso requiere el tiempo que requiere.

  1. Votar no sirve para nada. En 2010 obtuvimos mayoría de votos y minoría de diputados. Falso y al revés. Los circuitos se alteraron porque en 2005 la oposición retiró las candidaturas de la Asamblea Nacional y el gobierno hizo caída y mesa limpia para modificar libremente leyes y circuitos. El aprendizaje es el contrario: jamás abstenerse ni abandonar espacios de poder. Vale recordarlo porque las manías revolucionarias que aprendieron algunos demócratas, hacen que desde su tranquilidad excomulguen a quienes dan la cara y mantienen viva la alternativa, por el pecado de la negociación. No son réprobos los dirigentes que materializaron representantes en el Tribunal Supremo y el CNE, y cumplieron su obligación. Esa visión deformada la sembró el galáctico y sus émulos actuales la reproducen. Nadie debería olvidar que L. López y A. Ledezma son candidatos a diputados por acertada decisión de la Unidad para sacarlos del secuestro, aunque no se pueden descartar maniobras de la Fiscalía y el Tribunal Supremo contra ellos. Pero muchos otros presos y exilados de menor renombre solo estarán más cerca de la libertad con una importante mayoría democrática en la Asamblea.

Falso

  1. Las máquinas de votación son un enemigo. Falso. Un «experto» auto diplomado afirma en pleno uso de su carencia de facultades que «en ningún país democrático hay voto electrónico», aunque exista en EEUU, la India, Brasil, Filipinas, Bélgica, entre las democracias más grandes del mundo, y se implanta en Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Panamá y otros. Casi 30% de los electores del planeta votan con máquinas. Y la gran historia de los fraudes electorales latinoamericanos se escribió con sistemas manuales. México, arquetipo del fraude, «la dictadura más perfecta» por 70 años, lo fue sin máquinas de votación. Los republicanos hicieron su encerrona en Florida contra Al Gore en 2000 en conteo manual. Gracias a las máquinas la disidencia ha obtenido victorias y crecido sistemáticamente porque no es tan fácil cambiar los resultados. La ventaja del gobierno en estados pequeños y municipios foráneos donde la oposición tuvo una representación débil, sería mucho mayor sin máquinas.

@CarlosRaulHer

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