La guerra total

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  Hay cosas que no se entienden, y no se entienden porque son contradictorias. En un escenario militar, celebrando una asonada golpista – y, como tanto se ha comentado, el gobierno celebra lo que tanto teme: un golpe de estado-, rodeado de militares, militares con pañoletas rojas (como si fueran “pioneros del comunismo seremos como el Che” o boyscouts, vaya usted a saber); allí Nicolás Maduro habla de “una guerra total del gobierno de Estados Unidos”.

  Correo del Orinoco, La Artillería del Pensamiento, diario oficialista: “Estamos enfrentados a una guerra total del gobierno imperialista de los Estados Unidos para derrocar la revolución bolivariana”. Cuando usted habla de “guerra total”, y más si está hablando de Estados Unidos, usted se habla de los marines entrando por Puerto Cabello, por Güiria; invadiendo Maracaibo como si fueran piratas del siglo XVII; dos o tres portaviones frente a nuestras costas; ya estaría tomada La Blanquilla, mínimo; Los Roques ni hablar. Estaríamos invadidos, sería esto un bombardeo a plomo limpio. Eso es una guerra total. Los americanos las han practicado y mucho. La historia reciente de la humanidad está llena de ejemplos en todos los rincones de la geografía planetaria.

   ¿Hay algo de eso acá? ¿Usted ha visto algún marin armado hasta los dientes en alguna esquina, en alguna entrada de metro? No pareciera que sea ésta, entonces, una guerra total.

  ¿Qué es lo que hay? Unas sanciones muy puntuales contra unos ciudadanos vinculados con el régimen. “El presidente Maduro confirmó que el Tribunal Supremo de Justicia dictará sentencia sobre las sanciones de Estados Unidos”, destaca el Correo del Orinoco. Es decir, el Tribunal Supremo de Justicia venezolano va a dictar una sentencia contra Estados Unidos, por unas sanciones que Estados Unidos tomó en su territorio contra unos venezolanos. Ya lo comentábamos ayer, lo que Estados Unidos ha hecho es, sencillamente, reservarse el derecho de admisión: yo no quiero que corruptos y violadores de derechos humanos entren a mí país.

  ¿Y por qué estos revolucionarios, tan desesperados por consolidar la revolución, que tanto odian y detestan el sistema capitalista y el imperio y los gringos, se molestan tanto porque no los dejan entrar en Estados Unidos? Allí hay algo contradictorio que no se logra entender.

  Para continuar con las contradicciones, Maduro llama a Ernesto Samper (un personaje no precisamente bien visto por los gringos) para que medie, a través de Unasur, entre Venezuela y Estados Unidos. La respuesta de estos ha sido simple pero tajante: no señor Maduro, hablemos directamente.

  Hay acá un doble juego extraño: o el presidente Maduro miente o en lo de la guerra total, o miente en lo de su intención de hacer las paces con Barack Obama.

  En el mientras tanto hay temores y paranoias puertas adentro. Tal Cual: “El chavismo pide lealtad”. Esto fue dicho en los actos militares de ayer: “Cabello juró no traicionar a Chávez”. ¿Por qué Cabello tiene que hacer un juramento que se da por obvio? ¿Jura no traicionar a Chávez o alguien más? ¿Qué significa esto? Mientras, el presidente Maduro le solicita  a la tropa que está allí, firme frente a él, respaldar a su gobierno. ¿Por qué puntualmente tiene que pedir Maduro respaldo a su gobierno? ¿Eso no es algo obvio, máxime en una Fuerza Armada que se autoproclama “bolivariana”; es decir, casada plenamente con el chavismo? Raro esto de verdad; hay cosas que no se entienden, insistimos.

  Por eso es muy extraño que un gobierno celebre un golpe de Estado cuando tanto lo está temiendo. Por algo será.

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