Jaime Jarrín, el ecuatoriano que llegó a Cooperstown - Mari Montes

Jaime Jarrín, el ecuatoriano que llegó a Cooperstown – Mari Montes

Publicado en: Prodavinci

Por: Mari Montes

Cuando Jaime Jarrín llegó a Los Ángeles en 1955, los Dodgers y los Yankees jugaban la Serie Mundial, que se extendió al máximo de 7 desafíos y que terminaron ganando los de Brooklyn. Fue la recordada Serie en la que Jackie Robinson se robó el home, aunque Yogi Berra insistía en que tocó a Jackie antes de que tocara el plato.

Los Ángeles, con todos pendientes de las transmisiones, era una locura y Jaime un curioso. Periodista y locutor, recién llegado del Ecuador, donde no se jugaba el béisbol, jamás había visto siquiera cómo era una pelota. Se interesó en saber de qué se trataba el pasatiempo principal del país que lo había recibido.

Comenzamos nuestra conversación remontándonos a aquel tiempo:

“Cuando vine a este país nunca había visto un juego de béisbol, nunca había visto una pelota. Cuando llegué a LA en 1955, estaban jugando la Serie Mundial los Yankees y los Dodgers, y me di cuenta de que había muchísima gente pendiente, en los televisores y radios, de lo que ocurría en Nueva York. Pregunté qué era eso, me interesaba conocer ese deporte que atraía a miles. Los Dodgers estaban en Brooklyn en ese entonces. Empecé a ir a los juegos de los dos equipos Triple A que teníamos en Los Ángeles: los Hollywood Stars y Los Ángeles de los Ángeles, que jugaban en un parque llamado Wrigley Field, que era una copia del estadio de los Cubs”.

Así fue como aprendió, durante tres años, a familiarizarse con un juego que era desconocido para él. No sabía que ese interés sería tan determinante para su vida.

“Antes de ser cronista y narrador de béisbol, fui periodista, narrador de noticias. Empecé a los 15 años en Quito y a los 17 años fui locutor del Congreso Nacional del Ecuador.

Cuando llegué no pensaba entrar en el deporte, pero fui narrador de boxeo en el Olympic Auditorium de Los Ángeles, en 1958. Ese fue mi primer trabajo en deportes.

Yo nunca apliqué para el trabajo, nunca busqué el trabajo. Fue cuestión de estar en el momento y lugar precisos, a la hora precisa.

Era director de KWKW en Los Ángeles, cuando los Dodgers se mudaron a LA y la emisora firmó un contrato para transmitir los juegos en español. El propietario de la estación, el señor William Bithorn, convocó un día a todos los locutores a su oficina para decirnos que había acordado con los Dodgers. Informó que necesitaba dos cronistas, y mirándome, me dijo: “¡Yo quiero que tú seas uno de ellos!”.

A pesar de esa experiencia de haber visto béisbol Triple A, cuando el propietario de la emisora le hizo la oferta, Jaime respondió que no estaba listo para narrar béisbol, no sentía que estaba preparado para dar la mejor información.

“Yo era muy joven, tenía 23 años, él me dijo: ‘Jaime, te doy un año de plazo para que te prepares, porque hay un futuro muy grande para ti en el béisbol’. Ese año vi todos los juegos posibles, escuché las transmisiones de radio, leí algunos libros y todo lo que podía sobre béisbol. En 1959 empecé con René Cárdenas que era el número uno de la transmisión de los Dodgers en español”.

Desde entonces y aún en estos días de pandemia, don Jaime Jarrín lleva cada incidencia de lo que hacen los Dodgers.

“Empecé con los Dodgers en 1959, perdí el primer año de ellos en LA. Empecé en radio en 1955 aquí  y cuando empecé con los Dodgers creí que era cuestión de unos pocos años, 6-8 años y tal vez pasar a otra cosa. La televisión en español estaba naciendo, en 1963 el canal 34, el primer canal de habla hispana en los Estados Unidos, así que la televisión debía ser mi próximo paso, pero me enamoró el béisbol. Siempre he sido un hombre de radio. Son 68 años consecutivos, sin perder uno solo, frente a un micrófono y con los Dodgers la temporada número 62. He estado con ellos en las buenas y en las malas.”

Conversar con don Jaime, aunque suene a lugar común, es abrir un libro de béisbol, de los más fascinantes.

