El béisbol: Sueños y maltratos, de Mari Montes

El béisbol: Sueños y maltratos – Mari Montes

Desde hace tiempo existen vicios y malas prácticas en el entrenamiento de niños y jóvenes, y la crisis económica ha contribuido a empeorarlos. Son cada vez más los padres que ponen sus esperanzas de superación en el niño que juega béisbol, y no se detienen a pensar si las formas de entrenar son las adecuadas. Un video que se hizo viral en redes sobre un instructor “entrenando” a un jovencito, ha destapado lo que muchas veces esconde la severidad en las prácticas deportivas. Los padres deben estar pendientes de todo lo que pasa en las canchas, y conversar con sus hijos para que no se guarden ninguna situación que los haya hecho sentir mal. Ningún maltrato debe ser tolerado.

Publicado en: La Gran Aldea

Por: Mari Montes 

Días atrás fue difundido un video que muestra una “práctica” de un niño beisbolista, receptor, a quien un entrenador somete a un trato que, indiscutiblemente, es un maltrato. Comienza con el pelotero en el piso, y se escucha cuando el técnico le dice al jovencito “¡Ahora es que falta dolor, no llores, ahora es que te falta trabajo! El niño es obligado a avanzar en cuclillas, con todos los implementos de catcher, con las manos amarradas atrás. Es obvio que está agotado. El gran detalle es que se escucha una voz de mujer, que le dice “¡Dale papi, dale, anda!”, con cariño. Más tarde este señor que funge de preparador de béisbol, hizo otro video, en el cual presenta disculpas por lo que hizo, explica que no fue con mala intención, que tiene 30 años haciendo eso y que es primera vez que le dicen que esa no es la manera de preparar a un niño. Agrega que la madre del menor de edad, estaba ahí.

El recién retirado Francisco Cervelli, un catcher de 13 temporadas en las Grandes Ligas y con 18 años en el béisbol profesional, condenó esta manera de entrenar a un niño, cuando publicó el video en su cuenta de Instagram. Entre otras reflexiones escribió: “Este tipo de abuso, lo que puede hacer es que un niño pierda el amor por el beisbol o por cualquier cosa que esté haciendo”. Entre las respuestas, destaca la del lanzador de los Marlins, Pablo López, quien definió el “método” como un maltrato: “Esto no es pedagogía, no es béisbol, no es deporte, ni enseñanza, solo es maltrato”. En el hilo de comentarios, se leen historias de varios casos similares, que terminaron por provocar que el muchacho dejara el deporte, cansado de ser maltratado. Escribieron sus experiencias, padres y otros ya adultos, quienes lo vivieron en carne propia. Situaciones como esta no son nuevas, como admitió el protagonista del video que destapó el tema, él estuvo haciendo eso por 30 años y como él, lamentablemente, hay otros.

Les contaré mi experiencia como mamá de dos hijos que, de niños, jugaron béisbol menor en divisas pertenecientes a la Corporación Criollitos de Venezuela. El menor, Santiago, dejó de jugar cuando estaba en la categoría “Semillitas”. Un entrenador le lanzaba la pelota al cuerpo “para que le perdiera el miedo a la pelota”. Logró el efecto contrario, aunque le reclamamos y dejó de hacerlo, el niño nos pidió no regresar. Desde entonces comenzó en la música y hoy en día toca el Clarinete en el Miami Music Project.

“Los padres tomen consciencia de que el deporte debe tener, por supuesto educación y disciplina, pero sobre todo debe ser un placer, un gusto” Óscar Misle, Cecodap

Daniel, el mayor, aunque llegó hasta la categoría juvenil, pasó por un año muy difícil, en el cual fue maltratado física y verbalmente por entrenadores. Uno de ellos llegó al extremo de darle un golpe con su casco por la cabeza, y aunque también él llevaba casco, porque jugaba como receptor, la acción fue abusiva. “Lo que se dice aquí no sale de aquí”, les decía el mánager, y si había un reclamo, pues no jugaba.

Muchos niños no reportan estas situaciones por temor a que los “sienten”, eso de no darles tiempo de juego, aun si cumplen con sus prácticas y son disciplinados, es una de las maneras que tienen estos tipos para maltratar. Escribí sobre esa situación y otras que presencié como mamá, y recibí decenas de respuestas contándome vivencias similares. Como ocurrió con este video.

