Antes que anochezca

Por: Carlos Raúl Hernández

Varios candidatos del Gobierno a las elecciones de diciembre van en un plan: «desbaratar» las gobernaciones, desplegar el odio, desmontar la administración, lanzar sus trabajadores al desempleo. Una hiper reconcentración y recentralización del poder para mayores penalidades como ocurre con puertos, fincas y empresas de esa suerte. Se carcomerán las escuelas, los programas sociales y servicios que reciben los humildes de gobiernos regionales. Caos y miseria.

Caerán luego las alcaldías, los consejos legislativos y los concejos municipales electos por la ciudadanía, democráticos, representativos de la diversidad y el pluralismo, sustituidos por apéndices del gobierno, los consejos comunales, organismos delegados para la amenaza totalitaria, designados a dedo, y con dinero. Transfieren competencias y recursos ilegítimamente a un poder paralelo del municipio. El Gobierno de nuevo burla la legalidad, expropia la voluntad popular para sustituirla por la voluntad del caudillo revolucionario.

Las cinco leyes del Poder Comunal, que soportan los más bien consejos comunistas, marchan dramáticamente en una deriva inconstitucional, o más bien anticonstitucional. Las leyes de Planificación Pública y Popular, de las Comunas, del Poder Popular, del Poder Público Municipal y del Sistema Económico Comunal, socavan estados y municipios, su identidad histórica sus vínculos emocionales, para sustituirlos por una abstracción delirante: la comuna.

El «soberano» negó en 2007 el primer intento de esa aberración, la Nueva Geometría del Poder. Ahora el Gobierno viene al desquite mofándose de la pilastra de la democracia, la soberanía popular. Karl Schmitt uno de los grandes pensadores totalitarios sostuvo con elegancia que la soberanía estaba en el führer. La Constitución en Venezuela es lo que quiera el caudillo.

La perspectiva de la vida cotidiana, es sencillamente aterradora. Ciudadanos convertidos en indefensos habitantes en el reino kafkiano de los consejos comunales, inspirados en la Revolución Cultural China y en la tiranía cubana. Espionaje, detenciones arbitrarias, ocupaciones de propiedades, maltrato a comerciantes, extorsiones sexuales, libretas de racionamiento.

En esa estremecedora autobiografía del dolor, Antes que anochezca, Reynaldo Arenas narra el infierno de la vida cotidiana de personas sometidas a organizaciones paraestatales de espionaje, los llamados comités de defensa de la revolución. Conocían minuciosamente la vida de cada quien, qué se hablaba en el hogar, qué pensaba cada uno de sus miembros sobre cualquier cosa. Tenían subrepticiamente llave de los apartamentos y cuando la familia no estaba, inspeccionaban hasta el último rincón.

La envidia y el odio se convirtieron en lo que regía las relaciones con los pequeños tiranos del CDR. La maldad humana que el Estado de Derecho mantiene a raya, -porque cualquiera puede apelar a la autoridad institucional frente al abuso-, creó su imperio y la adulancia, el servilismo, el disimulo, la prostitución y la abyección se tornaron la manera de sobrevivir. Castro convirtió Cuba en una cloaca espiritual. Lograr la protección de los chivatos, era la única manera de evitar delaciones. El Hombre Nuevo.

Aún los 29 mil consejos comunales no cumplen la misma sórdida función, porque el tejido social del entorno sigue siendo pluralista y aún hay retazos de Estado de Derecho. Pero una vez se liquiden las condiciones democráticas, la dinámica los llevará a ser lo que fueron en esas trágicas experiencias.

El 16 de diciembre será decisivo. El gobierno tiene en sus manos el poder sin límites. El presupuesto, la maquinaria de la administración pública, la red de medios de comunicación, la FFAA, la Guardia Nacional, los grupos paramilitares. Eso lo saben todos y se denunció hasta la náusea durante años, día a día, -aunque ahora resulta que muchos no lo recuerdan- específicamente en la campaña electoral. Pero hay un elemento adicional: el desánimo por la reciente de derrota.

¿Qué hacer entonces? ¿Pedir igualdad de condiciones y si no la otorgan, -como no la van a otorgar-, quedarse en casita como princesa ofendida, encerrarse en su despecho y denunciar la oposición por traidora? Quienes han calumniado la MUD, siembran ese sentimiento y tendrán en su ¿conciencia? una responsabilidad difícil de cuantificar, pero terrible. Y un nuevo héroe apareció. El megaterio que afirma categórico, henchido de coraje: «no voto más».

Si no tiene algo más importante que hacer, y no lo afectó demasiado la prédica antiopositora, vaya a votar.

@carlosraulher

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