Sospechas en Kenia

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  Cuando aparece algo que le incomoda al gobierno, que no estaba en sus planes, la manera más fácil que tienen nuestros gobernantes de abordar el problema es ignorándolo. Es como tratar de tapar el sol con un dedo, como tratar de apagar la luz para que nadie vea nada. Esa es la primera reacción.

  ¿Cuál es el gran titular del diario El Nacional en esta mañana?  “El Gobierno niega narcotráfico en la embajada en Kenia”. Tarek El Aissami  califica de historietas las noticias publicadas en Nairobi.

  Resulta que mandaron a una comisión a investigar el asunto allá en Kenia y la comisión, por lo visto, lo único que determinó es que son historietas lo que dice la policía keniana y los diarios más importantes de Nairobi, “The Star” y “The Kenyan Daily Post”. Estos hablan de narcotráfico y dicen que la causa por la cual se asesinó a la Encargada de Negocios, la señora Fonseca, fue por problemas de narcotráfico. Al parecer, se estaba utilizando la valija diplomática para llevar drogas a Kenia y la señora Fonseca lo detectó y decidió bloquear o cambiar el itinerario de la valija.

  El Gobierno Venezolano, en lugar de afrontar el problema, como decíamos, le apaga la luz. No, no somos narcotraficantes.

  ¿Por qué procede así nuestro Gobierno?

  En primer lugar, ya la actitud es sospechosa. ¿Por qué se apresura en una declaración como esta? ¿Por qué quien declara es Tarek El Aissami y no el Canciller? Cierto, el Canciller está de gira, pero ha podido declarar cualquier otro vocero. Lo que está en tela de juicio en este momento es la Cancillería, nuestra gestión diplomática. ¿Por qué tiene que es el Ministro de Relaciones Interiores y Justicia el que sale a declarar?

  Lo interesante es que de este individuo, Dwight Sagaray, Primer Secretario de nuestra Embajada, que es el acusado por la policía de Kenia de haber asesinado a la señora Fonseca, de él, decíamos, el Gobierno venezolano no da razones.

  Hoy el Diario 2001, nos dice: “Dwight Sagaray: de profesor de inglés a diplomático en Kenia”. El acusado del asesinato de la ministro consejera Olga Fonseca, es un abogado graduado en 1999 en la UCV. Sin experiencia en el servicio exterior fue designado en el 2010 como primer secretario en la embajada de Nairobi. Sus familiares gestionan ayuda en la Cancillería, que les ha cerrado las puertas.

  Lo peor es que Sagaray, por lo visto, corre el riesgo de ser condenado a muerte, que es una práctica allá en Kenia. Es un hombre joven. En las fotografías donde aparece esposado por el policía keniana luce, por supuesto, muy asustado, temeroso.

 ¿Pero por qué el Gobierno ha reaccionado de esta manera? ¿Por qué esa reacción tan intempestiva, tan poco meditada de El Aissami? En fin… En lugar de aclarar, crecen las sospechas.