Construir una oposición viable - Maryhen Jménez

Construir una oposición viable – Maryhen Jiménez

El secreto de las alianzas opositoras exitosas está en las reglas que se dan
ellas mismas para su convivencia y ecacia. Para ser una oposición viable,
es importante renunciar a la lucha de quién controla la transición y quién se
benecia de ella; que sea capaz de cumplir con sus promesas de cambio
político, y elaborar un conjunto de reglas claras del juego interno. Es hora de
procesar las limitaciones impuestas por el contexto adverso y que emerja
una oposición coordinada, creativa, con sólidas ambiciones y convicciones
democráticas, capaz de revivir la esperanza y el anhelo de la vida en
democracia.

Publicado en: La Gran Aldea

Por: Maryhen Jménez

¿Cómo han caído las dictaduras en tiempos recientes?, ¿existen factores comunes para desencadenar procesos de transición a la democracia? En su libro “Defeating Authoritarian Leaders in Postcommunist Countries” las profesoras Valerie Bunce y Sharon Wolchick señalan que “los líderes autoritarios a menudo mantienen el poder en regímenes mixtos no porque sean populares, poderosos o una combinación de ambos, sino porque se benecian de la ausencia de alternativas políticas viables”. Además, exponen dos premisas muy intuitivas: 1) Los autócratas controlan muchos más recursos que la oposición; y 2) En contextos autoritarios en los cuales se celebran elecciones, las oposiciones tienden a estar divididas y, por lo tanto, suelen ser inecaces. Uno de los mensajes centrales de su extraordinaria obra consiste en que la creatividad, innovación y ambición de la oposición (democrática) son fundamentales en la búsqueda de una democratización exitosa. ¿Qué signica esto para nuestro caso?, ¿qué más pudiera hacer la oposición venezolana para lograr el anhelado cambio político?

Las cambiantes y reducidas ventanas de oportunidad. El chavismo ha ido desmantelando las instituciones del Estado para ponerlas al servicio del PSUV y aferrarse al poder. Tras dos décadas, la sociedad venezolana ha acumulado un acervo de conocimiento con respecto a la capacidad del gobierno autoritario de avanzar aún más en su ambición de control hegemónico. En los últimos dos años, Nicolás Maduro, de hecho, ha logrado mayores avances en la consolidación de su proyecto autoritario, a pesar de haber enfrentado una serie de factores adversos: Presión internacional fuerte y un Gobierno interino liderado por la oposición y apoyado por Estados Unidos, la Unión Europea y otros países de las Américas. En este contexto, la evidente derrota de la oposición venezolana amerita una profunda reexión sobre los pocos espacios institucionales que le quedan para procurar una solución negociada al conicto y a la crisis que padecemos. Precisamente porque el cambio fast-track hacia la democracia es poco (o nada) probable, al no contar con algún país dispuesto a intervenir militarmente para imponer un nuevo régimen político, se hace indispensable identicar velozmente las (muy) reducidas ventanas de oportunidades institucionales que aún subsisten.

“Cuando la oposición está dividida, no solo termina siendo inecaz en el corto plazo, sino que puede volverse inviable en el mediano y largo plazo”

Coordinación opositora. En Venezuela, Chile, Nicaragua o Kenia, hemos visto que, a pesar de los abusos de los regímenes autoritarios, la oposición, cuando coordina sus acciones y estrategias, es capaz de motivar, movilizar, ganar elecciones y/o lograr la transición a la democracia. Por el contrario, cuando la oposición está dividida, no solo termina siendo inecaz en el corto plazo, sino que puede volverse inviable en el mediano y largo plazo. La coordinación es crucial porque permite -en el mejor de los casos- superar las asimetrías de poder que crean los autócratas. Las oposiciones coordinadas logran: i) Contrarrestar la ausencia de recursos materiales; ii) Intercambiar know-how; iii) Presentar candidatos unitarios; iv) Desarrollar una identidad, programa y narrativa plural, representativa de los factores que hacen vida en la alianza opositora. Esos pasos le permiten alterar los cálculos de represión y manipulación del régimen, comunicar una alternativa viable y coherente, así como aglutinar votos (incluso de preferencia pro-régimen). Dicho esto, las alianzas opositoras no son perfectas y, como hemos podido constatar en nuestro propio caso, no siempre perduran en el tiempo. Lo clave de la alianza no es solamente el líder, la narrativa o la tarjeta unitaria. El secreto de las alianzas opositoras exitosas está en las reglas que se dan ellas mismas para su convivencia y ecacia. Cuando las oposiciones desarrollan mecanismos de toma de decisiones y resolución de conictos claros, pueden proteger la durabilidad y viabilidad de la alianza, y se hacen sostenibles en el tiempo. Por el contrario, en ausencia de reglas claras, cuando no existe dicha metodología es posible que los grupos con mayor poder y recursos logren imponerse sobre los demás. Si repasamos todos los intentos de coordinación en Venezuela observaremos que la única alianza viable y con éxitos claros en el terreno electoral  fue la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Esto se debió a la estructura de la mesa, los estatutos, las comisiones de trabajo y a la Secretaría Ejecutiva, esta última asumiendo un papel elemental en atender los diversos intereses de los partidos miembros. Para tener una oposición viable, capaz de cumplir con sus promesas de cambio político, esta debería elaborar un conjunto de reglas claras del juego interno. Adicionalmente, resulta esencial propiciar el cese de la hegemonía por el liderazgo opositor, antes de pensar en ese nuevo marco de reglas o nueva plataforma. Las ambiciones de poder no son per se problemáticas. Sin embargo, es imperativo que la dirigencia opositora identique las ventanas de oportunidades que existen y replantee su estrategia en función de estas, puesto que reejan un aprendizaje sobre la inviabilidad de las rutas maximalistas. Para ser una oposición viable, es importante renunciar a la lucha de quién controla la transición y quién se benecia de ella. Una dirigencia opositora colectiva, coordinada y sensible ante las necesidades de la población, será capaz de aumentar sus posibilidades de reconectar, movilizar y alcanzar el sueño de cambio.

El capítulo chavista de nuestra historia es trágico y doloroso. Es entendible que deseemos una salida rápida para iniciar una nueva era democrática que revierta las crisis y los atropellos. Sin embargo, justamente por las características del régimen autoritario, la creciente desigualdad, pobreza y destrucción económica, la opción maximalista no es realista. Es hora de procesar las limitaciones impuestas por el contexto adverso y que emerja una oposición coordinada, creativa, con sólidas ambiciones y convicciones democráticas, capaz de revivir la esperanza y el anhelo de la vida en democracia.

 

 

 

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