La ignorancia

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  El presidente Nicolás Maduro, lamentablemente, no tiene la menor idea de cómo funciona la economía. Tenemos abundantes muestras. Pero a diario surgen más. El Correo del Orinoco lo muestra embutido en una especie de cerrada chaqueta antibalas, en un campo bajo un sol inclemente. Allí anunció que viene una subasta de 150 millones de dólares para el sector agrícola. Subasta especial del Sicad para maquinaria, repuestos y recuperación. Y afirma, tajante, que la “guerra económica” se vence con producción. Pero mejor hagamos una precisión, presidente: digamos que el caos económico en el que vivimos y que ha sido producido por su gobierno y por el que le antecedió, se supera con producción.

  Es verdad. Insistamos en el punto: se acabó la producción no por la guerra económica, señor Maduro, sino por todas las políticas que a lo largo de estos años han llevado adelante Chávez y usted como presidentes revolucionarios.

  Pero la frase que evidencia que no tiene la menor idea de lo que habla es ésta: “Estos 150 millones de dólares son para maquinaria, repuestos y recuperación. Para todo lo que haga falta para la producción agrícola de inmediato”. Supone, quizá pensando igual que aquella señora de la matica de acetaminofén, que uno siembra la semilla hoy y mañana ya creció y dio sus frutos. No, las cosas se llevan su tiempo, lamentablemente. El daño que se le ha hecho a la economía del país es inmenso, hondo, y se llevará tiempo, trabajo y dolor levantarlo.

  Y en el largo mientras tanto, al venezolano no le quedará otra que pasar las de Caín. El gran titular de hoy en El Nacional ya nos adelanta una muestra terrible: “Con un ticket de alimentación sólo se compra una empanada. El bono perdió 40% de su poder adquisitivo. Para que un trabajador adquiera un almuerzo completo, que incluye sopa, seco y jugo y que cuesta en promedio 500 bolívares, se necesitan 4 tickets del monto más alto: 112,5 bolívares por día. Quienes ganan 75 bolívares por día, por ejemplo, no pueden comprar un cachito que está costando 80 bolívares, y una lata de refresco que está costando 95 bolívares. “A mí sólo me pagan 75 bolívares por día y el cachito más barato me sale en 80 bolívares. El bono no te alcanza para nada. Ni siquiera un desayuno decente en la calle puedes cubrir”, dice la señora María José Rodríguez, secretaria.

  Así están las cosas. Pero Maduro, siempre altisonante, siempre desconociendo de lo que habla, no deja de proclamar: “Vamos teniendo músculo productivo propio que no depende de ningún terrateniente parásito”.

En fin…

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