El pánico del madurismo a Chávez – Thays Peñalver

Por: Thays Peñalver

Desde que en abril de 1971 se llevó a cabo el cambio de nombre de FajaThays Bituminosa a Petrolífera, ningún político de la IV volvió a llamar «Bituminosa» a la conocida faja.  La decisión política vino cuando la Dirección de Geología en 1972 hizo el primer informe descubriendo enormes yacimientos de Petróleo (Boletín Pág. 117 en adelante) y así ningún político de la derecha o de la izquierda, volvió a llamarla Bituminosa.

Solo un venezolano en la historia contemporánea política de Venezuela volvió a retomar el nombre de «Faja Bituminosa» y ese fue Hugo Chávez, quien desde 1995 no paró de referirse a la Faja de esa manera. Su desconocimiento era de tales magnitudes que en decenas de periódicos, declaraciones y entrevistas con la prensa extranjera fue el único que volvió a usar el termino «bituminosa» (Revista Semana 27/04/98) y oficialmente desde su discurso de inauguración. (Pág. 92) pese a las protestas de todos los expertos petroleros y de la oposición. Mientras Salas Rommer le corregía a «Petrolífera» en campaña, Chávez gritaba que era Bituminosa  en todas partes, incluida la II cumbre de la OPEP (Pág. 10) llegando hasta confundir a los árabes, quienes pensaron por un momento que habíamos descubierto otra Faja.

Y así continuó llamándola así hasta su 4to año (OEA 08/10/03, pág. 3) mientras la oposición y los expertos ya hartos, le gritaban hasta improperios reclamándole en la prensa que aquella faja se llamaba «Petrolífera». No fue sino hasta el 18/08/05 que el hombre, al parecer, se enteró de lo que todos los venezolanos menos él sabían, pero en un acto de desfachatez sin precedentes exclamó: «¿Ustedes no recuerdan que hace años atrás comenzó a hablarse de la Faja Bituminosa del Orinoco? Eso fue parte de la estrategia de entrega del petróleo nacional…», y por allí se fue aquel hombre dejando a propios y ajenos con la boca abierta ante tamaño descaro, porque el único que había dicho semejante barbaridad, no había sido otro que él.

Hago este ejemplo porque todavía se puede escuchar aquella desfachatez y para dejar claro el pánico que aquel hombre les sembraba a los suyos. Nadie se atrevía a contrariar aquella locura, como nadie se atrevió a hacerlo nunca con ninguna otra. El culillo de los chavistas era tal, que todos se abandonaron a lo que dijera aquel hombre, por más errado y por más chifladas que fueran sus ideas.

Y así ejemplos sobran porque Chávez sabía perfectamente lo que había que hacer, pero hacia todo lo contrario. «Cuando tú no saques 20 considérate raspao» le decía su padre, de quien indicaba que era un verdadero educador. «Mi papá nos llevaba al cine, pero cuando yo no sacaba 20, yo no iba», explicándonos que la exigencia «era la verdadera manera de progresar y de salir de la pobreza». Pero en la práctica, ¿cuántos ministros de Educación le aplaudieron bajar los estándares educativos, los promedios, que un TSU fuera de plano un Licenciado, o bajar las tasas de repitencia, simplemente eliminando la repitiencia? Ese era Hugo Chávez, un maestro en la obra de mediocrizarlo todo para que el mundo le aplaudiera rápidamente unos logros que sencillamente eran mentira, convirtiéndose en un maestro, pero en el «embuste estadístico».

Así sobre el papel, Venezuela mejoró su educación. Pero cuando un niño del barrio se tenga que enfrentar a otro alemán o a uno chino, el venezolano sentirá en carne propia su realidad. Sobre el papel tenemos más médicos que nadie, pero muchos de esos médicos son «técnicos sanitarios» en 134 países del orbe. Así que cuando el país requiera de un cirujano cardiovascular en el futuro, lo que tendrá será una mentira estadística y estas, no operan corazones.

Y así le aplaudieron todo. Si les damos «rial pa’ mejorar el rancho», colóquelo como una vivienda construida en las estadísticas, como bajaba el turismo, ordenó bajar los estándares y que todo colombiano que entrara en la frontera fuera «turista», sin importarle el destino económico de Venezuela. Y como eso, ordenó nada menos que bajar los estándares de ser pobre porque «Una revolución no se puede medir por encima, una revolución hay que medirla hasta el fondo». (Aló Presidente  236) y así sencillamente en apenas 24 meses, la pobreza bajo del 55% de la población, al 27% y 1.234.566 hogares dejaron de ser pobres de un plumazo.

Al hombre había que aplaudirle todos los inventos, solo porque quería superar la fama de Fidel Castro y caminar en la alfombra roja de Mónaco, hasta que los inventos terminaron por destruirlo todo. Porque los pobres, siguen viviendo en los mismos ranchos de siempre, los colombianos no vienen a los hoteles, los repitientes no son ingenieros, los «técnicos sanitarios» no operan a corazón abierto y la FAO da premios a Venezuela porque damos de comer a punta de dólares, pero si bajan los precios del petróleo, el premio será lo único que nos podamos comer.

Por eso hoy da pena ver a los ministros hablando de «despilfarro», «ahorro» o «producción». Valga decir que su educación solo nos costó 1 millón de millones de dólares tirados a la basura.

tpenalver@me.com

@thayspenalver

Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Post recientes