Asesinato y oscuridad

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  Esto lo leo en la página de sucesos del diario El Universal, con la firma de Érika Guillén, desde la ciudad de Maracay: Un técnico liniero adscrito a la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec), seccional Aragua, de nombre José Gregorio Ramos, de 41 años de edad, y su hermano morocho que lo esperaba para llevarlo a su casa fueron asesinados la madrugada de este jueves, al parecer, por sujetos descontentos con las fallas del servicio eléctrico en la población de San Mateo, al este de la entidad.

Según versiones de compañeros de trabajo, Ramos se encontraba atendiendo una avería eléctrica en compañía de su familiar, cuando fueron abordados por algunos miembros de la comunidad que les reclamaron la tardanza en el restablecimiento del servicio y acusándolo de las fallas. En medio de las demandas, sujetos accionaron sus armas de fuego en contra de ambas personas, alcanzándolos mortalmente.

  Este par de párrafos nos dan cuenta de una situación terrible. En primer lugar, el desespero, el hastío de la gente. Están hartos de vivir en carencias, de vivir entre apagones. Va un hombre de 41 años a arreglar un problema de una línea. La gente sale enardecida y le matan, y matan a su hermano que lo estaba esperando allí para llevarlo a su casa. Segundo detalle a destacar aquí, aparte de un pueblo iracundo, impaciente, incontrolable, es el arma. ¡Cómo proliferan las armas en este país, cualquiera por un disgusto viene y saca un arma! Es tanto el desespero, la impaciencia de la gente, que por nada se caldean los ánimos y ocurren las muertes.

  Esto es una situación de guerra. No tiene mucho sentido ante un cuadro como este, que el Presidente nos amenace con una guerra civil, si ya la guerra civil está planteada de alguna forma allí: La iracundia colectiva, la rabia. Una rabia inmensa.

  Hoy el diario El Nacional,  en su foto de primera página, nos da una metáfora exacta de lo que es el país: Se ve en primer plano una valla que dice “V para vivir viviendo”, un  hotel azul, grande, más allá. En el techo de ese hotel, una valla inmensa  “Chávez corazón de la Patria”, es un Chávez falso, porque no es el Chávez actual, es un Chávez de hace unos cuantos años, sonriente, rozagante, sano. Más atrás, un depósito petrolero inmenso que dice: “Roja rojita”, la PDVSA de Ramírez, y más atrás, la candela, el humo negro y el candelero. Es quizás un buen resumen de lo que está ocurriendo.

  Ese hotel, por ejemplo, dicen los expertos, no  debería estar allí por razones de seguridad. Esa institución no debería prestarse para el proselitismo político, y allí está. Un Chávez que no es Chávez, porque es de otro tiempo, sonríe dándole la espalda a la candela y la candela se lo está llevando todo. No sólo allí en “El Palito”, la segunda refinería que estalla en cuestión de días, sino que está estallando todo, valga como referencia, esa penosa, triste, lamentable y condenable historia de los dos hermanos asesinados por gente armada, enloquecida, que no quiere seguir viviendo a oscuras.

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