Mientras se abanican – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

Mientras se abanican - Soledad Morillo Belloso

Uno se los puede imaginar. Encerrados en una sala, con cuanto aparatico tecnológico existe. Los llamados «expertos internacionales» junto con los ministros del gabinete económico en largas sesiones de trabajo. O, más bien, jugando a una simulación en un software de esos que se usan en escuelas de negocios. Horas y horas fabricando un experimento. Porque eso es el paquete de medidas económicas de Maduro, un experimento. Eso no estaría del todo mal si el problemón venezolano fuera encapsulado en un sector o los números de la hiperinflación fueran  menos escalofriantes. O si no llevaran dos décadas saqueando el erario y poniendo en práctica piratas políticas claramente destructivas del aparato productivo. O si no hubieran encendido por años la maquinita de hacer dinero sin respaldo.

Los «expertos internacionales» no tienen nada que perder si el experimento falla. Se devolverán a sus países y procederán a escribir un tratado sobre lo que no debe hacerse. Si el experimento medio funciona, pues a sentarse a la pantalla a narrar qué pasó. De los fracasos ya culparán a los ministros, quienes frente al país tampoco aceptarán responsabilidad porque siempre podrán jugar la cartica de la guerra económica.

Pero, bueno, aquí estamos, con paquetazo sobre las adoloridas espaldas de los ciudadanos. Algunas de las medidas son de librito, otras son una apuesta a la magia. Se le chispoteó a Maduro, de puro torpe,  hablar de fecha de salir de este estado: dos años. Yo creo que se quedó corto, pero la población escucha dos años y tiembla. Y se irrita. Y se desespera. Y se pregunta cómo es eso que los jerarcas del gobierno lucen cada vez más obesos mientras los venezolanos nos tenemos que hacer nudos y dobleces en las ropas para que no se nos caigan al caminar. Que esto que nos está pasando, esto de tener el país hecho jirones, se ha podido evitar, eso es innegable. Tanto como que esta historia, de varios tomos, está plagada de estupideces, brutalidades, pésimas intenciones. De pecados y delitos.

El paquetazo que se nos viene es una realidad, dura y ruda, que no podemos ver de soslayo. La economía está muy enferma y el tratamiento, sin garantías de cura, será horroroso. El experimento tiene mucho de improvisado. No hay cómo evitar el dolor que nos va a producir. Somos hoy más pobres que hace dos décadas. Estamos colectiva e individualmente devaluados. Y en los próximos años no lograremos revaluarnos. Tengamos sí muy claro que el programa de Maduro está diseñado para proteger a los enchufados y, además, permitirles hacerse aún más ricos. Porque si no es así los pilotes que mantienen la débil presidencia se harían pedazos.

Es tan errado jugar al pesimismo como al optimismo. Ambos son una ficción. Hay que ser realista a ultranza. No caerse a cobas ni aceptar comprar mentiras, díganlas quienes las digan. Hay que mirar a la verdad de frente. Y entender dónde estamos parados.

Hay una grieta. Se engrandece. Se profundiza. No es ya política. Ya no es de este lado los rojitos y del otro los demócratas. Ahora es una grieta de clases socioeconómicas. Y eso, créanme, es todavía más peligroso que enfrentar una división política. De un lado están las clases medias hoy devaluadas y extremadamente golpeadas por la crisis. Serán las «pagapeos» del «paquetazo». Constituyen más o menos un 30%. Cada día les cuesta más enfrentar los gastos, incluso los básicos. Y si las clases medias no compran, no gastan, no consumen, la economía se resiente y eso afecta aguas abajo.

Enfrente, los pobres, 70%, cada día más empobrecidos, a quienes se les ha dicho (y convencido con una retórica falsaria) que son pobres porque los ricos les robaron, cuando la realidad es que el gobierno se ha asegurado de mantenerlos justo en la línea de pobreza para manipularlos a su antojo, placer y conveniencia. También son víctimas (aunque no lo entiendan) del saqueo que los del gobierno hicieron al tesoro nacional.

Ambos segmentos socioeconómicos deben entender que el único ganador en una lucha de clases es Maduro y su gobierno. Pero cuando los países padecen una crisis tan severa y compleja como esta espantosa debacle que sufrimos, las emociones están a flor de piel. Estamos de a toque. Por quítame esa pajita se puede armar un seisporocho en cualquier momento y cualquier parte. Entonces estamos en tiempos de urgencia de liderazgos inteligentes, empáticos y muy capaces en asuntos comunicacionales. Que traduzcan, que sean constructores de convivencia. Políticos, curas, pastores, gente de las ong’s, dirigentes sectoriales y sindicales. Les sugiero, con todo respeto, que cuiden mucho lo que digan. Su mejor herramienta es la palabra. Mientras más conciso, explícito y puntual sea el discurso, tanto más eficiente. Un comunicado, una declaración, por ejemplo, debe caber en una página escrita a espacio y medio en letra punto 12. Y no debe superar los dos o tres minutos de lectura. Tocando tema por tema.

Lo que viene es muy duro. Si creemos que hemos atravesado malos momentos, lo que viene es mucho peor. Y si no lo entendemos, metabolizamos y enfrentamos con inteligencia, las consecuencias serán destrucción nuestra, mientras los del gobierno se abanican.

 

soledadmorillobelloso@gmail.com

@solmorillob

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