Porque no me da la gana – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

Al señor Maduro, quien anda en procura de un título como «Benemérito» o «Generalísimo por la gracias de Dios», le dio la gana de mandar a matar el referéndum revocatorio. Antes, le había dado la gana de mandar a reventar otros derechos, como el consagrado en la ley aprobada por la AN respecto del cesta ticket  para los jubilados. Como un parlamento nacional no obsecuente le molestaba, pues le dio la gana de mandar a borrarlo del mapa. Para ello, a la ristra de sentencias inconstitucionales del TSJ, este ente sumó unos bodrios, las decisiones 155 y 156. Ello sobre la decisión de irrespetar los acuerdos del «palabreo» para así hacerlo implotar, dejando entendiendo, con los ojos claros y sin vista, a varios negociadores y mediadores. Pero el señor Maduro no se quedó ahí. Porque le dio la gana mandó a evitar que cualquier reclamo o protesta llegue a sedes de instituciones públicas. Remedando a la reina de corazones del cuento de Lewis Carroll, le dio la gana de mandar a «que le corten la cabeza» a esos tipos alzaos. Sacó a sus esbirros a las calles con orden de feroz ataque. Es una declaración de guerra a muerte. Que se lleven por delante ancianos, jóvenes, mujeres y cuánto ser se atreva a disentir. Total, sobran en la agenda de tiranía y dominación.
Como no le ha parecido suficiente con años de pésimo ejercicio presidencial y con haberle echado levadura a la corrupción más hedionda, al señor Maduro le dio la gana de comerse en caldo de ñame nada menos que la Constitución del 99, refrendada por voto popular en 2007. Procedió entonces, porque le dio la gana, a mandar que a la Constitución la lleven al paredón, o al cadalso, o a la guillotina, o la lapidación, para que en acto público se proceda a ejecutarle la sentencia de muerte al manoseado y tan vejado librito azul. Al «Don», «capo de tuttI capi», le dio la gana de inventarse un modelito de Constituyente, a medida de sus ambiciones, en la cual algunos ciudadanos serán más iguales que otros. Que no haya eso de preguntarle al pueblo si quiere o no Constituyente. ¿Para qué? Que la oficinita electoral, perdón, el CNE de misia Tiby y las comadres cumpla a rajatabla la orden del bigotón, que jefe es jefe manque tenga cochocho. Que cuelguen de la brocha a cualquiera que discuta la comanda. Que salgan todos los funcionarios, cual corderos en fila india, a repetir los blandos argumentos.
Pero al «me da la gana» del señor Maduro, se le opone el «porque no me da la gana» del variopinto pueblo que se niega ya a dejarse ningunear. Acaso la rebeldía de ese pueblo se deba a ya no tener nada que perder. Porque en Venezuela sólo los pranes, los enchufados y los oportunistas viven bien. El resto, ya sin distingo de clase, género o edad, sufrimos cada día más. Nos arruinaron el presente y sentenciaron a muerte al futuro. Y eso nos coloca no un sálvese quien pueda» sino en lo que el señor Maduro no consigue o no quiere entender: que cuando tanto se ha perdido, cuando hemos sido saqueados de respeto y de derechos, ante esa horrorosa verdad de ver a nuestro país hecho jirones, pues no nos queda de otra que sacar el pecho, el pecho venezolano. Desempolvar la hidalguía que estaba metida en el baúl, quitarle las telarañas al uniforme de ciudadano y plantarnos frente al horror. No sabemos si conseguiremos vencer al monstruo de mil cabezas. Boves fue vencido. Zamora es un bigotón convertido en barajita comodín. El Mocho Hernández ni siquiera está en la memoria colectiva. Gómez y Perez Jiménez no son hoy sino tallas de venta en tiendas de artesanías. El país descarta. Es bueno en eso. Sabe divorciarse.
Un cuero seco. Frase célebre. Tanto y tanto patearon y vejaron a Venezuela, tan convencidos estaban que el pueblo siempre sería esclavo que ahora no saben cómo atajar al rebelde que llevamos en los genes. No saben qué hacer con el «porque no me da la gana» cantado con música del himno nacional.
@solmorillob

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