Humo

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  Ya son más de 14 años –creo que más de 15, inclusive– con la misma cantaleta: el magnicidio. Hugo Chávez no era todavía Presidente, apenas un candidato presidencial, cuando soltó la primera denuncia de un atentado allá en el año ’98 estando en plena campaña electoral. Recuerdo fue en el estado Bolívar. Al parecer era un individuo con un palo, nada más. A Luis Herrera, recuerdo, le pegaron un garrotazo en un acto público y jamás habló de magnicidio.

  Pero, a raíz de aquel incidente en Bolívar, se hizo costumbre denunciar supuestos intentos de magnicidio. Cuando se pedían las pruebas de semejantes denuncias, éstas nunca aparecían. Recuerdo una supuesta prueba bastante estrambótica: el supuesto magnicida dejó, en un matorral de Catia La Mar, una bazuca y un celular al que le cabían, en aquel entonces, todos los teléfonos del mundo. El tipo se suponía que cuando pasara el avión presidencial, con una puntería que ni el Llanero Solitario, le iba a mandar un bazucazo al avión presidencial y lo iba derribar allí mismo, en Catia La Mar.

  Estas denuncias y acusaciones como nunca tuvieron pruebas que realmente pudieran sustentarlas quedaron en el abandono. Además, nunca se investigaron. Se hacían las denuncias, se hacía algún escándalo en la opinión pública -algunos medios les hacían caso–, y la cuestión luego caía en el abandono.

  Ahora que Hugo Chávez está allá en La Habana y echa chistes pero no habla con nadie, la gente que está al frente del Gobierno, en Venezuela, decide volver al mismo recurso que distrae a la opinión pública: la denuncia del magnicidio.

  Ayer hubo una gran concentración para conmemorar el 23 de enero. Sin embargo, de la concentración chavista de ayer, de los discursos, ¿queda en claro alguna propuesta política? ¿Hubo en claro alguna alusión de lo que se va a hacer en el país? ¿Algo en claro sobre Hugo Chávez, más allá de la consigna “Yo soy Chávez”?

  No, nada de queda en la reseña que hace la prensa nacional en la mañana de hoy. Lo que queda del acto de ayer es la denuncia del atentado. De hecho, en el Correo del Orinoco se despliega en grande: “La derecha planea atentar contra Cabello y contra mí.” Dice Maduro: “El que viole la Constitución y la paz de este país tiene que ir preso, y después que no vengan llorando, y que son presos políticos”. (…) Hay que sacar del medio al tenientico y al autobusero” –dicen los factores del anti-chavismo- (…) No se sorprendan con las acciones que se tomen en las próximas horas y en los próximos días.

  A ver… ¿Qué está diciendo el señor Maduro? ¿Viene una razzia hacia dirigentes políticos supuestamente involucrados en este supuesto plan magnicida? ¿Es eso lo que viene de ahora en adelante? ¿Todos a la cárcel? Después de los (sic) carajazos que le ofreció Diosdado Cabello a Julio Borges en la Asamblea Nacional, ¿el próximo paso es este, marcado por la violencia y la represión?

  Cuando el ministro General Reverol hace la distinción entre la derecha y la ultra-derecha, ¿qué elementos utiliza para semejante distinción? ¿De quiénes en definitiva está hablando? ¿Quiénes son los meramente “derechistas” y quiénes son los descaradamente “ultrosos”? Tras esto, exactamente, está lo que usted piensa: una cortina de humo, una amenaza más.

  Mientras está latente lo del Presidente. Ayer escasamente se le mencionó, y por un lado terminó el evento y por el otro se fue el señor Maduro a La Habana. De forma tal que no es el Presidente Chávez el que regresa al país, como tanto se insistió recientemente, es Maduro el que sigue yendo a La Habana a tomar instrucciones.

  Y ya uno se permite sospechar: ¿instrucciones de quién? ¿Realmente del Presidente? Porque, como bien apuntó ayer Henrique Capriles: “¿por qué si el Presidente hace chistes no agarra un teléfono para comunicarse con el país?” Es una pregunta sensata. Ahora, Maduro no fue solo, fue acompañado nada menos que de Rafael Ramírez.

  ¿Por qué de Rafael Ramírez? ¿Qué consejo, qué instrucción va a pedir Rafael Ramírez? ¿O es que acaso Ramírez le va a explicar al Presidente, por ejemplo, esta terrible noticia que aparece hoy en la primera página de El Nacional?: “Pdvsa pide prestado para gasto corriente”. La  petrolera utilizó créditos del Banco de Venezuela por 7 millardos de bolívares para atender costos operativos y debe pagar intereses anuales que varían entre el 8 y el 9,5%. El endeudamiento total de la estatal se incrementó en 13,2% con respecto al 2011 y alcanzó el record de 40 millardos de dólares, de los cuales 15,6% son obligaciones contraídas en moneda nacional.

  Noticias como para provocarle una recaída al más optimista de los pacientes.

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