Publicado en: El Nacional
Por: Jacobo Dib
El tema del Esequibo y de cómo los Estados Unidos de América acudieron en nuestro apoyo es un asunto que ha sido tratado por magníficos historiadores y académicos venezolanos, así como en ultramar tanto en los propios Estados Unidos como en Inglaterra. De manera que depende del cristal con que se mire. Nosotros nos hemos sentido ultrajados de un territorio que fue siempre nuestro, desde tiempos de la Conquista y colonización de España. Ellos, Inglaterra y después Guyana, sienten que sus reclamos tienen una justificación histórica.
Después de que en 1886 Inglaterra
decidiera hacer público el mapa encargado por ellos a Robert Schomburgk
(Linea Schomburgk), el revuelo causado en nuestro país lleva a Guzmán
Blanco a romper relaciones con esa nación. A principio de la década de
1890 comienza toda una campaña de llamado de conciencia a nuestros
vecinos del norte para que apliquen su tan polémica Doctrina Monroe a
nuestro favor y así ponerle un parado a las ambiciones expansionistas
inglesas a expensas de territorio venezolano. En 1893 William Lindsay
Scruggs, antiguo embajador norteamericano en Venezuela, por petición de
nuestro gobierno comienza una campaña o lobby en Washington DC
promoviendo que el asunto fronterizo se llevase a un arbitraje. Publica
lo que sus detractores han calificado de panfleto pero que sirvió de maravilla anuestra causa: “British Aggressions in Venezuela: The Monroe Doctrine on Trial”. Panfleto o no, logró su cometido.
A principios de 1895 el Congreso
Americano vota la propuesta y es firmada para su ejecútese por el
presidente Grover Cleveland. En vista a la postura de oídos sordos del
Reino Unido ante esta resolución, Cleveland en diciembre de ese mismo
año les da un ultimátum a los ingleses durante su discurso de fin de año
en el Congreso. Después de sopesar los pros y los contras de una
escalada bélica en contra de los Estados Unidos los ingleses aceptaron
ir a un arbitraje… Eso sí, sin que los venezolanos nos pudiéramos sentar
en la mesa de negociaciones.
¿Pudo Cleveland imponerse a los
ingleses para que nos permitieran negociar directamente con ellos y no a
través de intermediarios norteamericanos? Probablemente sí. ¿Pero es
que acaso ya el solo hecho de desafiarlos y lograr domar al león como lo
hizo ya eralogro suficiente para crear precedente en “su” territorio?
En 1949 se hizo público un escrito de
Mallet-Prevost, abogado del equipo defensor de Venezuela que
falleciera en 1944, en el cual se denunciaba que el resultado del Laudo
Arbitral de París de 1899 no fue más que una componenda política. Eso le
permitió a Venezuela actuar en consecuencia e hizo la denuncia ante la
ONU, con lo cual se logró la firma del famoso tratado de Ginebra de
1966.
Como puede verse, ya en 1895 el
presidente Cleveland aun sin tener los Estados Unidos el poderío
armamentístico de hogaño, paró en seco a la incuestionable primera
potencia de la época, a los ingleses. Hoy cuando el poderío
norteamericano no lo pone nadie en duda, la soberanía de Venezuela se ve
amenazada por otras potencias ajenas a nuestro continente como lo son
Rusia y China. Si un presidente demócrata lo hizo en aquel entonces no
podemos esperar menos del presidente republicano en 2019. ¿Intervenir
militarmente? No. Se trata de ayudar a hacernos respetar.
Cleveland, sin embargo, permitió que
los ingleses nos trataran como indios, es decir, sin derecho a
representarnos a nosotros mismos en las negociaciones. Desde 1830 en
adelante fue política del gobierno de los Estados Unidos desplazar a los
nativos americanos (sin derecho a voto) al oeste del río Mississippi.
En esta oportunidad los ingleses nos querían al oeste, no del Esequibo
como nosotros aspirábamos sino de su arbitraria línea dibujada por
Schombrugk. Lamentablemente y con muy pocas modificaciones lo lograron.
Mirando desde mi cristal, el Laudo
Arbitral de París que nos despojó del Esequibo fue írrito desde el
momento mismo que no nos dejaron sentar en la mesa de negociaciones.
Hoy, cuando una vez más los Estados Unidos y otros países nos brindan su
apoyo no para recuperar parte de nuestro territorio sino al país mismo,
no debemos permitir que la responsabilidad de negociar caiga en manos
de bienintencionados terceros, no, esta vez nos sentamos en la mesa
nosotros, decidimos nosotros.
