Monólogos y soliloquios – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

Colonizar el diálogo, hablar para que los demás escuchen a juro,soledad morillo belloso 2 silenciar a los otros. Eso hace el gobierno todo el tiempo. Trabajar la oclocracia para desmontar todo vestigio de democracia. Gritar. Incordiar. Vituperar. Todo ello en un país donde la hegemonía comunicacional tan anunciada se convirtió en la llegada del lobo. Lejos quedaron los aullidos. Ahora sólo hay gruñidos y mordiscos.

Nada nos asombra. Todo forma parte del paisaje. Todo es cifra y estadística. Y el país se convierte en lo que un delirante soñó, a saber, en un escenario de sequía de la razón. De fallecimiento de la lógica. De molienda de la sensatez. En un mercado una mujer se enfurece. La furia la convierte en monstruo. De la cartera saca unas tijeras y amenaza a otra víctima de la escasez y el racionamiento. Intento mediar. Fracaso.  Llega la policía. Separa a las contrincantes. Como si fuera el arbitro en un ring de boxeo. No corre la sangre. Es un espectáculo del subdesarrollo. Todos somos víctimas. Todos podemos metabolizar mal la rabia. Y convertirnos en monstruos. Pero esa realidad no existe. Los medios, los oficiales y los pseudo privados, están preñados de monólogos. Por Twitter, único camino que da la sensación de libertad, la gente descarga. Lee y responde. Es la participación de los dedos, la única que va quedando. Por ahora.

El gobierno monologa. En un «stand up comedy». Las ruedas de prensa dan grima. Las preguntas están sembradas. No están permitidas las cuestiones «incomodas». Si se cuela alguna, basta con no responder. Total, no hay derecho a repregunta. Esperamos respuestas a las preguntas que no se hacen. En el país del absurdo, eso no puede sorprendernos. No hay tubazos porque si algo abunda es lo predecible.

El presidente agrede. Le tiene tirria a Lorenzo, a Jorge, a Henrique. Ello le da la excusa perfecta para eludir los temas gruesos. Los enemigos imaginarios resultan útiles para repletar horas de monólogos carentes de soluciones.

Acaso el soliloquio mas profundo de la historia literaria universal sea el que Skakespeare escribió para Hamlet. Pensar en voz alta. Reflexionar. Tratar de entender. Con la humildad de quien reconoce el desastre y busca respuestas. Pero desear que alguien en el gobierno haga un soliloquio es mucho pedir, mucho esperar, mucho desear. No se puede pedirle tamarindos a un mamón macho.

Los intelectuales, los pocos que nos quedan, están ahogados en este pantano de mediocridad. Hablan, pero nadie los escucha. Sus voces se pierden en el laberinto de la trivialidad que es el santo y seña de los tiempos. Los libros más vendidos son los de autoayuda. Y en el medio de todo, en este «reality show» tercermundista que es la cotidianidad, campañas electorales que rebotan en el espejo de quienes creen que los venezolanos no somos sino transeúntes. El país es lo que ellos quieren que parezca, no ese «lo» impersonal en el que nos convirtieron sin prisa pero sin pausa durante estos ya casi 16 años.

Van ya cuatro meses de este año. Otro año con olor a pérdida. Pero los corruptos están bien, muy bien. En las páginas sociales nos muestran sus éxitos y estrenos. Los que tuvieron que irse «por causa de fuerza mayor» gozan de buena salud. Y giran contra cuentas en dólares y euros. Gracias por preguntar.

soledadmorillobelloso@gmail.com

@solmorillob

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