Un día, luego de varios juegos en los que solo lo metían al final o en los que se quedaba todo el tiempo en el banco, Daniel nos contó lo que sucedía. Tenía 12 años de edad. Mi querida amiga Mercedes Pulido de Briceño, quien fue Presidente de la Junta Ejecutiva de Unicef, y redactora del proyecto de Ley Sobre la Violencia Familiar, entre otras iniciativas parlamentarias para garantizar los derechos de los niños y adolescentes, nos asistió en la elaboración de las cartas enviadas a la directiva del equipo y de la liga a la que pertenecía, así como al presidente de la organización. Lejos de buscar corregir la situación, todo se puso peor, al punto de que la decisión fue acudir al Consejo de Protección al Menor del municipio de El Hatillo. Fue un día difícil, en esas audiencias, los padres no podemos intervenir, es el adolescente enfrentado a quienes lo agredieron. Estos negaron haber hecho lo que hicieron, pero en sus testimonios, uno de ellos llegó a decir que él trataba así a Daniel porque me escuchó “aplaudir una buena jugada de un niño de otro equipo”. El final de la historia es que la decisión fue darles un taller sobre la Lopnna (Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes) y Daniel se cambió a otro equipo donde le fue muy bien y se divirtió en cada práctica y en cada juego. Por eso no creo que sea justo generalizar y decir que ocurre con todas las divisas, pero como no debe suceder en ninguna, es preciso alzar la voz. Recuerdo que Daniel nos dijo al salir de la audiencia: “Ojalá sirva para que ningún niño pase por esto”.

Más o menos cuando los peloteros tienen 12 años de edad, comienza a ser notorio que, tanto para los entrenadores como para algunos padres, el juego deja de ser un juego para convertirse en una carrera a las Grandes Ligas. Entonces comienza un trato discriminatorio hacia los muchachos que ellos consideran, no tienen talento, porque ya comienzan los buscones a merodear por los parques de béisbol menor, y también hay padres que, digamos, dan regalos especiales a los técnicos, para que sus hijos siempre estén en la alineación, porque así los pueden ver. El resultado es perverso, muy lejos de la idea de los fundadores: José Del Vecchio, Luis “Mono” Zuloaga, Alfonso “Chico” Carrasquel, Herman Ettedgui y Miguel Sanabria, quienes siempre serán recordados como los promotores de uno de los mejores inventos surgidos de la sociedad civil venezolana, para llevar la práctica del béisbol a la mayor cantidad de niños y jóvenes, alejarlos de vicios, y que además aprendieran a ganar y a perder, trabajar en equipo, competir limpiamente, respetar la autoridad pero, sobre todo, que se divirtieran. El sueño era hacer mejores venezolanos, no convertirse en una fábrica de peloteros.

Aunque todos los que llegan a las Mayores pasaron por alguna de estas organizaciones de béisbol menor, es bueno recordar que de la inmensa cantidad de aspirantes a firmar, solo pocos lo logran y de esos, un número mucho menor termina en las Grandes Ligas y de esos, aún son menos los que se convierten en estrellas de contratos millonarios. Con el sueño de que el muchacho firme por un gran bono con una organización, les dan a los jóvenes sustancias prohibidas, sin pensar en el daño a la salud, y en los riesgos que corren por consumir esteroides u hormonas de crecimiento, para estar “más grandes” cuando los vean los scouts.

“Qué es lo que se busca con los niños, niñas y adolescentes cuando están en la cancha, si disfrutan, o si les produce estrés” Óscar Misle, Cecodap

En diciembre se supo del caso de Ezeel David Espinoza Arias, de 15 años de edad, a quien un técnico de la academia de béisbol donde se “preparaba” como prospecto, le suministró desparasitante para caballos. El joven estuvo grave y ahora está necesitando recursos para terminar su recuperación, luego de haber estado con la salud comprometida, gracias a la medicación de parte alguien que no está preparado para darle medicamentos a nadie. La madre del joven aseguró que fue sin su conocimiento.

Desde hace tiempo existen esos vicios y malas prácticas, y la crisis económica ha contribuido a empeorarlos y acentuarlos. Son cada vez más los padres que ponen sus esperanzas de superación en el niño que juega béisbol, y no se detienen a pensar en si eso es lo que quieren sus hijos, o si esas formas de entrenar son las adecuadas y saludables para un niño o adolescente en formación.

Óscar Misle, educador, orientador, terapeuta, quien por 36 años ha estado trabajando desde Cecodap (https://cecodap.org/) temas relacionados con los derechos de los niños, niñas y adolescentes, compartió esta reflexión, a propósito del video del niño catcher y otras formas de maltrato:

