Mártires y delincuentes

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Reparemos en algunas fechas. 13 de noviembre del año 2015. Ese día el Presidente de la República anuncia, ante el aplauso de Cilia Flores, que se han inaugurado 800 mil viviendas. Muestra un monolito con la cifra 800. Ese mismo día se destapa el escándalo de los sobrinos de la pareja presidencial, con 800 kilos de cocaína que trataban de introducir a Estados Unidos. El comentario en las redes sociales corrió cargado de sorna: ¿800 kilos de drogas u 800 mil viviendas?

26 de noviembre, 15 días después, el número 800 se convierte en 850. ¡850 mil viviendas!, anuncia eufórico el presidente. El diario Vea titula: “Ofensiva total del gobierno con la entrega de la vivienda 850 mil”. Pregunta: ¿En 15 días hicieron 50 mil viviendas? ¿No se dan cuenta del tamaño del engaño, del tamaño de la burla?

Y, hablando del presidente, este ahora ha convocado a “una batalla cuerpo a cuerpo para ganar la guerra económica”. Difícil entenderlo. ¿Cómo será ese batallar cuerpo a cuerpo con un fantasma? Porque no existe, porque es una guerra inventada por el gobierno, que el propio gobierno ya definitivamente perdió. Como dice el titular de hoy en Konzapata.com: “Maduro ofrece recuperar la economía para el 2016. Es lo mismo que prometió para el 2015 y no lo logró”.

Vayamos con otra fecha. Lunes 28 de abril de 2014. Ese día aparece muerto en un barrio de las Minas de Baruta Eliécer Otaiza. El gobierno acusa que se trata de un crimen perpetrado por la oposición. Thábata Molina, en ese entonces periodista de sucesos en El Universal, va al barrio y descubre que Otaiza estaba aparentemente perdido -o estaba buscando lo que no se le había perdido-, los malandros de la zona lo pillaron en su camioneta de lujo, lo asaltaron y a golpes terminaron matándolo. Una muerte lamentable, como toda muerte, pero no fue la acción heroica que vendió el gobierno. Recordemos, para la revolución Otaiza fue convertido de inmediato en mártir.

Muere en circunstancias extrañas el diputado Robert Serra, y también es rápidamente convertido en mártir.

Pero las víctimas de la oposición no se convierten en mártires, se convierten en delincuentes.

Ramón Rodríguez Chacín, gobernador de Guárico, acusa al dirigente de AD asesinado, Luis Manuel Díaz, de ser un pran y un delincuente. Jorge Rodríguez, quien por lo visto ahora es el jefe del CICPC, dice en el diario Vea: “La muerte de Luis Díaz fue producto de sus vínculos con grupos delincuenciales”.

Si esto es así, ¿por qué no queda el asunto en manos de los cuerpos policiales? ¿Cómo es que, a instantes prácticamente del asesinato de Díaz, los dirigentes políticos del chavismo –que no las autoridades policiales- afirman, sin pruebas, que se trata de un problema de pranes y delincuentes? ¿Es policía Jorge Rodríguez? ¿Es policía Rodríguez Chacín? ¿Por qué unas victimas pasan a ser mártires y otras son simplemente delincuentes?

Lo lamentable de todo esto es que queda en evidencia que en la Venezuela de hoy, en la Venezuela de la revolución, la vida no vale nada, absolutamente nada.

Como habrán notado, no se trata del dolor que pueda causar una víctima de la violencia, para estos dirigentes eso es lo de menos, es tan sólo un delincuente que murió en un ajuste de cuentas. Pero si es cierto lo que dice Rodríguez Chacín, ¿por qué él, en tanto gobernador, no hizo nada? ¿Cómo es que si tenía toda esa información sobre este supuesto peligroso delincuente, lo dejó andar libre por las calles? Si Díaz era un delincuente, entonces Rodríguez Chacín es un irresponsable.

Pero este asesinato no es un hecho aislado. En Runrunes.com leo: “En siete días ha habido siete incidentes violentos en la campaña electoral. La MUD recibe un ataque armado por día. 7 ataques armados en contra de caravanas de dirigentes y candidatos de la MUD. Ese fue el saldo de la campaña electoral entre el 19 y 25 de noviembre.”

Hasta que llega la muerte de Luis Manuel Díaz.

Este asesinato ha sido condenado como un hecho de violencia política en todo el mundo. La Unión Europea se manifestó duramente, Unasur, igual la OEA. El señor Almagro declaró –en primera página le cita El Nacional-: “El asesinato de un político nos deja más vulnerables, significa que todos somos víctimas reales. El gobierno debe actuar ya. Pedimos que cese la violencia y que la contienda electoral sea una fiesta y no un ejercicio de fuerza y miedo”.

¿A esto qué le ha respondido el presidente de la república? Almagro, basura”.

A veces uno siente que el presidente declara frente a un espejo.

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