Show business – Soledad Morillo Belloso

Por: Soledad Morillo Belloso

Seguramente, varios analistas, mucho más inteligentes y sabidos que yo, conseguirán explicaciones plausibles a lo ocurrido con posterioridad al 20M, fía de la Feria Nacional de la Mamarrachada. Yo, como millones, vemos con asombro y profundo disgusto la ristra de salvajadas y no podemos menos que persignarnos. Por aquello del derecho divino y constitucional al pataleo, escribo mis impresiones.

Hay que ver toda la situación por parcelas. Empecemos por casa, si por casa llamamos a los que nos oponemos a este régimen. Si en el comando de Falcón enterraron el espejo durante la campaña, ahora simplemente lo echaron a la basura. Las declaraciones y escritos de Fermín, Eduardo Fernández y su hijísimo, de Enrique Ochoa Antich y de varios otros cuyos nombres prefiero olvidar dan pena. No sé qué es peor, si culpar de todo el desastre en el país a quienes decidieron no participar en la mamarrachada del 20M, o, decir que van a impugnar pero en el interim se preparan para integrarse al diálogo convocado por Maduro.

Bertucci corrió a Miraflores. Como se dice coloquialmente, no aguantó dos pedidas. Quiere quedar como una suerte de mezcla de Jesús con Guillermo Tell. El repartidor de sopas tuvo el desatino de ir solo a reunirse con Miraflores. Es decir, no tiene ni un testigo un pueda dar cuenta de lo que en esa reunión se habló, se discutió o se acordó. Claro, le sirvió al gobierno para trajearse de buena gente. Ya Maduro había decidido liberar a unos cuantos presos. Así que es bueno que Bertucci no venga a apropiarse de tal logro. Por supuesto que se librarán boletas de excarcelación. De treinta en treinta. Ni eso significa que Maduro y su régimen entienden y aceptan que esos presos nunca han debido estar tras las rejas, ni esas boletas se traducen en libertad plena para todos los presos políticos. Pero Bertucci, que nada sabe de discursos políticos y sí mucho de sermones, pegará en el palto de sopa una fotico de él en la que aparece como liberador mesías. Pero hay más sobre el auto ungido «líder social». Está negociando la ayuda humanitaria, de modo que se haga a través de organizaciones con las que él tiene contacto. Claro está, de este modo excluye a la iglesia católica venezolana, o al menos la coloca en posición de sumisión, y, además, con cada ayuda humanitaria que distribuya aprovechará la oportunidad para sumar almas a su iglesia. Almas que eran feligreses católicos y que serán acogidos en los brazos de Bertucci. Eso se llama manipulación religiosa. Sólo hay una cosa peor y más peligrosa y degradante que la autocracia: la teocracia. Porque la teocracia no es Dios mandando; es el gobierno de los que manipulan apropiándose de Dios.

Maduro inventó un acto ilegal en la ilegal Asamblea Constituyente. Los expertos en Derecho Constitucional han explicado muy bien la portentosa violación a la normativa constitucional. Léanlos y entenderán la clase de trácala que fue todo ese montaje en el Palacio Legislativo. Yo voy a lanzar algunas ideas sobre el porqué político de semejante mamarrachada.

Por supuesto que desde la noche del 20M Maduro anda a leco herido intentando convencer a tirios y troyanos que «eso» fue una elección y que él ganó. Falcón, en una torpeza inconmensurable, desperdició varias oportunidades. Pudo haberse retirado días antes y no lo hizo. Y el mismo 20M, en la misma declaración, hecha desde un centro electoral con el rosario de micrófonos alrededor de su cuello, en la que denunciaba irregularidades graves, pudo decir cinco palabras que hubieran hecho la diferencia. Cinco palabras nomás hubieran cambiado todo. Cinco palabras. «¡Me paran esta vaina ya!» Eso hubiera bastado y hasta quizás sobrado para colocarse a la cabeza de un despertar. En cambio, en la noche, justo antes del paseíllo y el anuncio de Tibisay, dio una declaración en la que impugnaba la elección y proponía que se repitiera en octubre. De un patetismo inaceptable.

