Día de la Inmaculada

Por: Carlos Raúl Hernández

Existe la posibilidad de derrotar la revolución el 8 de diciembre, según indican las tendencias, ascendente de la fuerza opositora (de 37% en 2006 a 50% en 2013) y decreciente de los adversarios (63% en 2006 a 50% en 2013). La alternativa democrática aumentó la votación en 99% de los municipios, es decir, en 330 de los 335, mientras el madurismo subió la suya en apenas 13 municipios. Algunos opositores aficionados, la oposición de la oposición, frauduleros, ruáfilos, serruchos de oro, estimulados por el G2 sin que lo sepan, lanzan sus extravagantes meditaciones de barbería: porque hubo fraude, no se debe participar en las municipales, sino lanzarse a las calles y destruir la MUD. Indignado con el Gobierno, lo castigarán al regalarle todas las alcaldías. En los países normales, con gobiernos decentes, votar es un derecho que se ejerce a desgano, en general con tasas de participación por debajo de 50%.

La democracia representativa -la única que existe- establece los mecanismos que delegan la función política a quienes se ocupan de eso, y la gente se dedica a progresar en sus vidas, hacer fortuna, ejercer la profesión y amar su familia. Y esa delegación suele estar acompañada de menosprecio por el oficio, al que se considera actividad de marrulleros, tramposos y «gente menor», diría Don Quijote. Era una constante en las películas de Hollywood que detrás de cualquier situación turbia apareciera un senador norteamericano. Tal vez podría establecerse una tabla de relaciones inversamente proporcionales entre el grado de felicidad colectiva, y la participación política y electoral. En sociedades despolarizadas y tranquilas, a la ciudadanía no le interesa. Por eso el hiperparticipacionismo es un desarreglo más cuando la vida civilizada está en jaque. Las crispaciones aparecen con las crisis, como en España hoy y en varios países latinoamericanos, picados por la tarántula.

Un clavo en el féretro

En Venezuela en cada elección en 14 años se ha jugado la democracia y cada derrota fue un clavo en el féretro de la condición ciudadana, hasta llegar a una autocracia plebiscitaria, a la que por fortuna se le ha desfondado varias veces. Pero uno de los rasgos de la opinión pública es que puede ser esquizoide. Mientras dice regirse por patrones morales establecidos que no tragan a los políticos, la vida cotidiana es humana. Para muchos grupos en la Historia del Cristianismo, el mundo era tan perverso que no podía ser obra de Dios, sino de Satanás que aprovechó una distracción de El Altísimo para hacerlo. La social real es reino de personas que maltratan a sus parejas, o entre los dos a sus hijos, resentidos, envidiosos, arrogantes, codiciosos, egoístas, estudiantes vagos, profesores irresponsables, que no hacen nada por los demás y misteriosamente no escatiman en calumniar a quienes consagran sus vidas a la lucha. Pero hablan mucho de ética.

Obviedades fatales

El pensamiento político amateur no entiende la lógica del poder, y lo reduce a la moralina, seudoconcreciones, obviedades que cuando se practican son fatales. Maquiavelo demostró hace mucho que la razón política y la razón convencional son irreconciliables y un grave problema se presenta cuando por diversos motivos la conducción política se sustituye por vedettes aficionadas. Según ellas, el instrumento estratégico sería entonces fomentar bochinches, «guarimbas», como los mariscales de la huelga petrolera. Sin duda hay una fracción de neuróticos en los cafés de Zurich, París, Singapur, Leipzig, Brujas y Estocolmo, que quieren teledirigir las «confrontaciones de calle» y se desahogan al encanallar la MUD, única oposición que existe. Si hay merengue en los actos públicos, la censuran porque debe sonar el Requiem de Mozart. Si se acepta el debate propuesto por Maduro, «la corrupción no se debate, se encarcela», tremebunda vaciedad dicha con tono solemne de una frase de Epícteto o el Eclesiastés. Si se le hubiera ocurrido decir que no debate, lo acusarían de cobarde.

Más que ganable

Pero el verdadero Armagedón en cuyo cielo se cruzarán «los ejércitos de sombras y de luz», la madre de todas las batallas, será el municipio Libertador, que con una campaña bien articulada es más que ganable. La diferencia el 14A fue de diez puntos apenas a favor del madurismo, y la confrontación del 8D ocurrirá cuando el nudo de la crisis económica apriete el pescuezo. No se debe sostener la avilantez de que los problemas económicos producen automáticamente derrotas de los responsables. La economía y la política tienen independencia relativa y los resultados dependen de la destreza de los factores en pugna. La desestabilización de la democracia venezolana se produjo precisamente en momentos de auge económico, bajísimo desempleo y altos ingresos, porque el Galáctico supo engatusar a todo el mundo y fue indiscutiblemente una gran fuerza del mal, caótica, desorganizadora y destructiva, como pocas existieron en Latinoamérica. El irresponsable que destruye Pdvsa, en cuya gestión se han producido más de 20 incendios, le echa la culpa a la oposición y depende del forcejeo si esa idea se implanta en la opinión pública o se rechaza.

@carlosraulher

 

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