Soledad Morillo Belloso

Entre el dictador y los pescadores oportunistas – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

Si este régimen tuviera un miligramo de sensatez, conciencia, concepto de responsabilidad e inteligencia moral, tan pronto estalló la crisis del Coronavirus hubiera tomado varias decisiones políticas y operativas para poder enfrentar la situación con un mínimo de indispensable visión de cooperación.

Hubiera de inmediato quitado el absurdo desacato a la Asamblea Nacional y pedido a ésta que aprobara un instrumento legal que permitiera manejar con sentido de gerencia y gobernabilidad la emergencia.

Hubiera convocado de inmediato el Consejo Federal de Gobierno, pero ampliado, que incluyera a los gobernadores y al menos una representación válida de alcaldes. Y hubiera incorporado a este ente  a representaciones de gremios, sindicatos y Fedecámaras.

Hubiera liberado de inmediato a todos los presos políticos.

Hubiera pedido a Guaidó (sí, a Guaidó) su colaboración y ayuda para conseguir aportes y préstamos internacionales y hubiera delegado totalmente en el Parlamento las funciones de control y auditoría del uso de esos fondos.

Hubiera convocado un consejo de comunicación muy profesional para desarrollar una campaña informativa (no publicitaria) a la población.

Hubiera llamado a los colegios  de Médicos, Enfermeros y Bionalistas, a los directores de los hospitales y clínicas públicos y privados, a las facultades de Medicina, Ciencias y Farmacia de las universidades públicas y privadas, a los institutos de Higiene, Salud y Medicina Tropical y a los coordinadores de salud del «Plan País» (sí, el plan de la oposición)  para integrar un «Task Force» y  manejar con profesionalismo y rigor científicos la circunstancia.

Hubiera establecido apertura total para la observación y vigilancia de los organismos y organizaciones de defensa de Derechos Humanos. Que operaran con absoluta libertad.

Hubiera convocado un «Task Force» de servicios públicos, integrado por los mejores y más eficientes profesionales y técnicos en esa compleja área.

No menos que eso (y varias acciones clave más) ha debido hacer un régimen que bien se sabía parado en medio de una crisis económica, estructural y social de muchos años y que muy al tanto estaba que no estaba preparado para enfrentar una pandemia.

Nada de eso hizo. Al contrario, su actuación ha sido de defensa de su poder, de irresponsable desinformación, de atrincherarse en conchas, de desafuero en las violaciones de derechos humanos y más persecusión, de victimización y pobrecitismo, de manejo turbio de los recursos. Hizo un despliegue de incompetencia, de cinismo, de falsedad y de la más cruel falta de sensibilidad. Desde el primer día miente y oculta información. Ha dejado al pueblo a merced de un «sálvese quien pueda». Sin agua, con largos cortes de electricidad, sin gasolina y ahora con un internet más precario del que ya se tenía y una conectividad en estado agónico.

La comunidad internacional, tan al tanto de todo esto y sacando preocupación de donde no tiene porque esta pandemia es mundial, ofrece una salida elegante al régimen. ¿Y cuál es la respuesta? Pues la patanería y la arrogancia del dictador se exacerban.

Todos sabemos que hay una cuenta regresiva. Que lo peor está por venir. Y harán bien los que quieren pescar en río revuelto y que están promoviendo el «que se vayan todos» para «quedarnos nosotros con el coroto», esos que además perdieron la vergüenza,  en guardar sus redes de pescar. El río está revuelto y cuando está así también se lleva a pescadores oportunistas.

La oposición legítima hará bien en no comprar cuentos de camino.

 

 

 

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