La Tonada – Ensamble Guanalí / Tonada de Ordeño – Soledad Bravo

Portada JuevesDecíamos al principio de esta navegación por el iPod, que cuando uno dice “tonada” uno escucha a Simón Díaz. ¡Pero hay tantas tonadas que no son de Simón!

  La que está al fondo tiene un título sencillo: “Tonada”. Es una belleza total. Interpretan madre e hija, el Ensamble Guanalí.

  Quien tiene también muchas tonadas es el Indio Figueredo. En alguna oportunidad Soledad Bravo mezcló tonadas del Indio con tonadas de Simón y las reunió bajo un título perfecto: “Tonadas de Ordeño”.

   La anécdota creo que la he contado ya en muchas oportunidades. En diciembre de 1984, Soledad Bravo y Antonio Sánchez me invitan para que produzca un disco donde Soledad quería cantar, a sus anchas, la música que siempre la ha caracterizado, pero en el espíritu del jazz. Montamos lo que se dice un auténtico trabuco. Grabamos en los estudios de Spyro Gyra, en New Jersey, en ese frío diciembre. En el estudio estaba gente como el gran pianista argenetino Jorge Dalto, quien a su vez era el arreglista y director de la banda. Gente como Ray Barreto, Airto Moreira, el gran Eddie Gómez. Gente como Paquito D’ Rivera, en fin.

  Fue un placer, una delicia.

  Cuando Soledad, que no podía cantar las tonadas con el cuatro -cosa muy curiosa-, grabó a manera de base las tonadas sólo con la guitarra, extasiados quedaron todos los músicos en el estudio.

  Y entonces Soledad le pregunta a Jorge y a todos los demás: bueno y ahora qué hacemos con esto.

Fue consenso unánime que la grabación era perfecta y que no había que ponerle más nada. Recuerdo la cara de frustración de Soledad. Ella, entonces, se llevó a un rincón a Eddie Gomez y le dijo: esto para mí es como si fuese un blues, algo muy íntimo, muy personal.

  Qué tantas otras cosas le diría no lo sé. Pero hablaron muy juntitos el uno del otro. A manera de respuesta, Eddie regresó al estudio con su inmenso contrabajo del siglo XVII. Se puso los audífonos y sencillamente dijo: me van a poner la música cuando yo  haga una seña. Y empezó a tocar. Lo que usted escucha es una toma única.

  Eddie Gómez, ese genio del contrabajo, nacido en Puerto Rico; el gran bajista, por ejemplo, entre tantos, de Bill Evans, soltó eso de un solo arrebato, habiendo escuchado apenas una vez las Tonadas.

  Después vino Soledad y le sumó el cuatro, y su voz en armonía para hacer coro en algunas estrofas. El maestro brasileño Airto Moreira agarró periquitos aquí y allá para poner acentos percusivos. Y Jorge Dalto se sentó sobre un teclado para poner poner todos los colores posibles. Lo que quedó fueron estas “Tonadas de ordeño” publicadas luego en 1985.

  De las cosas que he hecho en mi vida, esta es una de las que más orgullo y felicidad me ha producido. Creo, sencillamente, que es una obra maestra.  

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