¿Mienten o le mienten? – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

Ya uno no sabe si el señor miente, con absoluto desparpajo, o si le mienten y él esparce las mentiras. Si es lo primero, bueno, es grave. Porque no es cuestión de una simple y mera falta. Que la cabeza del poder ejecutivo mienta es no sólo un pecado, si religiosamente queremos hablar; es un delito. Pero si es el caso que le están mintiendo y que él se convierte en repetidor del embuste, ah, entonces el asunto es aún más grave, porque al pecado/delito de mentir se suma el de ser títere de poderosos. Entonces, pregunto, ¿miente o le mienten? Que no es lo mismo ni se escribe igual, aunque en uno u otro caso los venezolanos seamos el objeto directo de la delincuencial  mendacidad de un régimen. ¿Recuerdan ustedes líos como el de Nixon y el de Clinton? No entremos en detalles. Dejémoslo en que mentir es un delito grave.
Por estos días, Tarek William Saab, en su carácter de inconstitucional e ilegal Fiscal General de la República, designado por la inconstitucional e ilegal ANC, acudió ante ésta para hacer un recuento de su primer mes de gestión. En realidad fue a echarle paja a Luisa Ortega, pero para hacerlo usó una estrategia, la de prender el ventilador. Los constituyentes no formularon ni una pregunta. Aplaudieron a rabiar cada vez que Saab atacaba a Luisa Ortega. Lo más importante de la exposición del inconstitucional e ilegal FGR estuvo en la narración desordenada e incompleta de las marramuncias en PDVSA, cometidas en años recientes, es decir, bajo la mano peluda de este régimen, en cuya estructura Saab ha tenido muchos cargos de enorme relevancia en la estructura.  Pero él se hace el sueco y quiere lucir como paladín de la decencia en medio de la inmundicia que ha detectado en los días que tiene en este nuevo cargo. Antes era ciego, sordo y mudo. De su declaración en el palacio legislativo, en elemental lógica, se ha debido desprender no sólo la apertura de una investigación, sino la orden de poner en prisión preventiva a la plana mayor de la estatal petrolera bajo cuya égida ocurrieron los graves delitos de todo tipo sabor, olor y color denunciados por Saab. Nada de eso ocurrió. Los jerarcas petroleros están tranquilos y sin nervios… y buchones. Saab fue más allá y metió la pata hasta el fémur cuando dijo, varias veces, que Maduro sabia de todo esto. Ah, sabía, ¿y? Si tomamos por cierto que instruyó a la FGR para que actuara y ésta nada hizo. ¿Y Maduro se quedó con esa así nomas? Uno los escucha y se da cuenta que ahora nos quieren meter la cabra de los «recién llegados» y no como lo que son, los mandamases de este país por 18 años.
De lo que está ocurriendo o no en Quisqueya se puede escribir un libro más gordo que el de Petete. Con impresionante ligereza, los guerreros  de Twitter proceden a lo que mejor saben hacer: linchar a la MUD y a algunos dirigentes de oposición. Repiten el guión y vaya si aburren. La verdad es muy compleja y, a la vez, muy simple. El régimen está metido en un cuarto pintando el piso y se está quedando encerrado en la esquina más lejana de la puerta. La oposición no tiene la fuerza suficiente para obligar al régimen a respetar la Constitución. Gruñidos, patadas, escupitajos, insultos, mentadas de madre y un largo etcétera de gestos ya instrumentados han demostrado que no son suficientes, ni para un lado ni para el otro. Es el juego de la cuerda tirada por ambas puntas por equipos de fuerza y ninguno consigue meter al contrario en el barrial. Ergo, el juego puede durar mucho, hasta que un equipo se canse y pierda fuerza. Y eso puede ocurrir luego de largo tiempo. Pero, hay un detalle. El terreno sobre el cual se da el juego está colapsando. Ambos equipos pueden resultar heridos o muertos, con inmenso costo no sólo para los engrinchados rivales sino para los vecinos y amigos más allá de los mares. Ergo, urge negociar para cambiar el juego. Inventar uno en el que la debilidad del terreno no sea la variable marcadora y ganadora. Por eso surge la «bachata en Quisqueya», con nuevos palabreros que, como marca la tradición son los que ponen orden en la discusión a ver qué se logra. Claro está, el palabrero mayor saca ganancia. Cambia lo que debe por servicio prestado, muy conveniente para sus cuentas, que no es poco lo que debe.
De aquí al 27 de septiembre, mucho puede cambiar. O no. Pero hay cosas que están ahí, marcando. Unas elecciones regionales que la oposición ganará, pero que puede ganar por mucho y con mucha participación, o ganar con mengua, que es a lo que apuesta el régimen. También está en agenda el pago de cómo 3500 millones de dólares por deuda externa. Si el régimen paga, pela, si no paga, pela.
A Quisqueya hay que ir con cabeza fría. Poniendo sobre la mesa un guacal de exigencias, algunas de las cuales son «palabreables». Otras, irrenunciables. Yo, humildemente, creo que hay que salir de Quisqueya con los puntos pedidos por la oposición. Y con una fecha fija de elecciones presidenciales. Y todo puesto en negro sobre blanco y firmado con tinta indeleble.
@solmorillob

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