¿La consecuencia? Pues que Maduro no tiene el menor temor o preocupación con respecto a Falcón. Pero algo, algo que le dijeron o algo que presiente le hizo tomar la decisión de ese acto de juramentación que no es tal en la Constituyente, que tampoco es tal. Puede ser que desde afuera, desde los «países aliados» le hayan mandado un mensaje directo o subliminal exigiéndole algún tipo de acto de legitimación, con acuerdo votado y firmado por algún poder con más poder, valga la redundancia. Que le hayan hecho saber que lo de Tiby y las comadres no es suficiente a la hora de aprobar empréstitos y acuerdos de cooperación. Ahora bien, si Maduro supone que este nuevo show le da una legitimidad a los ojos internacionales, está equivocado. Porque los países no están protestando lo que pasó el domingo de Pentecostés. Están cuestionando todo el proceso de antidemocratización y violación de normas internacionales y domésticas. Y eso no se arregla con el montaje de una suerte de auto sacramental político frente a unos constituyentes también inconstitucionales. Y menos, mucho menos, con el segundo capítulo del auto sacramental en el cual Maduro hace una arenga muy tercermundista a las Fuerzas Armadas y los obliga a jurarle lealtad hasta por escrito. La deslegitimación de Maduro es hoy una realidad que no admite maquillajes. Él lo sabe. Y lo que más le preocupa es quiénes más en el seno de su régimen también lo saben aunque hoy le prodiguen sonrisas y aplausos. Bien sabe Maduro que con muchos pesados puede contar hasta que deje de poder contar.

Se preguntarán ustedes, ¿significa esto que Maduro está virtualmente caído o que tiene los días contados? En lo absoluto. Ahora es cuando le quedan cartas para jugar y fichas para apostar. Es de ilusos suponer que porque está débil y bajo amenaza está en sus días finales. Lo estaría si habláramos de un régimen democrático. Pero en autocracia los resortes normales se oxidan y no funcionan. Esto, amigos, tomará tiempo.

Aceptado eso, hablemos entonces del futuro inmediato, que el largo plazo lo tenemos más claro pero depende de que entendamos bien lo que pasa hoy, los asuntos que están en proceso y lo que nos toca promover.

Aporto para el debate lo que le escribí a un colega con quien suelo sumergirme en auténticas piscinas de pensamiento. Dice así: «Para lo que hizo Trump (un salto cuántico en las sanciones), la verdad la reacción de Maduro ha sido hasta ahora  tenue. Apenas, por ahora, la expulsión de dos funcionarios de la embajada con su consiguiente acto reciproco por parte de Washington. Por el momento no hará nada mayor, salvo declaraciones subidas de tono y algún reguero de insultos. Esperará las elecciones de Colombia (seguramente habrá segunda vuelta) y López Obrador de seguro le ha pedido que espere a que él sea presidente, prometiéndole que las cosas cambiarán. Con Europa se tomará tiempo. Y Europa también se tomará su tiempo. Mucha declaración de aquí para allá y de allá para acá. Pero acciones en concreto todavía no. Los europeos están lidiando con las consecuencias del lío de la suspensión del acuerdo con Irán y lo de Venezuela puede esperar. Total, en mi opinión la cosa se va a poner muy complicada en un par de meses, no antes. Las declaraciones de grupos como el G7 son palabras. Y mientras sean palabras, a Maduro le resbala. La posición de Rusia, China, Irán, India son aire para su asfixia. Maduro necesita tiempo para terminar de cuadrar con su socios. Para traerse el montón de chinos que sustituyan a los gringos, canadienses, españoles, etc que están en las petroleras, las mineras y otras empresas. Incluso para las empresas gringas que pueda decidir expropiar y crear un nuevo modelo donde comparta el paquete accionario con los aliados extranjeros. También necesita tiempo para terminar de concretar que lleguen las medicinas de India,  Irán y Turquía,  y triangulando con Cuba y Nicaragua y algunas de las islas caribeñas que le quedan como aliados. Y mientras tanto, internamente, moverá  algunas piezas de su gabinete,  liberará  magnánimamente a algunos presos políticos (los que no puedan estorbarle)  y en medio de una catarata diaria insultos insistirá en convocar al diálogo con el pueblo. Todo eso es distracción. Hay que tener en cuenta que en días apenas estaremos sumergidos en el pichaque de la reconversión monetaria y sintiendo la emoción de la Copa mundial. Dos grandes distractores. El Gatopardo, pues. El gobierno gana tiempo. En el medio de todo esto, no es casual el procedimiento de Conatel contra El Nacional y el lanzamiento de la campaña corporativa de Gorrín (estrenada el lunes 21M).  Los medios son como las aerolíneas, fuertes hasta que dejan de serlo. Creo que la estrategia con los medios no va a ser botar a los incómodos. Será disminuirles horas y ocupar más espacios con gente de ellos.

