Muchas cosas pasan – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

En medio del colapso y el consecuente caos en el que vivimos, tenemos la errada percepción de que no pasa nada. Nada que ver. Pasa. Y pasa mucho. Pero hay que atar cabos, hilar fino, unir los puntos, para armar la escena marcada en el guión de esta telenovela. 
 
Los cambios en PDVSA no son un dato menor. Si se analiza con ojo clínico, varios asuntos emergen: la colonización gradual del estamento militar en nuestra principal y ya única empresa; la pugna por quién manda ahí, si los uniformados herederos de las glorias patrias o los civiles revolucionarios, sin que se resuelva por ahora el enigma; el creciente control chino sobre la otrora importante empresa petrolera venezolana, que es la única que podría generar los dineros para pagar la inmensa deuda contraída con la potencia asiática. La señora canciller y el zar de las finanzas públicas se quedan por ahora con las ganas de sentarse en la poltrona presidencial de PDVSA. Pero entran en el directorio, atentos, alertas, en competencia, mientras don Eulogio se aferra con uñas y dientes al cargo, argumentando que él tiene trayectoria en la corporación. La recién designada VP ejecutiva proviene de los uniformados. Hum… No es poca cosa. Y los intereses chinos quedan bien preservados con don Ricardo. 
 
Maduro, vía un decreto raro y sobrevenido, delega funciones en el VP de la república. Lo convierte así en el ejecutor. Y por ende responsable de los dislates y delitos. La gente dice que él presidente es bruto. No lo es. Al contrario, es astuto. Y este decreto así lo revela. No es un hombre preparado académicamente, ni culto ni tiene buenos modales, pero no tiene ni un pelo de bruto. Sabe jugar bajo la mesa. 
 
Hace unos días el hoy ex gobernador del estado Sucre declaró que todo el norte de ese estado está minado por el narcotráfico. La consecuencia fue su destitución del cargo y su sustitución por Edwin Rojas, una pieza incondicional de Maduro que tiene, además, una relación muy amigable con el estamento militar gobernante. 
 
El TSJ reafirma que la evaluación  de responsabilidad del presidente de la república y la posterior declaratoria de abandono del cargo por parte de la Asamblea Nacional no van. Eso tiene varias lecturas: la Sala Constitucional, palabras más palabras menos, convierte al Poder Legislativo Nacional en jarrón chino. Y hay una velada amenaza, implícita, que los diputados podrían ser llevados a juicio por una suerte de acusación de intento de derrocamiento. El asunto pica y se extiende.
 
Claro, pasan cosas afuera de nuestras fronteras que son un regalo para Maduro y el régimen. Él VP colombiano Vargas Lleras se mandó con un discursito infeliz en el que usó el vocablo prohibido -«veneco»- obsequiando una oportunidad para la ira venezolana, falsa por parte del gobierno pero con justificada base para la queja airada de la ciudadanía. Y mister Trump está fajado en la explosión de las incorrecciones. Vargas Lleras, Trump y otros le ponen en bandeja de plata estos dulcitos que, por supuesto, son rápidamente aprovechados por el régimen rojo rojito para nutrir los medios y las redes. Eso permite que las clases medias venezolanas se desgasten en ocuparse de lo externo y obvien lo fundamental, que es lo que pasa aquí, en nuestro maltratada patria.
 
La rebeldía tiene que ser generalizada, de los ciudadanos y de los dirigentes políticos, de los curas y las monjas y de los liderazgos sociales, de los jóvenes y también de quienes ya no lo somos. Hay que festejar cualquier acto de rebeldía, fomentarlo y apoyarlo. Y no confundir la rebeldía con la rebelión. La rebeldía es negarse a ser esclavo de un régimen que de autoritario ya mutó en tiranía disfrazada de legal.
 

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