You´ve got a friend in me

  Es una canción simpática y muy muy grata You´ve got a friend in me,andy-playing-with-woody-t_4a702dbdec53b-p Tienes un amigo en mí. Pues resulta que eso es algo más que una canción que se le ocurrió a un músico y a un compositor tan talentoso como Randy Newman. Es algo más que la canción que sirvió para cantar la amistad entre el niño y el juguete en Toy Story. Resulta que algo de realidad tiene. Leo a Azadeh Ansari en CNN:

  ¿Sabías que estamos ligados genéticamente a nuestros amigos?  

  Esto le da un nuevo significado a la frase “Tienes un amigo en mí”

 Un nuevo estudio publicado el lunes en Proceedings of the National Academy of Sciences sugiere que los amigos podrían ser algo más que una persona en quien te apoyas cuando no eres fuerte; en realidad, ellos te podrían ayudar a salir adelante… genéticamente hablando.

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 «Si analizamos el genoma completo, encontramos que en promedio, somos genéticamente parecidos a nuestros amigos», dijo James Fowler, coautor del estudio y profesor de genética médica y ciencias políticas en la Universidad de California en San Diego. «Tenemos más ADN en común con las personas que elegimos como nuestros amigos que con extraños en la misma población».

  Durante los últimos diez años, Fowler y el coautor Nicholas Christakis, profesor de sociología, biología evolutiva y medicina en Yale, han estudiado la ciencia detrás de las redes sociales. Buscan una explicación biológica detrás de algunas nociones sociales que han existido desde hace mucho tiempo.

 «Todos hemos escuchado la frase ‘Dios los cría y ellos se juntan’, pero queremos saber por qué», dijo Fowler.

 Utilizando datos del Estudio del Corazón de Framingham, los investigadores pudieron llevar a cabo lo que dicen es el primer análisis del genoma en el que se correlacionan los genotipos entre amigos.

  Según el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU., el Estudio del Corazón de Framingham inició en 1948. Es un estudio multigeneracional a largo plazo, diseñado para identificar los factores genéticos y ambientales que influyen en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y de otro tipo. Los datos de genética generacional ofrecidos por el Estudio del Corazón de Framingham fueron el punto de partida ideal para Fowler y Christakis.

  En el estudio participaron 1.932 sujetos. Un grupo lo conformaban parejas de amigos no relacionados, mientras el otro grupo lo conformaban extraños no relacionados. Los científicos examinaron 1,5 millones de indicadores de variación de genes para medir con precisión hasta qué grado genético cada persona era parecida al amigo o extraño que era su pareja.

  «Encontramos que compartimos más o menos el 1% de nuestros genes con nuestros amigos», dijo Fowler. «En promedio, nuestros estudios indican que somos tan parecidos genéticamente a nuestros amigos, como lo somos con nuestros primos en cuarto grado o personas que comparten tátara-tatarabuelos».

  De los genes que más prominentemente se expresan entre parejas de amigos no relacionados, los investigadores encontraron que los genes del sistema olfativo estaban sobrerepresentados.

  «Los amigos tienden a oler las cosas de la misma manera», dijo Fowler. «En los días prehistóricos, por ejemplo, las personas a quienes les gustaba el olor de la sangre podrían salir a cazar juntos, mientras los recolectores podrían preferir el olor de las flores silvestres. En la actualidad, dice Fowler, eso se traduce en que a las personas a quienes les gusta el olor del café se reúnen en cafeterías.

  El artículo por supuesto es mucho más extenso. A los interesados lo pueden buscar en la página de CNN. En todo caso, como se sabe, nada en esta vida es de gratis, ni siquiera porque soy amigo de fulano y no de mengano. You´ve got a friend in me.

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