Los Claudicantes

Por: Jean Maninat

No crea usted que es fácil ser un Claudicante. Se necesitan años de práctica. Es un ejercicio de vida, más que de política, requiere tener la paciencia de Buda para con los desaciertos propios; y la fiereza de Savonarola para juzgar a los demás.

El Claudicante es altamente exigente. La realidad no suele complacerlo fácilmente. Es más, bien sabe que todo es un engaño, sólo apariencias, y que por tanto mejor es mantenerse a buen resguardo, dentro de sí mismo, para no contaminarse con el fragor de quienes  participan en el día a día de la lucha para que la situación del país no avance o retroceda, según se mire, hacia el delirio comunal que quieren instaurar los jerarcas rojos. ¿Los han visto alguna vez llamar a votar por los candidatos de la oposición? No, sólo viven para buscarle la caída a quienes intentan crear un opción de cambio.

El Claudicante cree tener la clave del problema: ¡Nunca le ganaremos al régimen, nos aplastarán como hormigas con su ventajismo! ¡Votos, no en estas condiciones! ¡Si votamos, convalidamos! ¡Mejor denunciar y no participar! ¡Fundemos el movimiento de resistencia cívico-pacífico -intransigente- activo- consciente-no votante-cero participante- en elecciones amañadas -para gobernaciones que son tan sólo portaaviones de los intereses del chavismo y de los líderes de oposición en conjunto-!

¿Cómo convencerlos? No parece haber manera…

Si el alcalde Ledezma se echa encima todo el peso de la campaña para las regionales y llama a la gente a protestar y votar; si además una parte importante de la oposición asume dicha orientación política como correcta y empieza a recobrar los bríos aletargados: el Claudicante escribirá que llamar a votar como protesta es la prueba de que hay algo que no funciona  -por eso se protesta- y por tanto sería una bobería participar.

¿Entonces, qué hacemos en concreto para ganar y mantener las gobernaciones papito mi Claudicante? Pshhhhhhh…se oye el resoplido que acompaña el encendido de un aire acondicionado: el oráculo no está para perturbaciones necias.

Si algún vocero de los llamados partidos tradicionales -mejor no nombrarlos, nadie quiere ser partido tradicional- da una declaración crítica pero llamando a votar en las regionales, inmediatamente producirá el reflejo Pavloviano-Indignado-Claudicante, que tuerce el  labio inferior hacia la izquierda y transforma el rostro en un máscara griega asqueada que gime: ¡Pero claro, si son los mismos políticos de siempre y todos son iguales, y yo me acuerdo cuando…!

Y ni se diga si se trata de un llamado a participar proveniente de los «chamos» de Primero Justicia, una buena parte mayores de cuarenta años y exitosamente calvos. Entonces la sanpablera alcanza los decibeles maduros-experimentados-yo sí sé de estas cosas- qué se han creído mocosos-, de quienes tienen años dictando cátedra y pelando análisis.

Lo que está en marcha, a pesar de los Claudicantes, es un esfuerzo pluralista y democrático sustentado sobre errores y aciertos para recuperar la energía que produjo seis millones y medio de votos en condiciones de ventajismo oficial sin escrúpulos. Fue grande la decepción el 7-O y todavía hay mucha desesperanza. Pero a medida que la campaña por las gobernaciones se asienta, lo que está en juego en cada estado, y en el país, emerge cada vez con más fuerza y la gente empieza a deslindar lo fundamental de lo accesorio en estos momentos. La única manera de ganar es transmitir el mensaje de que la oposición es capaz de mejorar la vida cotidiana de la gente, allí donde vive, gracias a los espacios conquistados. Sólo así se podrá derrotar el proyecto de Estado Comunal.

Los Claudicantes seguirán, con sus buenos y menos buenos propósitos, alentando el desánimo electoral como vía segura para perder los espacios regionales tan valientemente conquistados a un régimen voraz y autoritario.

Como en el chiste del escorpión… está en su naturaleza clavar la ponzoña en todo lo que se mueva, especialmente si el organismo desprevenido se desplaza en un río de aguas azarosas como el que hoy inunda el país.

Pero hay un antídoto certero contra la picadura de los Claudicantes: salir a votar el 16-D.

@jeanmaninat

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