Palabras para Barrera

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Quisiera dejar a continuación el discurso que pronuncié el pasado jueves 10 de diciembre cuando tuve el honor de presentar la novela “Patria o Muerte” de Alberto Barrera Tyszka ganadora del Premio Tusquets de Novela 2015.

Esa noche comenté que en realidad yo creo que sé algo de cábala porque las cuatro novelas que ha escrito Alberto Barrera, las cuatro las he presentado yo en nuestro país.

Patria o muerte de Alberto Barrera Tyszka ganadora del Premio Tusquets de Novela 2015

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Palabras pronunciadas en la presentación de la novela «Patria o Muerte», en Caracas, el pasado 10 de diciembre.

Sentía que Venezuela era una mierda, un derrumbe que ni siquiera llegaba a ser país. Creía que la política los había intoxicado y que todos, de alguna manera, estaban contaminados, condenados a la intensidad de tomar partido, de vivir en la urgencia de estar a favor o en contra de un gobierno. Llevaban demasiados años siendo una sociedad preapocalíptica, una nación en conflicto, siempre a punto de explosión. Todos los días podía suceder un cataclismo, conspiraciones, magnicidios, guerras, atentados terroristas, fusilamientos, ejecuciones, sabotajes, sublevaciones, linchamientos. Todos los días podía suceder una hecatombe. El país estaba a punto de estallar pero nunca estallaba, o peor, vivía estallando lentamente,  poco a poco, sin que nadie se diera demasiada cuenta.”

Así, con esa extraña mezcla de amargura y desconcierto, de hastío y frustración, Albero Barrera Tyszka reflexiona sobre el personaje fundamental que habrá de llevar el hilo conductor de su más reciente novela, “Patria o muerte”, premiada con el Premio Tusquets de Novela 2015, y que está noche presentamos con no poco orgullo.

El personaje en cuestión es el oncólogo retirado, Miguel Sanabria, esposo de Beatriz, una antichavista radical, que tiene que viajar a Panamá para estar presente en el alumbramiento de su hija; que, como tantos, forma parte de esa diáspora de venezolanos ahora regados por el mundo. Una familia de clase media, pues, que ya nos resulta familiar.

El doctor Sanabria, además, es hermano de Antonio, un viejo izquierdista que ahora es chavista. Y éste es padre de Vladimir, un chavista de verdad, de la nomenklatura, que, recién llegado de La Habana donde agoniza el presidente, le hará entrega a su tío Miguel de un preciado y peligroso secreto: la grabación de video con las últimas palabras de Hugo Chávez.¡Menudo secreto!

Quien escribe esta novela sabe enganchar, quién lo duda. Dumas podría estar susurrándole ideas al oído. Pero no, Barrera se ha medito por derroteros más profundos y complejos: Stendhal y Tolstoi serán mejores referentes. ¿Por qué? Porque el reto de Alberto Barrera es colocarnos en una tragedia real através de unos personajes de su imaginación sin los cuales no podríamos comprender y asumir el drama que los justifica y les da vida. Claro, mientras los maestros se ocupan de una épica real que arrasó a Europa, Barrera se ocupa de un conato de épica, de un arrebato con pólvora mojada que, aunque pretendió ser revolución, nunca lo fue pero igual arrasó con un país, el nuestro.

Teniendo la agonía de Hugo Chávez como telón de fondo, como un rumor, o un ruído más bien, nuestro autor levanta una novela coral variopinta, ambiciosa. Al oncólogo Sanabria hay que sumarle al periodista Fredy, a quien han despedido y que ahora tiene que arreglárselas para salir adelante con la mujer que vive y el pequeño hijo de ambos. Habitan un apartamento reclamado por la propietaria. Ésta, que como tantos huyó a Miami buscando desesperadamente otro oxígeno, otra seguridad, ha regresado con las tablas en la cabeza después de perder todos sus ahorros, y exige lo suyo. Pero -¡vaya un duro golpe!-encuentra sus derechos mermadospor culpa de la nueva ley de inquilinato donde ella es la mala y los inquilinos son los buenos. ¿Recuperará su apartamento? ¿Cómo hará para lograrlo? En un país sin ley, o, mejor dicho, con una ley chavista que va contra la propiedad y la generación de riqueza, es fácil que los escrúpulos, como la ética y la moral, se vuelvan añicos. Es demasiado delgada la línea donde todos somos bestias.