Y no, el artículo no era sobre beisbol…
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Publicado en: El Nacional
Por: Jacobo Dib
El tema del Esequibo y de cómo los Estados Unidos de América acudieron en nuestro apoyo es un asunto que ha sido tratado por magníficos historiadores y académicos venezolanos, así como en ultramar tanto en los propios Estados Unidos como en Inglaterra. De manera que depende del cristal con que se mire. Nosotros nos hemos sentido ultrajados de un territorio que fue siempre nuestro, desde tiempos de la Conquista y colonización de España. Ellos, Inglaterra y después Guyana, sienten que sus reclamos tienen una justificación histórica.
Después de que en 1886 Inglaterra
decidiera hacer público el mapa encargado por ellos a Robert Schomburgk
(Linea Schomburgk), el revuelo causado en nuestro país lleva a Guzmán
Blanco a romper relaciones con esa nación. A principio de la década de
1890 comienza toda una campaña de llamado de conciencia a nuestros
vecinos del norte para que apliquen su tan polémica Doctrina Monroe a
nuestro favor y así ponerle un parado a las ambiciones expansionistas
inglesas a expensas de territorio venezolano. En 1893 William Lindsay
Scruggs, antiguo embajador norteamericano en Venezuela, por petición de
nuestro gobierno comienza una campaña o lobby en Washington DC
promoviendo que el asunto fronterizo se llevase a un arbitraje. Publica
lo que sus detractores han calificado de panfleto pero que sirvió de maravilla anuestra causa: “British Aggressions in Venezuela: The Monroe Doctrine on Trial”. Panfleto o no, logró su cometido.
A principios de 1895 el Congreso
Americano vota la propuesta y es firmada para su ejecútese por el
presidente Grover Cleveland. En vista a la postura de oídos sordos del
Reino Unido ante esta resolución, Cleveland en diciembre de ese mismo
año les da un ultimátum a los ingleses durante su discurso de fin de año
en el Congreso. Después de sopesar los pros y los contras de una
escalada bélica en contra de los Estados Unidos los ingleses aceptaron
ir a un arbitraje… Eso sí, sin que los venezolanos nos pudiéramos sentar
en la mesa de negociaciones.
¿Pudo Cleveland imponerse a los
ingleses para que nos permitieran negociar directamente con ellos y no a
través de intermediarios norteamericanos? Probablemente sí. ¿Pero es
que acaso ya el solo hecho de desafiarlos y lograr domar al león como lo
hizo ya eralogro suficiente para crear precedente en “su” territorio?
En 1949 se hizo público un escrito de
Mallet-Prevost, abogado del equipo defensor de Venezuela que
falleciera en 1944, en el cual se denunciaba que el resultado del Laudo
Arbitral de París de 1899 no fue más que una componenda política. Eso le
permitió a Venezuela actuar en consecuencia e hizo la denuncia ante la
ONU, con lo cual se logró la firma del famoso tratado de Ginebra de
1966.
Como puede verse, ya en 1895 el
presidente Cleveland aun sin tener los Estados Unidos el poderío
armamentístico de hogaño, paró en seco a la incuestionable primera
potencia de la época, a los ingleses. Hoy cuando el poderío
norteamericano no lo pone nadie en duda, la soberanía de Venezuela se ve
amenazada por otras potencias ajenas a nuestro continente como lo son
Rusia y China. Si un presidente demócrata lo hizo en aquel entonces no
podemos esperar menos del presidente republicano en 2019. ¿Intervenir
militarmente? No. Se trata de ayudar a hacernos respetar.
Cleveland, sin embargo, permitió que
los ingleses nos trataran como indios, es decir, sin derecho a
representarnos a nosotros mismos en las negociaciones. Desde 1830 en
adelante fue política del gobierno de los Estados Unidos desplazar a los
nativos americanos (sin derecho a voto) al oeste del río Mississippi.
En esta oportunidad los ingleses nos querían al oeste, no del Esequibo
como nosotros aspirábamos sino de su arbitraria línea dibujada por
Schombrugk. Lamentablemente y con muy pocas modificaciones lo lograron.
Mirando desde mi cristal, el Laudo
Arbitral de París que nos despojó del Esequibo fue írrito desde el
momento mismo que no nos dejaron sentar en la mesa de negociaciones.
Hoy, cuando una vez más los Estados Unidos y otros países nos brindan su
apoyo no para recuperar parte de nuestro territorio sino al país mismo,
no debemos permitir que la responsabilidad de negociar caiga en manos
de bienintencionados terceros, no, esta vez nos sentamos en la mesa
nosotros, decidimos nosotros.
Y no, el artículo no era sobre beisbol…
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