– Hay que reconocer que se está agrediendo al niño y que más que estimularlos o hacer que se enamoren del deporte, pueden huir y dejarlo. Los padres y los jóvenes deben saber a dónde acudir cuando están siendo víctimas de agresiones, de juicios, de ofensas con palabras. Hay que ver cuál es el camino a seguir, siempre preguntándonos qué es lo que se busca con los niños, niñas y adolescentes cuando están en la cancha, si disfrutan, o si les produce estrés. Hay que saber identificar si se está afectando psicológicamente al menor de edad. En nuestra experiencia en la disciplina con ese rigor que pasa la línea del maltrato, hemos tenido pocos casos, pero sabemos que es una realidad, y es compleja porque por un lado está el abuso de poder del entrenador que lo hace para lograr un objetivo, aunque eso pase por encima de la integridad del menor de edad, y por el otro, la familia que apoya que eso suceda. Hemos estado en encuentros y clubes donde hacen campamentos vacacionales donde está el deporte incluido, por quejas, precisamente, por parte de algún familiar, y nos hemos encontrado con la sorpresa, en la reunión con varias familias, que solo una cuarta parte de los asistentes han estado de acuerdo con que no se debería aplicar un entrenamiento con esas características, pero la mayoría apoyaba, argumentando que ellos fueron formados así, y justificaban de alguna manera esa actitud del entrenador que se excedió. Es un tema polémico porque cuando hay una denuncia frente a un consejo de protección, se dictan unas medidas para que se implementen estrategias acordes con el proceso evolutivo del niño, que las exigencias vayan acorde con su edad, pero eso no es lo común. Y te puedo hablar del béisbol y otros deportes, pero pasa también en la música, en las orquestas y otras disciplinas, es una práctica que va por encima de lo que el niño o la niña puedan sentir. Lo que hay que hacer es que los padres tomen consciencia de que el deporte debe tener, por supuesto educación y disciplina, pero sobre todo debe ser un placer, un gusto. Deben disfrutar el deporte como un medio para su crecimiento, no solamente físico, sino también emocional, ese es el deber ser. Detrás de eso está la frustración de muchos padres que no pudieron lograr convertirse el deportista que querían ser y lograr escalar como les hubiese gustado, y se proyectan en los hijos y entonces “el fin justifica los medios” y no importa el medio para logra el fin, que es convertirlo en una estrella. Es un tema complejo, más que otros temas de violencia, porque al fin y al cabo, si unos padres le pegan a sus hijos, en a Lopnna eso está establecido y está claro que es una falta, pero un entrenador que sobre exige a los muchachos, eso no está estipulado, entonces es una forma de enmascarar el maltrato que hay detrás de esa acción, porque hay un maltrato. Hay un trato que muchas veces es humillante para el niño y para el grupo. Un tema que deja mucha tela que cortar, mucho de qué hablar y mucho que sensibilizar, para que los padres y las familias, los centros educativos y deportivos, tomen consciencia de lo que implica y de la huella que puede dejar en ese niño esa experiencia frustrante, sentirse fracasados porque no pudieron cumplir con las exigencias de los adultos. De hecho, cuando hemos sido invitados a conversar o hacer un taller sobre el buen trato y la convivencia, en lo que empezamos a profundizar sobre la actitud que deben tener en el deporte los padres, no hemos sido invitados nuevamente. Lo mismo pasa con las orquestas infantiles, igualito, invitan una vez y luego temen que por hablar de los derechos, por exigir buen trato, eso se siente como que estás yendo en contra de lo que sería formar. Son las expectativas de los adultos por encima, como una aplanadora, de las esperanzas de los niños, que se sienta mal porque no puede hacer lo que esperan de él.

En decenas de casos los muchachos dejan el juego porque ya no se divierten, porque no divierte el maltrato. Unas veces son los entrenadores que no están preparados para tratar con niños y jóvenes, y en otras los padres que les exigen, tal vez sin haberles preguntado si querían jugar béisbol y después se los ve y oye, humillándoles delante de todos porque no dieron un batazo.

Como lo describió Óscar Misle, estas situaciones de maltrato ocurren en otros deportes y en otros ámbitos.

Por la experiencia que vivimos en mi familia, tenemos que estar pendientes de todo lo que pasa en las prácticas, y en los juegos, conversar con ellos para que no se guarden ninguna situación que los haya hecho sentir mal. Tratemos siempre de estar presentes, porque no siempre se cumple eso de que una madre “tiene todos los hijos del mundo”. Nadie va a cuidar a nuestros hijos mejor que sus padres.

Es preciso recordar que todos los adultos estamos en el deber de velar por la integridad de los niños, niñas y adolescentes, sean o no nuestros hijos o familiares. Todos estamos en el deber de intervenir ante la presencia de un maltrato y abuso a un menor de edad y acudir ante las autoridades a denunciar abusos y violaciones a la Lopnna. Ningún maltrato es tolerable.

Hay que saber cuáles son las instancias garantes de que se cumpla lo establecido en la ley. Los consejos de protección dependen directamente de los gobiernos municipales, y si existen denuncias, pueden dictar medidas de protección

Es importante que los niños, niñas y adolescentes conozcan los deberes que deben cumplir y los derechos que deben defender, para evitar abusos y maltratos.

Recordaré siempre las palabras de Mercedes Pulido cuando Daniel decidió acudir al Consejo de Protección: “Es importante que los niños sepan cumplir sus deberes, pero es importante que sepan también cuáles son sus derechos, y que están en el deber de defenderlos, eso los convierte en ciudadanos”.

 

 

 

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