El calendario de Maduro

 No es correcto citarnos, no es elegante. Pero hoy no queda otra. El pasado 16 de marzo, cuando Nicolás Maduro decretó todos los días de la Semana Santa como no laborables, publicamos, bajo el título “Maduro decreta congelamiento de la realidad”, un editorial del cual subrayamos: “Nos ha vuelto el presidente una sociedad primitiva, una sociedad paleolítica de esas que debían rezarle a algún dios de la lluvia para poder sobrevivir. Si la situación es esa, presidente, qué tal si decide también, por ejemplo, que no se trabaje los viernes, y después que no se trabaje los martes. A ese paso va a ser más fácil gobernar diciéndole a la realidad no existas. Así derrotará por fin la escasez de agua, de electricidad, de todo. No trabajaremos de lunes a viernes, tampoco sábados y domingos esperando a que venga la lluvia. Así se morirá de mengua el país; así nos matará usted de mengua definitivamente, y así usted podrá proclamar, satisfecho, que triunfó la revolución.”.

  Eso fue el 16 de marzo. Hoy 27 de abril nos encontramos con que aquellas líneas resultaron lamentablemente premonitorias. Resulta que, “por orden presidencial”, el vicepresidente Aristóbulo Istúriz, papelito en mano, anunció: “No se va a trabajar ni los miércoles ni los jueves”. Es decir, solo se va a trabajar lunes y martes. Pero si usted considera que lo que se está trabajando es solo media jornada, entonces lo que en realidad se va a trabajar es un día a la semana. Aristóbulo Istúriz, quien fue maestro, dice, con su cara muy lavada, que los viernes tampoco habrá clases para los muchachos.

  ¿Para qué, entonces, eran los catorce motores de la economía? ¿Para qué todas esas denuncias sobre la supuesta guerra económica? Pues la están perdiendo por forfeit, terriblemente.

  Pero es importante destacar que, antes del anuncio de Aristóbulo Isturiz, el CNE -¡por fin!- decidió publicar las “fulanas” planillas, como las calificó Henrique Carpiles. En otras palabras, un referéndum que ya empezaba a lucir muerto, está vivo, intacto, respirando con fuerza. Para hoy estaba previsto una gran manifestación nacional a todas las sedes del CNE. Algunos sospechan que, temiendo esas manifestaciones, el gobierno le ordenó al CNE la entrega de las planillas. Esa puede ser una explicación. Otra es que el país realmente está encendido. Tenemos ya manifestaciones cada vez más violentas de un pueblo harto y humillado, incapaz de calmarse; estallidos en toda la geografía nacional.

  Pero, tras este nuevo decreto de menos días laborables, también se asoma un detalle preocupante. Si, en definitiva, al activarse el proceso del revocatorio con la entrega de las planillas, hay un tiempo que cuenta, y un tiempo que cuenta en días laborables, pues al ritmo de apenas dos medios días laborables se va a llegar hasta bien avanzado el 2017.

  El Nacional de hoy precisa lo siguiente:

 ¿Cuáles son los próximos pasos en el tema del revocatorio?

  Lapso de 30 días continuos para entregar las firmas. (Días continuos. Capriles afirmó que se recogerían en horas).

  Luego se valida 100% de las firmas en el lapso y en los puntos que el CNE disponga.

  Solicitud normal de referéndum que el CNE debe verificar en 15 días continuos.

 El CNE tiene otros 15 días hábiles (aquí sí empieza el problema) para definir la logística de la recolección de las firmas de 20% de los inscritos en el registro electoral. Las firmas se recogen en 3 días y se verifican en 15 días hábiles. (Recordemos: solo medio día de lunes y medio día de martes).

  El CNE tiene 3 días pata hacer la convocatoria y 90 días después se debe hacer la consulta definitiva.

  Un viejo refrán afirma: “Es una carrera contra reloj”. ¿Pero cuál reloj? Esta es una carrera contra el calendario de Maduro, que tiene muchos menos días, muchas menos horas.

  Ahora, si es cierto lo que sospechan algunos, que tras la decisión de recortar los días laborables lo que se quiere es complicar, dilatar el proceso del referéndum, entonces esto quiere decir que, puertas adentro del oficialismo, ya decidieron que Maduro no cuenta, que es un lastre y que debe salir; están solo apostando a ganarle días a los días para llegar boqueando al 2017 y así dejarle la presidencia –digamos- a Istúriz. Si esto es así, ¿cómo se sentirá el presidente Maduro? ¿Qué se dirá al verse al espejo, íngrimo y solo? Quizá por eso sus palabras tan vacuas, tan prescindibles en la cadena de anoche.

 El tiempo -¿el de Dios, el del calendario gregoriano, el de Maduro?- nos dirá qué va a ocurrir.

 

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