Polluelos mutantes – Carlos Raúl Hernández

Por: Carlos Raúl Hernández

Patearían el tablero en las parlamentarias si la mayoría no secarlos raul arrodilla frente a sus deseos

El esquema de los revolucionarios de izquierda y derecha es sencillo: chantaje, uso de la fuerza y atropello para imponerse sobre la mayoría. La regla es que cuando pierden legítimamente, protestan, impugnan y denuncian. Calumnia que algo queda, y se llama pre-política. En Venezuela se instaló con el triunfo de la revolución al destruir los partidos y contaminó fatalmente sectores autodefinidos democráticos, tal vez porque el éxito y la eficacia del modelo neocaudillista para controlar el poder desde 1998, les hace pensar que ese es el lado correcto de alguna majadería. Varios ingresaron al liderazgo opositor sin la mínima preparación, sin referencias intelectuales suficientes, solo con el ejemplo desviado del Galáctico; y el verbo se hizo carne nuevamente. Aparecieron los polluelos mutantes de la oposición.

Calcan el proceder torcido del maestro, y no se sabe por qué magia del narcisismo y contra toda evidencia, presumen superioridad moral de la que carecen -igual que aquél- que resulta hilarante pero anuncia tragedias. Hablan como elegidos y lo único que saben es errar, descomponer, demoler, como aquél. Así la minoría atropella a la mayoría, no construyen política sino desacreditan, no argumentan sus puntos de vistas, sino linchan moralmente. Eso acaba de verse en las elecciones estudiantiles de la Universidad de Los Andes. Veintidós partidos acordaron un candidato unitario y la minoría decidió traicionar el acuerdo, incendiar moralmente, lanzarse por su cuenta sin importarle poner en peligro el triunfo, ni la posibilidad de entregar la Federación de Centros Universitarios a Maduro y Cabello. En su lenguaje disolvente y sulfúrico, acusan de «colaboracionista» a un joven estudiante que ganó la elección.

¿Dividirán en las parlamentarias?

Para encubrir el favor que hacen al madurismo «denuncian» a la MUD. Los estudiantes votaron mayoritariamente por la Unidad pero les aplicaron la receta revolucionaria: declarar fraude, quemar urnas, mentir y encanallar. Es para asustarse que los progenitores de este engendro lleguen a posiciones de poder. Continúa así la descabellada movida que pareciera proponerse ayudar a que el gobierno derrote la oposición en las parlamentarias del año que viene. No bastan los desastres de la salida, que apuntalaron un gobierno débil y fragmentaron las fuerzas de cambio, tampoco el graznido indescifrable de la «constituyente». Ahora pareciera que patearán el tablero en las parlamentarias si la mayoría no se arrodilla frente a sus deseos, tal como actuaban nazis, bolivarianos y fascistas en su período opositor, y vale preguntarse si cuajarán una posible alianza con el Movimiento Al Socialismo para crear la «tercera vía».

Contaba Ramón J. Velásquez que Rómulo Betancourt tenía grandes aprensiones contra el MAS y creía que había nacido para destruir las instituciones, «un lobo con piel de cordero» como declaró en 1975. Décadas después apoyó a Caldera en 1993 para arrasar los partidos, y luego a Chávez en 1998, las dos decisiones trascendentales del partido y que liquidaron la democracia. El G2 cubano trabaja febrilmente para dividir la oposición ante las perspectivas de derrota del gobierno en 2015 y lo está logrando porque hay unos demasiado astutos y otros demasiado tontos. Lo contrario de la prepolítica es la política democrática que se instala en el mundo con lo que Nicolás Sartori llamó el partido moderno y cuya esencia es el debate para tomar decisiones por mayoría y cumplirlas por unanimidad.

Un discurso en ruinas

La democracia no surge para que la gente esté de acuerdo, sino para que esté en desacuerdo, pero las exigencias de la lucha contra el autoritarismo promovieron la creación de la Mesa de la Unidad, una alianza voluntaria entre factores diferentes que decidieron sacrificar parte importante de sus objetivos propios por la Unidad. Los polluelos mutantes desconocen esos aspectos elementales de la civilización política y eso perturba e incluso imposibilita el funcionamiento de las alianzas establecidas, porque sin unidad perfecta, la oposición obtendrá pocos diputados y el gobierno profundizará su hegemonía. Quien estudie las comparecencias de algunos prepolíticos opositores descubrirá una terrible desorientación. Discursos ruinosos de ideas, a trompicones, sin noción de estrategia, plagados de lugares comunes como termitas, de un moralismo falso y autoexaltaciones de egocentrismo sin asidero.

Sin planteamientos ni orientaciones sobre qué hacer, solo es rico en mala yerba, desconfianza, escepticismo sobre el voto -único instrumento con el que se cuenta- golpes bajos contra los aliados y proposiciones insulsas («hay que salir del régimen inmediatamente», «tenemos que reivindicar la lucha de este año»). Eso complace oídos ingenuos, pero es pueril, y contraproducente en la empresa de ganar ciudadanos para el objetivo de todos. Encima la prepolítica brilla por mamita. Financia laboratorios de marrullería, seudónimos con los que intentan destruir no las ideas sino la vida privada de cualquier interlocutor que no esté de acuerdo con sus disparates, pero cuando alguien acepta la controversia, se ponen a lloriquear amargamente y a quejarse de «agresiones».

@CarlosRaulHer

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