Locademia de economía – Carlos Raúl Hernández

Por: Carlos Raúl Hernández

Pasó como el rayo Alfredo Serrano, el gitanillo que venía dispuesto aNyNNjCel_400x400 practicar sus aprendidísimas lecciones de marxismo-leninismo con la economía venezolana, por si ya no tuviera suficiente. Militante de Podemos –podemitas los llaman los españoles- duró tres días como parte del Comando de Abastecimiento Soberano, otro interesante aporte revolucionario a la cultura económica mundial, que nos enseña a alimentarnos de soberanía, es decir, patria, porque abastecimiento no hay. Tan andalú como el Alcázar, la Girarda o la Rúa de la Sierpe, tal vez se soñó reencarnación del Che Guevara, extranjero al frente del Banco Central de Cuba que destruyó la economía hasta convertirla en cenizas, aunque aquí la tarea ya está hecha. Dicen los del gobierno que se trató de un error, porque lo que había dicho el ministro a la secretaria es “ponme ahí a Serranito” cuando enviaba la lista para que saliera en la Gaceta.
Pero no se refería al de la Sierra de Alfaguara, sino a un general del mismo apellido, que finalmente, muy angustiado, resucitó al tercer día. Chismosos comentan que una vez nombrado, entraba en las oficinas como el Guadalquivir crecido y daba órdenes terminantes y lacónicas a los oficiales que no le entendían bien la monserga gaditana. “El hombre dice que quiere desayunar mollete antequerano, pitufos, manteca colorá y churros con chocolate”, el personal desesperado no sabía qué hacer y terminaban comprándole una dominó y un marrón grande. Parece que su suerte se selló cuando quiso enviar “a por tabaco” a uno de los cuatro miembros de la comisión que se quejó ante el ministro. Pero de haberse quedado, incluso como jefe, no hubiera sido tan grave, nada peor de lo que ya conocemos, salvo ¡quién sabe!, si hubiera desatado su fobia antibancaria.

Locademia y delirio
Los bancos son de las poquitas cosas que se han salvado hasta ahora, porque el Galáctico entendió que una crisis financiera podía llevarse todo. Como los otros economistas (¿?) diplomados del gobierno, no tiene la más remota idea de economía sino que es doctor en marxismo, por esencia un pensamiento que abomina esa disciplina, como se ha demostrado en todos los países por donde pasó la misma peste. Pero además arrastra una carga academicista muy gorda, una distorsión del oficio académico que consiste en la ceguera absoluta frente a la realidad, sustituida con ideologismos. Leer su pajonal envenenado; por ejemplo, las Tesis económicas del chavismo, es un paseo apasionante por la falta de comprensión de los aspectos más elementales de la actividad productiva conjugada con la carencia total de  sentido práctico.
Si a eso se le suma su perspectiva totalitaria -como buen revolucionario- según la que cualquier freno impuesto a las barbaridades es de “derecha”, “neoliberal” o cualquier otra babosada, y su desinterés absoluto por los seres humanos concretos que sufren las consecuencias de los delirios, tendremos al personaje bien pintado. La revolución trajo la pobreza a 80% de los ciudadanos, desató las mayores inflación y devaluación del planeta, colocó a Venezuela de última o penúltima en todas las mediciones de variables sociales latinoamericanas, incuba una eventual hambruna, se anota entre los primeros países corruptos, convirtió el sistema educativo en una fábrica de pobres, pero en el mencionado artículo sólo se habla de las obsesiones comunistas con una retórica que da cólicos: “La guerra económica se sostiene gracias a una estructura económica carcomida por el metabolismo social del capital impuesto en los últimos años en ciertas actividades económicas” o …

Poderosas quincallas
“La democratización de la economía está reñida con los intereses de los poderes económicos que concentran una gran tajada de la renta del país”. ¿Quién le explica a este doctor en pensamientos fracasados que el único poder económico es el gobierno que recibe 97% de los ingresos del país por exportaciones? Que, por favor, le cuenten que apenas sobreviven, como en cualquier república africana de los sesenta, unas plantas de cerveza, otras procesadoras de maíz, unas precarias ensambladoras y de resto lo que queda son abastos, farmacias, panaderías con poco pan, talleres mecánicos y unos cuantas cosas esenciales más.  Que la guerra económica la libró la revolución contra los productores para hacerlos quebrar y sustituirlos por el gobierno, según teoría y práctica de Giordani, pero como todas las invenciones demenciales y contra natura, les salió mal y ahora tienen 90% de la gente en contra.
El gobierno hasta ahora ha hecho exactamente eso cuya supuesta ausencia él subraya. Y si hasta ahora no han expropiado y sobrevive la principal empresa privada distribuidora y procesadora de alimentos, es porque sabe que eso si desataría la hambruna y los CLAPs no tendrían qué meter en sus bolsas comunistas. En su trabajo de arqueólogo de la poesía española, Menéndez Pidal reconstruyó la más antigua serranilla que se conoce y que cuenta la historia de un caballero que llegó a un país extraño: Entre la Zarçuela e Daraçután/…/ Picara mi mula/ fuime para allá;/… [vide una serrana del bello donaire.] -Llegaos, caballero, vergüença no hayades; mi padre y mi madre (no están) Haremos la cama junto al retamal;/haremos un hijo,/llamarse ha Pascual:/o será arzobispo,/papa o cardenal. A Alfredo Serrano no le fue tan bien.
@CarlosRaulHer

 

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