Tantos errores confundidos – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

Me dicen que lo que pasa en Venezuela es lo mismo que antes, quizás un poco agrandado. Que antes hubo dolo ymk9HMijk_400x400 ahora simplemente ha aumentado el monto. Me lo dice alguien culto y educado y que diario lee la prensa nacional e internacional. Esta persona no vive en Venezuela, pero es venezolano y estudió y trabajó en varias ciudades venezolanas. Así que la conclusión a la que llega me asombra y, confieso, me angustia y perturba.
Como ya contabilizó muchos años de edad y oficio, me aterra pensar cuán mal estaremos comunicando todo como para que estas alturas alguien crea que lo que padecemos es parecido a sufrimientos anteriores. «Ni en el blanco del ojo», dirían las viejas sentadas en los portones de los pueblos de Margarita a la hora en la que la calor aplasta. Muy por el contrario, hay que recurrir a don Ramón Jota: «es el mismo pueblo, lo que cambian son los sufrimientos».

Los dolores actuales en Venezuela -quiero aclararlo, para que al menos no se sigan apilando tantos errores confundidos- no sólo son bien distintos de los muchos y variados que sentimos en épocas pretéritas sino que, para acabarla de completar, son infinitamente más graves. Existe un montón de problemas nuevos que se encaramaron sobre los antiguos aún sin resolver. El nivel de domesticación al que hemos llegado en el país acaso sólo tenga precedentes en tiempos del Gomecismo. La rebeldía ha sido intrínseca al venezolano desde el principio de nuestra identidad. Así las cosas, ver a una Venezuela sojuzgada, pisoteada, magreada y convertida en foca de circo majunche es inusual y muy extraño, por decir lo menos. Es una experiencia para la cual no tenemos recursos intelectuales, sociales, comunitarios, emocionales, espirituales ni económicos. Estamos tan encandilados por las luces del desastre que nos hemos quedado sin palabras. Es tal el ruido que no conseguimos escuchar nuestras propias llamadas de alerta. Y en el ambiente enrarecido, confundimos viejos errores con nuevos. Creemos que es más de lo mismo cuando en realidad ha sido un nuevo peor.

Pero el reciente evento celestial me sirve para intentar explicar en dónde estamos parados hoy. Por muy hermoso y llamativo que nos haya parecido, un eclipse de luna que puso la luna roja no quiere decir que ésta se haya quedado roja para siempre. Por fortuna. De hecho, los científicos nos apuntan que si la luna permaneciera roja y el eclipse se prolongara, se producirían serios desastres naturales con consecuencias calamitosas para los habitantes del planeta.
Bueno, lo que a muchos atrajo y sedujo por la novedad, esa luna roja, es en los hechos un fenómeno político, social y económico nefasto, una pesadilla con efectos perniciosos de los cuales mucho nos costará salir y recuperarnos. La revolución es un eclipse, no sólo de la política sino de la sociedad. Un oscurecimiento de la civilización. No es la primera revolución del mundo que fracasa estrepitosamente. Pero, como es harto sabido, nadie aprende en cabeza ajena.

Soledadmorillobelloso@gmail.com
@solmorillob

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Un comentario

  1. Lo que usted plasma en su escrito es lo que realmente está pasando, y no solo en este señor que vive en el exterior y que tal vez no tiene penurias, ni asaltos, ni hambres, ni necesidad de hacer tours por las farmacias para conseguir un medicamente. Al igual que otros muchos venezolanos que se han ido huyendo de ese socialismo, y que ya con dos, tres, o cuatro años viviendo en el exterior siguen viendo a la Venezuela roja, pero al igual que la luna le ven muy lejos de su alcance, porque ya no les interesa Venezuela, total ellos están bien acomodados en el norte o en Europa, tanto es así que son incapaces de reunir un dólar o un euro mes a mes para cuando hayan elecciones venir al país a simplemente votar porque en el exterior no se han podido inscribir o no han hecho nada por hacerlo. Me consta, porque tengo muchos amigos y familiares en el exterior que ya ven a Venezuela desde afuera como un país lejano. Ya nos ven en tercera personas: “en Venezuela pasa esto o lo otro” “allá no hay comida o hay inseguridad”. Ya no la nombran como “en mi país pasa esto y aquello”. Es muy triste de verdad ver como ya la gente se acostumbra a esta hecatombe que nos arropa, y de la que los venezolanos que aquí vivimos estamos luchando para erradicarla, para salir adelante con el sueño de tener de nuevo nuestra Venezuela de los 60, 70, 80 y parte de los noventa. Años en donde yo disfruté de adolescencia y juventud feliz, años en donde podía cambiar de trabajo cuando quisiera porque había fuentes de trabajo. Años en donde salir a bailar de noche era “lo máximo”, sin el temor a ser robados o asesinados. Años en donde viajar en vacaciones se nos hacía muy fácil, en donde recorrer Venezuela era encontrar hermosos sembradíos que adornaban el paisaje. Era ver extensas áreas llena de ganado, de cosechas de arroz, de maíz. El maíz que hoy nos falta para nuestro clásico plato obligatorio en nuestros desayunos como era la arepa. Esta Venezuela que tal vez su amigo conoció y es la que le queda en la memoria y por eso piensa que aquí no está pasando nada. Pero yo invito a ese señor que se regrese a Venezuela, y que salga de noche a caminar por el boulevard de Sabana Grande, o vaya a cenar cualquier restaurante de comida criolla para salir de ahí a las 11 de la noche. O simplemente venga para hacer un mercado como lo de antes que llenábamos los “carritos del mercado hasta los teque teque” . O si tiene hijos o nietos en edad de estudios, que se los traiga del “exterior” a estudiar en Venezuela en estos momentos. Para que, teniendo una semana en el país diga si opina lo mismo de que “la Venezuela de ahora es lo mismo que antes”.
    También opino como usted, al igual que la luna roja que aparece cada cierto tiempo y a todos asombra pero luego se va, también tengo la esperanza de que esta marea roja que tanto daños le ha hecho al país y a sus pobladores, desaparezca más temprano que tarde para quemas nunca, pero más nunca a Venezuela la gobierne algo semejante a lo que tenemos.

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