Si la oposición cae en el juego, si se distrae de su línea estratégica (mucho mejor planificada y ejecutada en la parte exterior que en la doméstica), se desmorona. O peor, va a aparecer totalmente confundida y extraviada, por ende, insatisfactoria a ojos de los espacios de poder y de los ciudadanos. Como se lo expresé a un importante líder, «cada vez es más fugitivo hablar bien de ustedes y tragarse las palabras cuando dicen tantas necedades. Lo ponen a uno en un brete». Si hay algo en lo que hay fallas tremebundas en la oposición es en la estrategia comunicacional. Es infecta. Los liderazgos son prisioneros de su Twitter.  Hay que resignificar la palabra Unidad. Darle un nuevo contenido. Nuevo propósito. Para entonces darle nueva agenda. Luchar adentro y afuera. Hay que también prepararse para el proceso revocatorio de los diputados, que será convocado tan pronto como le sea posible al madurismo. Por eso hay una tener respuesta clara para la pregunta que se harán los electores: ¿para qué me sirven a mí los diputados?»

Y horas más tarde le agregué: «contaban los juglares de los reinos que los bufones se peleaban a cuchillo por el puesto de ser el bufón de la corte de Enrique VIII, quien los iba escogiendo según su placer para luego descartarlos al menor desliz. Igual va a pasar con Bertucci y todos los que concurran a Miraflores a hacerle la reverencia a Maduro. La próxima semana será más bien tóxica. Chorrera de anuncios. De cambios en el gabinete que son cualquier cosa menos cambio. De anuncios rimbombantes de liberación de presos. De destituciones y coronaciones. Nuevos virreyes. Y de mesas de «diálogo con el pueblo». Algunos anuncios nos sonrojarán. Otros nos asquearán. La mayor parte nos dejarán impávidos. Todo para simular y disimular. El problema grave, si me permites, está en la oposición. Entre los agentes libres (que hacen su propio dibujo), los rebeldes y los estructuralistas la pelea es a muerte. Cunde la idiotez. Y la repartidera de culpas. Y el entierro del espejo. Y el llantén y el pobrecitismo. No falta quien dice que hay que sentarse con Maduro. El asunto de Kellog’s generó angustia entre las compañías con bandera de «stripes and stars». Nótese la declaración de VenAmCham. Serrano recomienda que se expropie empresas y se les dé a empresas de países amigos sustanciosos paquetes accionarios. China ya pidió a Kellog’s. Que ellos saben hacer hojuelas. Y además su Rice Krispis es magnífico. Nadie sabe de arroz como ellos. Turquía quiere tajada en turismo. Irán tiene la mirada puesta en  industrias de manufactura de bienes durables y semidurables. Putin quiere la minería y las armas. Y abundan los  enchufados haciéndole antesala al gobierno para clavar el diente en esos negocios. Ni gafos que fueran.  Los amiguetes se van a repartir el país.»

Todo el show es business. De allí que en los círculos nacionales e internacionales se diga que lo que pasa en Venezuela es puro show business.

Soy toda ojos y oídos para quienes quieran debatir.

soledadmorillobelloso@gmail.com

@solmorillob

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