Maduro y su homenaje a la mujer venezolana

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A este gobierno nada le gusta más que la mediocridad de un sainete. Ponerle un disfraz a la gente para así disfrazar la realidad. “Matea e Hipólita de nuevo junto a Simón”, leo en 2001. ¡Vaya cursilería! Dice la leyenda que acompaña a la foto, donde se ve a una señora afro descendiente vestida a la usanza de las esclavas -dice uno- de principios del siglo XIX, acompañada de niñas disfrazadas como si fuesen oficiales del ejército de la misma época: “Los restos simbólicos de las esclavas que participaron en la crianza del Libertador, las populares“negras” Matea e Hipólita, y la líder indígena Apacuana, están desde ayer en el templo de los grandes servidores de la República. El Ejecutivo nacional organizó este acto con el objeto de reivindicar la contribución de estas “heroínas históricas” con la gesta emancipadora de Venezuela”.

Nadie repara en el hecho de que son las esclavas de Bolívar, el héroe mantuano que nunca renunció a sus esclavos. Esas mujeres, pues, eran de su propiedad y ahora se las exalta como heroínas conscientes y protagónicas de una gesta bélica cuando no eran más que unas esclavas que cumplieron con criar al hijo del amo. Pero qué importa una mentira más, una inexactitud más, todo sirva para alimentar un ideario populista, falso y demagogo.

El sainete de ayer lo organizó Maduro para celebrar el Día Internacional de la Mujer, asumiendo que si lleva simbólicamente a dos esclavas al Panteón Nacional le está rindiéndo tributo a la mujer venezolana. ¿Esa es la concepción que tiene el presidente de la mujer? ¿Esa es la manera de honrarla?

En ese acto habló de una de una de sus ministras, de Iris Varela. Y a ella la bautizó nada menos que -¡agárrese!- como “Santa Iris Varela de los desposeídos”. Leo en Contrapunto: “El presidente Nicolás Maduro aseguró este miércoles que casi la totalidad de las cárceles del país se encuentra bajo el nuevo régimen de control penitenciario, responsabilidad de la gestión de la ministra de Servicio Penitenciario, Iris Varela.

«Santa Iris Varela de los desposeídos», la llamó el presidente, durante el acto de exaltación de los restos simbólicos de las negras Matea e Hipólita y la líder indígena Apacuana al Panteón Nacional (…) «Me perdonan quienes me tengan que perdonar», dijo sobre su reconocimiento a la ministra que, señaló, esperaba no afectara el ego de ningún otro funcionario».

Resulta que la señora Varela viene de escándalo en escándalo. El más reciente, recordemos, el caso de “Wilmito”, pran que terminó involucrado en una balacera en Playa Parguito, Margarita, cuando se suponía que estaba preso en una cárcel. Cuando fue revelado el escándalo, a la ministra ahora santa no se le ocurrió otra que afirmar que el que estaba en la playa no era Wilmito sino su hermano. Hoy se reseña la noticia de que el pran Wilmito regresa a la cárcel de Tocoron, “tras la revocatoria del beneficio irregular”; el mismo que le otorgara la ministra santificada por el presidente.

Y mientras éste se divierte con su mediocre sainete y otras ocurrencias, ¿qué pasa en realidad con las mujeres venezolanas? Veamos un par de noticias publicadas hoy.

Cronica.uno: “La Maternidad Concepción Palacios sigue preñada de los problemas del año pasado. Se conoció que de 8459 niños que nacieron en 2016 17 % pesaba menos de 2500 gramos. Solo hay cuatro camas de terapia intensiva para las madres que se complican y en la sala de parto cuentan con seis incubadoras de las 17 existentes en el área para tratar a los niños prematuros, con oxígeno y bombas de infusión. La capacidad es de 570 camas, pero solo 269 están operativas. No hay antihipertensivos ni anticonvulsionantes y la dotación de antibióticos es intermitente. La ambulancia es prestada y en las noches y fines de semana no está disponible”.

Elpitazo.com: “Madres con niños hacen cola para sacar frutas de camión de basura en Guarenas. Madres con sus niños se sientan en un escalón cada tarde a esperar que llegue el camión de la basura a sacar los desechos de los dos locales de El Mundo de las Frutas en el centro de Guarenas. Uno queda cerca del bulevar La Paz y otro en la calle Ricaurte. Hacen una cola organizada para sacar de las bolsas lo que sea “salvable” y así llevar algo de frutas y verduras a sus hogares. Las mujeres con sus niños esperan en un escalón al lado del establecimiento. No son indigentes, son habitantes de los barrios Las Clavellinas, La Guairita y El Tamarindo, entre otras zonas populosas de Guarenas. No quieren hablar con el equipo de El Pitazo; apenas murmuran entre dientes que no cuentan con el respaldo de un padre que colabore con la manutención de sus hijos y que antes les rendía más la plata, pero como ahora todo está tan caro, revisan los desechos. Juran que lo que sacan de allí no está malo sino “aporreado”. Si estuviera malo no se lo darían a sus hijos.”

Maduro, aquí no hay disfraz, son dos datos duros de la realidad: el de la maternidad donde el 17% de los niños que nacen pesan menos de 2 kilos 500, y el de estas madres que con sus hijos buscan qué es rescatable de las bolsas de basura. Usted puede explicar, frente a estas mujeres que sufren hoy, ¿qué representa la payasada, el sainete de ayer? ¿O es que su capacidad de burla es tal que está esperando un milagro de esta inaceptable Santa Iris Varela de los desposeídos?

 

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Un comentario

  1. Cómo hicieron con el artículo 187, ordinal 15 de la Constitución que impone la autorización de la Asamblea Nacional para los honores en el Panteón Nacional?

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