Toro, habitante originario – Carlos Raúl Hernández

Por: Carlos Raúl Hernández

Hace algunos años pequeños partidos autoritarios de clases mediasNyNNjCel_400x400 decidieron denominarse “sociedad civil” en desmedro de la auténtica, y asumieron un seudo liderazgo opositor que acabó en tragedia. Hoy mantienen una relación “a beneficio de inventario” con la Unidad, una actitud distante y hostil. Se alegran algo de los éxitos alcanzados, sin expresividad, porque cada triunfo les subraya sus errores de pronósticos y propuestas, y algunos no logran ocultar la alegría cuando algo sale mal. En la otra mano, la Unidad, pese a sus victorias, no conquista en profundidad las clases medias ilustradas, tal vez por cierta vaciedad conceptual, falta de interlocución, y solo ocuparse del “pueblo”. Pero también porque tales grupos del saber técnico, creen por ello conocer de política, arte del que no tienen el ABC y que no comprenden, buenas conciencias portadores de eticismos y moralinas.
El filósofo André Gorz establecía la incompatibilidad diametral de dos tipos de crítica. La crítica interna, es la que en condiciones normales alguien mantiene hacia su familia, allegados, país, o equipo deportivo. Si un hijo, hermano o cónyuge tienen un problema, se equivocan, o fracasan en algo, su gente lo rodea y trata de corregir y ayudar. Igual si pierde el equipo de nuestra preferencia, es nuestra pérdida ¡perdimos! es el grito. Otra muy distinta es la crítica externa, la que se hace a adversarios y enemigos, furiosa y distante. La derrota del contrario es bien propio. La gente sin experiencia que se acerca a alguna forma de activismo político, aunque sea en las redes, y se hace fanática de algún partido o figura, ejerce la crítica externa contra sectores de la misma corriente. Es evidente en tuiter la ruindad con que se cuestionan diferencias entre opositores.

La AN de la democracia

En momentos distintos, fanáticos dentro de la Unidad han celebrado los infortunios o errores de Capriles, López o Rosales como triunfos de su propio líder amado, o partido, sin entender que cuando fracasa o se equivoca un miembro de la Unidad, arrastra a todos. En las dificultades de la Asamblea Nacional este año, los vociferantes, previos abstencionistas o militantes de cualquier bagatela, no pierden chance de volver a llamar traidores a los líderes si no hacen lo que está en su cabecita loca. El triunfo del 6D evidenció que el rey estaba desnudo. El gobierno ha creado crisis de desabastecimiento, inflación, devaluación, inseguridad y electricidad, que drenan su apoyo ya minoritario, y a corto plazo solo se divisa con hueso sano la FAN. Un gobierno con apoyo popular precario y la Constitución en contra, que lleva el camino de Damasco, Siria, hace teatro para ocultar esa debilidad, aunque con los días ya no tiene capacidad ni para mentir con mínima seriedad.
La Asamblea Nacional es la gran reserva política, recién electa por el voto popular ante el mundo, un poder inevitable para enfrentar cualquier crisis y por eso el exangüe gobierno quiere desacreditarla, anularla, degradarla a través del poder de facto. Lo peor en un demócrata es colocarse en crítica externa a la Asamblea Nacional, porque es nuestra Asamblea Nacional, de los demócratas y de la democracia, la institución que ganamos gracias a millones de sacrificios, esfuerzos y votos. Si el gobierno la acosa y devalúa, acusa y devalúa a todo el país que destruye y no se puede asumir la actitud de Toro. En las últimas, sin municiones, atacados por centenares de comanches, el Llanero Solitario se voltea a su fiel amigo indio y le dice (en mexicano-apache) “-querido Toro. Eso está chingado– a lo que el increpado responde –creo que chingado estar tú, cara pálida”.
Inteligencia cabeza hueca
Como en el de kemo sah bee, en este caso se trata de resistir y combatir, porque los comanches solo están fingiendo fuerza. En muchos casos la política es exitista, hay que evidenciar victorias para mantener los seguidores, pero en otras no y se alimenta de la esperanza, no de la utilidad. Un golpista fallido se convirtió en onda sísmica de una sociedad positiva que progresaba aceleradamente, porque subió la apuesta, creó una tenebrosa esperanza, para destruir lo que era un modelo democrático en el mundo. No lo hubiera logrado sin el apoyo de la inteligentzia que convenció a las clases medias de que el país modelo era más bien un pozo séptico, el pacto democrático (Punto Fijo) un contubernio vergonzoso y una bandada de pericos salió a hacer bulla (creo que fue Uslar Pietri el primero que utilizó la palabra puntofijismo para denigrar la democracia).
“Especialistas” cacarearon que Venezuela era una nueva Calcuta, cuando lo cierto es que cada vez había menos pobres, más empleo y mayor bienestar. La ola reaccionaria que comenzó en 1992 levantó fe y emoción entre las sombras tenebrosas, banalidades inútiles y mentiras dañinas salidas de las vacías cabezas esa inteligentzia creole. Esa fue la derrota cultural de la democracia y hay que debatir con las clases medias para que no vuelva a ocurrir. La Unidad tiene que recuperar la esperanza, superar el discurso minimalista, pero cuidando, como Don Corleone, solo contraer compromisos que pueda honrar. Convencer que en esta empresa va la vida al país, que la Asamblea Nacional es la vanguardia del proceso democrático y que su derrota lo sería de todos. Que los diputados opositores son nuestros kemo sah bee.
@CarlosRaulHer

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