Sin banderas – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

Graves errores ha cometido el oficialimk9HMijk_400x400smo y, en particular, el PSUV y el ciudadano presidente Maduro. Vistos los resultados (arrolladores) de la oposición, se ha debido picar adelante, aun a costa de tener que hacer algunos «sacrificios» de corte ideológico. Porque la realidad se impone y tiene la mala costumbre de no ceder.

Estaba de anteojito que la nueva AN, con mayoría más que abundante de las fuerzas de oposición plantearía desde el primer día una legislación referente a otorgarle papeles de propiedad a los beneficiarios de la Misión Vivienda. Eso tiene varias consecuencias mediatas e inmediatas. De entrada, mueve el mercado inmobiliario que ha estado agónico. Cada nuevo propietario a partir de serlo podrá acudir al sistema financiero y usar esa propiedad como aval para obtener un crédito con el cual emprender algún negocio productivo o, por ejemplo, hacerle mejoras a esa vivienda que, reconozcamos, está en el límite de la precariedad. La legislación puede además generar una dinámica virtuosa en un mercado que como el inmobiliario ha estado sumido en un foso estático. Y pone orden en la casa. A saber, un propietario de una vivienda de un edificio de la Misión habrá de hacerse responsable del mantenimiento de la misma y, en virtud de ello, cancelar aportes de condominio así como los impuestos municipales correspondientes. Y eso hará que esas viviendas no comiencen a deteriorarse (eso ya ocurre) sin que haya dolientes de bolsillo no genérico. La ley permitirá por diseño hacer una auditoría de la MV. ¿En realidad se llegó a un millón de nuevas viviendas? Algunos nos permitimos dudarlo. Claro que los nuevos propietarios podrán vender su vivienda o alquilarla. ¿Y? Contrariamente a lo que algunos conservadores pueden argüir, eso es bueno. ¿Por qué Maduro no lo hizo? Que el lector responda esa pregunta.

La ley de amnistía y reconciliación nacional es indispensable. Está mal, en Venezuela y en cualquier nación del planeta, la existencia de penalización al pensar y opinar distinto al Poder. Eso no es democrático. Tan simple como eso. Maduro ha debido liberar a los presos politicos, haciendo uso de las potestades que le confiere la Constitución. No lo hizo. No logró liberarse de las cadenas que le han impuesto y él se ha dejado imponer. Maduro, que tan habla y que pierde constantemente la oportunidad de callar, ha debido tomar esa bandera y enarbolarla alto. Hubiera quedado «deluxe».

La ley de producción nacional, ya avisada como estandarte de la oposición, va. Y Maduro pierde entonces la ocasión de haber sido él su gran promotor. Nadie lo recordará como el paladín del » hecho en Venezuela». Una torpeza inusitada. Casi una ingenuidad de novato. Y Maduro no es ni ingenuo ni novato. Igual ocurre con las de cestaticket para los adultos mayores. No existe ninguna razón que justifique que tenga que llegar la oposición a mandar en la AN para que esa ley, que existe en decenas de países, vea luz, dada la crisis más que inocultable en la que viven nuestros ciudadanos mayores.

En fin, Maduro y el oficialismo se quedan sin banderas. Un disparate de proporciones de la caída del Imperio Romano. Ah, por cierto, cuando los romanos aceptaron. Que se imperio se hacia pedazos, ya era tarde, muy tarde.

Estamos mal, pero vamos a ir bien, como recordamos dijo alguna vez, y con razón, Teodoro.

Soledadmorillobelloso@gmail.com
@solmorillob

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