Además de estos y entre tantos otros personajes, el coro lo complementan una enfermera cubana, de las que llegó al país con Barrio Adentro, que también quiere huir y también, por supuesto, para Miami; una madre y su hija, que viven tan asustadas por la inseguridad, que nunca salen de casa; y una periodista norteamericana que llega al país obsesionada por la figura de Hugo Chávez, ese hombre carismático que ha logrado seducir a un país; pero a ella, más que el carismático, le interesan los carismados, los venezolanos víctimas del embrujo.

Esta no es la novela sobre sobre la muerte de Hugo Chávez; esta es la novela sobre la muerte de un país. Todos los personajes de la historia son víctimas de lo que nos ha obligado a ser el chavismo. De ese venezolano del nuevo tiempo, extraño, amargo, desconocido y cruel. Los resortes morales de este coro de personajes desafinados sondestruídos sin posibilidad de redención, extralimitan la vida misma; llegan a puntos donde jamás sospecharon que podrían llegar. Y todo para poder sobrevivir.

Nosotros, los venezolanos de este tiempo, nos hemos visto enfrentados a retos cotidianos, difíciles. Para qué enumerar lo que sabemos. Escasez, inflación, inseguridad, malos servicios, la crisis de la salud, en fin. Pero a ello hay que sumar otra dificultad particular: una dificultad intelectual. La dificultad de entender y explicar qué es lo que hemos vivido. Qué es lo que nos ha pasado en estos 17 años de este despropósitodescomunal, de este caos, de este fracaso imperdonable llamado “Revolución Bolivariana”.

He visto llegar a innumerables corresponsales extranjeros, sin duda ilusionados, buscando la verdad de la revolución. Llegan alumbrados, desconcertados, tratando de entender la razón, la raíz del fenómeno. Y luego los he visto partir, sin duda desilucionados,con algunas certezas pero con el desconcierto intacto. La tarea no es sólo difícil para explicarle a quien viene de afuera; la tarea esigual de difícil y tortuosa para nosotros mismos. Ello justifica que se hayan publicado tantos ensayos sociológicos, políticos, históricos y económicos sobre la Venezuela de estos tiempos. Pero todos estos son textos ceñidos por el rigor científico. El miedo, el desánimo, la frustración inmensa que hemos vivido no se reflejan en esas páginas. Tenía que venir la literatura para poder entrar hasta el hueso. Ese es el puñal que representa “Patria o muerte”.

Quiero hacer una última consideración sobre este título, que revela mucho. No sólo es el lema que Hugo Chávez le robó a Fidel Castro (o a lo mejor Castro se lo regaló o se lo prestó), es el lema que sin escapatorias nos remite al espectro revolucionario.

Pero invito a otra lectura del dilema “Patria o Muerte”. La novela de Alberto, en el 2015, se me antoja con un parentesco importante con la “Doña Bárbara” de Rómulo Gallegos, en 1926.

Gallegos, en aquel país que a duras penas trataba de arañar el siglo XX, todavía muy halado por el espíritu decimonónico, planteaba lo que sería el gran reto o dilema para la Venezuela del porvenir y la modernidad: Civilización o barbarie. Es curioso que, iniciando un nuevo milenio, en el 2015, nos veamos obligados al mismo reto, evidenciando que hemos girado sobre nuestras miserias sin mayor avance. Despojándolo de su connotación revolucionaria, el patria o muerte nos coloca en el mismo disparadero de civilización o barbarie. Y lo peor de todo es que, 89 años después, seguimos cercados por el dilema, incapaces de dar el salto, la ruptura definitiva que nos permita avanzar.

El pasado 6 de diciembre todos los venezolanos dimos el primer campanazo para poder entrar en el porvenir distinto, liviano, próspero y despejado que desde hace ya tanto nos merecemos. Quiera el destino que pronto avancemos por esa senda. En el duro mientras tanto, sin embargo, es imperativo reflexionar sobre lo vivido para no repetirlo. Abra la primera página de “Patria o Muerte”, y empiece.

César Miguel Rondón.

Caracas, 10/12/2015

 

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