¿Hasta cuándo? – Fernando Rodríguez

Publicado en: El Nacional

Por: Fernando Rodríguez

Fernando Rodriguez

Sin duda esta ha sido una muy mala semana para el gobierno. La incorporación de Gustavo Tarre como representante de Guaidó en la OEA es un duro golpe. Una cosa es que uno decida retirarse del más importante organismo político de la región, sobre todo después del deceso de Unasur por piratería, y otra que a uno lo echen por usurpador y le pongan como sustituto a un embajador del enemigo. Por cierto que habría que decir que estamos seguros de que Gustavo Tarre lo hará muy bien, mucho mejor que todos los predecesores chavistas juntos, es hombre de luces. Para colmo, el mismo día el presidente entrante de El Salvador decidió que no quería ver ni a Maduro ni al Monstruo de Managua en su toma de posesión. (Analistas, una pregunta, el que la conteste gran analizador será: ¿por qué Nicaragua se abstuvo en la expulsión del usurpador de la comarca de Almagro?). Lo cierto es que no hay día en que al gobierno no le den un pescozón, que vienen de todas partes. Y no me detengo en los improperios y exhortos de los gringos y los europeos por reiterados.

Pero más allá de esos enemigos externos, las encuestas los están masacrando, bien podrían batir todos los récords conocidos del planeta. Y si no creen en encuestas, seguramente pagadas y amañadas, no sé si se fijaron en las fotos de las masas opositoras el sábado pasado. Y no vale la pena seguir. Pero pregunto: ¿Maduro, no crees que ya es hora de irte a pasar un buen tiempo en las hermosas playas cubanas, bailar como te gusta con su música de ritmo insuperable, tomarte un ron de primera con un habano de primera mientras conversas con Raúl, que te cuenta las hazañas de la Sierra que todavía recuerda? Porque sus respuestas son ya como las del boxeador muy golpeado.

El otro día clamó, en tono mayor, y luego Arreaza remató, que estaba decidido a dialogar para buscar la paz y la armonía de nuestro amado país. Bueno, es lo ha hecho decenas de veces, como lo ha negado a la hora de las verdades, cosa que ha dicho al mundo hasta el papa Francisco. Lo nuevo y lo preocupante es que completó su democrático llamado diciendo que nos acompañaría una representación internacional, a saber: los bipolares uruguayos; el mexicano que quiere pelear con los españoles renacentistas; Evo, el hombre que odiaba los libros, y algunas islitas, tan chiquitas y bonitas, del proceloso mar Caribe. ¿No parece que no es muy paritario un asunto que por naturaleza debía serlo? Además, nada de las elecciones por las que todo el mundo clama para que sea el pueblo el que decida, sino sentarse a conversar entre panas a ver si en algunos meses o en 2025 se nos ocurre algo. Faltó Zapatero de réferi, que ya por conocido podemos suponer su seriedad mediadora.

No. Aquí hasta se pueden discutir algunos matices para volver a la vida digna: o el fin de la usurpación a la Guaidó, a la americana, por asfixia económica e implosión popular (y hasta de sectores del PSUV y los militares), o a la europea, con elecciones y cierta complejidad, alguna paridad, en el ente que lleve a la restitución de las condiciones idóneas para una elección decente. Pero esas posiciones, que ojalá se sinteticen, parten de que habrá elecciones y que Maduro es el menos indicado para conducirlas y orientarlas. Ya ha demostrado hasta la saciedad su capacidad y su voluntad para destrozar constituciones y leyes. ¿Se acuerdan de lo que hicieron con la Asamblea cuando ganó la oposición sus dos tercios? ¿O ese engendro que es la constituyente? ¿O las hazañas represivas? Si no pregúntenle a la Bachelet, toda una historia viva de dolores y éxitos a la izquierda, porque dijo lo que dijo sobre derechos humanos en Venezuela. No es posible que después de esas y otras barbaridades el usurpador quiera ser un pastor de ovejas, un predicador de paz, un ductor de normas para la equidad electoral. Guaidó le contestó lo debido: Diálogo nunca más.

En adelante no le queda a Miraflores sino disparar contra todo lo que se mueva. Violencia y más violencia. O hacerse a un lado; siempre hay la posibilidad de parar, de decir basta, no hay más camino. De alguna manera eso será parte de su historia y su posible futuro.

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