El problema no es la clínica, es el hospital

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  El diario El Universal destaca como gran titular de primera página: “Alertan que clínicas irán a la quiebra en seis meses”. La Academia de Medicina calificó de “arbitrio, inconsulto e ilegitimo” el esquema tarifario publicado en Gaceta Oficial que rige los servicios de las clínicas privadas. Advierte que “con las pésimas condiciones que presenta la red de salud pública, lo que menos se debe hacer es fulminar de un zarpazo a la práctica privada. Esa norma quebrará en medio año” a la medicina particular.

  El Diario 2001: “Bajarán a la mitad los cobros médicos”. Las cartas avales están paradas en las clínicas en espera del baremo.

  A ver, el problema de la salud pública nos lleva a lo siguiente. La medicina privada -una clínica- es una opción que usted tiene como ciudadano: “yo no quiero ir al Hospital Pérez Carreño, no quiero ir al Hospital Universitario, por citar dos casos, yo prefiero tratarme en una clínica”. Entonces, usted va a la clínica. La clínica, se supone, es una alternativa a la salud pública nacional que el Estado le ha de garantizar por mandato constitucional a todos los ciudadanos. Fíjese usted, en el mismo titular de El Universal se dice: el 15% de las camas en las clínicas privadas atiende al 55% de la población.

  Ahora,  ¿qué ocurre? El régimen que nos gobierna desde hace 14 años, bajo una consigna y una ideología socialista, tiene como norte acabar, arrasar con todo aquello que sea la iniciativa privada, con la empresa privada; siendo así, ha de arrasar con la salud privada, las clínicas -“esos señores ladrones que roban, los médicos”-, en fin.

  El detalle está en que a las clínicas va todo el venezolano que no ha podido ser atendido por la salud pública, que cada día está en peores condiciones. Las clínicas están abarrotadas, más allá de su propia capacidad, porque el mismo régimen, por ejemplo, vía las pólizas de seguros, envía a estas clínicas privadas lo que debería ser atendido en los hospitales públicos. Hubo un tiempo en que nuestros hospitales públicos eran orgullo, no sólo en Venezuela sino en la América Latina. Los dos casos que he citado –el Hospital Pérez Carreño y el Hospital Universitario- fueron, en su momento de esplendor, referentes continentales. Pero hoy en día pena dan y tenemos que conformarnos con noticias como esa del Hospital Vargas –hoy-, donde se nos informa que cuatro encapuchados se robaron los Cestatickets.

  Cuando se trata de arrasar la salud privada y no se atiende la salud pública, ¿a qué nos están condenando a todos los  venezolanos? La respuesta usted la sabe muy bien.

  Y el caso de la salud pública es exactamente el mismo que el de la educación pública, que cada día está en peor estado. Cada día los niveles de deserción escolar son más altos, cada día el número de instalaciones se reduce o se daña, en fin. La situación en la educación pública es grave y el gobierno procede, absurdamente, con una arremetida muy dura contra la educación privada. El Padre Ugalde escribió un artículo que recomendamos ampliamente, donde se preguntaba ¿Por qué se prohíbe subir las tarifas a los colegios privados? Cuando usted pone al Indepabis a supervisar el asunto de las tarifas de los colegios privados, usted está revelando que no tiene la menor idea de lo que es la educación. Comparar a un colegio donde se imparte educación con un abasto, por ejemplo, indica que usted no tiene la menor idea de lo que está e por medio. Pero para un individuo como Eduardo Samán, un colegio privado no es un sitio donde se imparte educación, sino sólo eso: un ente privado.

  Leo en El Nacional de hoy: “Distritos escolares niegan licencia a colegios”. La Cámara de Educación Privada señaló que la exigencia de organizar consejos educativos se ha convertido en una amenaza para el funcionamiento de las instituciones y advierte que la lentitud administrativa en el Ministerio ha retardado la entrega de títulos de bachiller.

  Lo grave está en que, exactamente como en el caso de la salud, la educación privada debería ser su opción, una opción alternativa, pero una opción distinta a una educación optima, magnífica, de altísima calidad que para todos los venezolanos debería ofrecer el Estado, cosa que no ocurre.

  Cito un caso personal. En mi juventud fui formado en el colegio Santiago de León de Caracas y salí en tercer año porque no había humanidades. ¿A dónde fui? Pues al Liceo Gustavo Herrera, un extraordinario liceo público que me dio una educación también magnifica. Hoy en día un salto como ese sería absolutamente impensable.

  Entonces el problema no son las clínicas, no son los colegios privados; el problema es que la salud pública y la educación pública, están vueltas un desastre por culpa, fundamentalmente, del régimen que nos atropella.

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5 comentarios

  1. muy bueno su articulo le felicito trabajo en un hospital desde hace 23 anos soy bioanalista, nunca habia visto un caos como este en salud, nosotros no gozamos de una poliza de seguro y nuestro sueldo esta congelado desde el ano 1998 el mes pasado nos visito aca en portuguesa el viceministro de salud y prometio solucionar los problemas de los hospitales y hasta ahora no se ha solucionado nada, en el lab de bioanalisis solamente se trabaja con emergencias por carencias de insumos,equipos para realizar quimica sanguinea etc gracias por tan valiosos editoriales.

  2. Está muy claro que los actores de este régimen sólo quieren hacernos cada día más dependientes de ellos y así tener un pueblo sumiso,sin posibilidad de discernir ni del lipre pensamiento

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