Los desaparecidos

 

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En los  últimos días de la campaña electoral ocurrió un incidente que nos preocupó mucho. Inclusive nos llamó la atención a que los dirigentes de la Mesa de la Unidad Democrática no les preocupase suficientemente o, en todo caso, que no lo subrayaran como un problema de envergadura. Me refiero al secuestro de Alejandro Silva, Jefe de Giras de Henrique Capriles, quien fue sacado, a golpes y de madrugada, de la habitación del hotel donde estaba hospedado, para llevarlo a declarar en un cuerpo de seguridad del Estado. Solo pasado el mediodía, ya avanzada la tarde se supo de su paradero.

El Gobierno reconoció que estaba ahí, no detenido porque después la señora Luisa Ortega Díaz (hablando como si ella fuese del Gobierno, que en efecto lo es, lo sabemos, pero por lo menos podía disimular un poco) dijo que en realidad estaba invitado a una entrevista.

Esos eufemismos de invitaciones, cuando las personas son sacadas a golpes en medio de la madrugada, son peligrosos. Así comienzan las dictaduras, eso es un signo distintivo de las dictaduras latinoamericanas. Estos seguidores del régimen que tanto gustan de la música de Rubén Blades, por ejemplo, cuando Blades habla de “Los desaparecidos”, estos fueron desaparecidos exactamente de esa manera.

Recién hemos sabido del asesinato de un Comisario de contrainteligencia del Sebim, quien también estuvo varias semanas desaparecido, y todavía no se ha aclarado nada al respecto. El patrón es peligroso, el patrón hay que tomarlo con mucho cuidado.

Ahora tenemos el caso del General Lozada. Ayer al respecto conversábamos con el criminólogo Fermín Mármol García. Y Mármol García nos decía, según su experiencia en el tema de secuestros, que “era un secuestro atípico, un secuestro extraño porque en ningún momento se pidió rescate, en ningún momento intervinieron los cuerpos de seguridad del Estado. Y de repente fue liberado”.

Para muchos, desde un primer momento, el General Lozada había sido, digamos, “desaparecido” o “secuestrado” por órganos de seguridad el Estado. Decía Mármol García que: “quizás se tratase de gente dentro de estos cuerpos que estuviese actuando por su propia cuenta”. Y llamaba la atención que, por el bien de todos, inclusive por el bien del Gobierno, debían tomarse medidas muy serias para investigar a fondo estos cuerpos.

Claro, confesó Silva, ya en libertad, que su liberación –aparentemente, por todo lo que él pudo escuchar- se dio “gracias a la orden a última hora del propio Nicolás Maduro”; es lo que declara Silva.

Hoy, en la página de sucesos de El Nacional, leo, con la firma de Vanessa Moreno Losada:

A un día de haber sido liberado el general Ramón Lozada Saavedra después de permanecer 14 días en cautiverio, el general Antonio Rivero y el asesor de la Conferencia Episcopal, José Méndez, denunciaron que un organismo de seguridad del Estado, específicamente la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) está involucrado en la desaparición y tortura del General Lozada Saavedra.

 “El general Lozada se encuentra en estado de shock. Durante su cautiverio le aplicaron electricidad por todo el cuerpo, en especial en los testículos, y le pusieron pistolas en la boca y en la cabeza. Lo amenazaron y le decían que en sus manos tenían a varios familiares”, declaró Méndez, quien también es allegado de la víctima.

Rivero hizo énfasis en la falta de disposición del Grupo Antiextorsión y Secuestro de la Guardia Nacional Bolivariana durante los 14 días que el general Lozada permaneció desaparecido. “Solamente el día que fue liberado, el GAES ofreció su colaboración a la familia”, puntualizó el General.

Esto es gravísimo, porque así se empieza y nunca se sabe cómo se termina.

¿Escuchamos entonces la canción de Rubén?

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