¿Por qué negocia la dictadura? – Ismael Pérez Vigil

Publicado en: Blog personal

Por: Ismael Pérez Vigil

Ismael Pérez Vigil

Mi artículo de hace dos semanas (https://ismaelperezvigil.wordpress.com/2019/07/27/ganar-tiempo/)me ha traído algunos comentarios que creo que vale la pena referir, con la finalidad de reiterar, reafirmar y aclarar mucho más el punto. Sobre todo, lo relativo a con quien ganaría tiempo la dictadura, que es lo que busca al aceptar la negociación y por qué ahora se levanta de la mesa.

La expresión “ganar tiempo” tiene un significado literal: no creo que la dictadura esté intentando “ganar tiempo” con las negociaciones. Admitir eso supondría que su permanencia en el poder no depende de su voluntad y que tiene su tiempo contado, pues en el momento en que quisiéramos, la podríamos desalojar del poder. No es esa nuestra realidad. Tenemos el apoyo de la inmensa mayoría de la población, probablemente más del 85%; el apoyo de la comunidad democrática internacional, que es la que cuenta en estos casos; y el apoyo de la mayoría de la Asamblea Nacional, la más genuina expresión del pueblo, y aunque no son poca cosa estos apoyos, no tenemos la fuerza para desalojar, a voluntad, a la dictadura del poder.

El usurpador tiene el poder efectivo; controla las fuerzas armadas y represivas del estado, el sistema de justicia, los organismos del estado, las empresas públicas, los recursos del país, etc. y el apoyo internacional de gobiernos de su misma baja calaña moral o parecida, entre ellos: Rusia y China. ¿Para qué ganar tiempo, si es sorda al clamor del país que ha destruido económicamente y lo tiene sumido en la miseria y las enfermedades? Si no le importa la suerte del país, ¿Qué le va a importar el “tiempo”? ¿Por qué negocia, entonces, la dictadura?

Sin duda la dictadura está presionada, nacional e internacionalmente; las cosas no han llegado al extremo de urgirle, perentoriamente, con una amenaza creíble o una fuerza similar a la que ella tiene, que deje el poder o se vea en la necesidad de “estirar” su permanencia mediante el ardid de una negociación, porque sea inminente su salida. No. No es así, desgraciadamente.

Donde la dictadura tiene que buscar tiempo, espacio vital, apoyo, es con sus aliados internacionales y sobre todo los internos y para ello no es claro que el recurso de la negociación sea el más útil, pues, de hecho, toda “negociación” para buscar una salida implica –para algunos de sus aliados internos, los más radicales– que los estaría “vendiendo”, “entregando”, pues son los que más tienen que perder con el fin de este régimen. De allí que no ha dudado en abandonar la mesa de negociación en Barbados tras las últimas sanciones tomadas por los Estadios Unidos. Tratemos de encontrar una explicación a esta decisión.

La dictadura acepta negociar por tres razones; la primera, por la presión de la comunidad internacional –UE, Grupo de Lima, e incluso sus propios aliados, Rusia y China– que la conminan a encontrar una salida constitucional, electoral; la segunda razón por la que acepta negociar es por sus propios intereses y los de sus aliados menos radicales, para buscar una salida “honorable” en la que no pierdan todo; la tercera razón, probablemente, es por la presión del sector militar, su base fundamental de apoyo, que también quiere encontrar una salida que los aleje de la simple aplicación de la represión para mantener el poder y los privilegios que esto implica. La dictadura, entonces, acepta la puerta negociadora que le abre Noruega, pero tiene que convencer a todos los suyos que hace lo más adecuado para proteger los intereses de sus aliados internos, esos que están nerviosos y se sienten amenazados por las sanciones internacionales.

En el momento en que los EEUU –principal fuente de presión internacional– aunque sigue apoyando a Guaido, deja entrever que no cree en la sinceridad del “diálogo” del usurpador y por tanto que la “negociación” quizás no sería la mejor opción que ellos apoyarían, el “gobierno” usurpador se levanta de la mesa de negociación y busca cerrar filas con el sector más radical –con la ANC y su cabecilla– que es el sector que más tiene que perder en una negociación que tenga como consecuencia unas elecciones libres y por tanto el final del régimen. En cuanto al sector más moderado del chavismo, ya se encargará la dictadura de culpar a las “sanciones” de los EEUU de su decisión y con ello calmar, además, a algunos de sus aliados internacionales; el sector menos radical, si bien numeroso e importante, es solo una parte del complicado juego interno que tiene que sortear el régimen y después de todo, también se ve muy afectado por las sanciones internacionales, sobre todo las de los EEUU. Por el momento, los sectores radical y militar, que también cuentan, están ejerciendo la presión más efectiva y hacia ellos fue la decisión del gobierno usurpador de levantarse de la mesa.

Esa es, para mí, la razón que explica que la dictadura se retire, momentáneamente, de Barbados y que refuerza el argumento de que “ganar tiempo” no es la clave para entender su posición de negociar. La incógnita ahora es: ¿Cómo va a hacer la dictadura para regresar a la mesa de negociación? ¿Cómo convencerá al sector radical que es necesario volver?, porque no hay duda que las presiones internacionales se intensificarán. Sin la opción de la negociación, a la dictadura solo le queda el camino de la represión. Dejo para otra ocasión el vacío y banal argumento relativo a la “inmoralidad” de negociar con la dictadura.

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