Con la sobriedad que es su sello, enumera los grandes nombres que llegan con facilidad a su memoria: Willie Mays, Mickey Mantle, Roberto Clemente, Juan Marichal, Bob Gibson, Orlando Cepeda, Luis Aparicio, Tom Seaver, Warren Spahn, Frank Robinson, Reggie Jackson, Ken Griffey Jr. Sandy Koufax, Don Drysdale, Don Sutton, Orel Hershiser, Fernando Valenzuela, Clayton Kershaw, Steve Garvey, Mike Piazza.

Cuenta  las estrellas como un astrónomo que no necesita telescopio:

“De todos los peloteros que he visto, el que más me ha impactado ha sido Roberto Clemente. Siempre fue muy amable conmigo. Cuando yo empezaba, había muy pocos hispanos en la Liga Nacional, en la Liga Americana había más. Era entonces difícil conseguir entrevistas en español para las antesalas a los juegos, Roberto Clemente sabía eso y era especialmente amable conmigo para esas entrevistas. Está entre mis favoritos”.

No tiene que pensar mucho para hablar de Willie Davies como su

jugador predilecto de los Dodgers: “Él fue un gran fildeador, un jardinero, nos hicimos buenos amigos”.

De todos estos años, le gusta resaltar el crecimiento de la participación de los jugadores hispanos en las Grandes Ligas y hace énfasis en los Venezolanos:

“Me gusta mucho ver cómo han llegado latinoamericanos, cómo ha aumentado la participación de los venezolanos. Verdaderas estrellas, antes era Dominicana y Puerto Rico, hace un buen tiempo hay figuras venezolanas como Andrés Galarraga, Omar Vizquel, Bob Abreu, Johan Santana, Miguel Cabrera, José Altuve, este joven Ronald Acuña Jr., Gleyber Torres, Wilson Contreras”.

Le gusta comentar sus selecciones entre las grandes figuras que ha descrito:

“El mejor zurdo que he visto es Sandy Koufax, el mejor derecho, aunque hay varios candidatos, es Juan Marichal. Tom Seaver también. Otro zurdo estelar fue Randy Johnson. He visto de verdad lo mejor del béisbol, en los últimos 61 años. Ha sido como ver en el fútbol soccer a Di Stefano, Pelé, Garrincha, Ronaldinho, Paolo Rossi, Rummenige, Puskas, Van Basten, Cristiano, Messi…

He visto la creación de las divisiones, la llegada del bateador designado, he notado el cambio en la personalidad de los peloteros. Creo que antes eran más sencillos.

Recuerdo que cuando empecé con los Dodgers, jugadores como Pee Wee Reese, Duke Snider, eran más accesibles, no tenían estos altos salarios que ha hecho a algunos más reservados. Antes, en el avión, compartíamos más con ellos, los veíamos jugar a las cartas, ahora eso no se ve bien.  Por eso son especiales los jugadores que, a pesar de estos cambios, son cercanos y fáciles de entrevistar”.

Valora muchísimo permitir que la audiencia, además de su impecable descripción de los detalles del juego, tenga la oportunidad de escuchar los sonidos del estadio. Hace pausas para dejar oír los batazos y el rumor del público:

Jaime Jarrín, el ecuatoriano que llegó a Cooperstown - Mari Montes
Jamie Jarrín y Vin Scully.
Cortesía: Prodavinci

“Desde que empecé me gustó mucho el estilo de Vin Scully y aunque no trato de imitarlo, he seguido su escuela.

Los Dodgers siempre juegan ante por lo menos 40 mil personas, es siempre motivador eso, es más fácil expresarse y esa es la suerte que tenemos quienes trabajamos con los Dodgers”.

Conversamos en una de las cabinas de transmisión del Marlins Park. En el pasillo hay una fotografía de Felo Ramírez, el legendario narrador cubano, fallecido en 2017.

“A Felo lo conocí en la Serie Mundial de 1976. Buck Canell me invitó a narrar un inning y a partir de ahí establecimos una amistad muy estrecha. Cuando venían a LA nos visitaban, mi esposa Blanca atendía a Fela. Cuando iba a dar su discurso en Cooperstown me pidió que hiciera de traductor, para mí fue un gran honor estar allí. Fue un cronista extraordinario y muy querido, no solo en Cuba, sino en todo el Caribe y en Venezuela donde también trabajó.

Cuando vengo a Miami, a este estadio, lo extraño mucho, la clase de persona que era y el respeto que inspiraba en todas partes. Creo que me lo voy en encontrar y me va a contar uno de sus chistes. Felo hablaba bajito, suavecito, pero cuando tenía un micrófono en frente, le salía una hermosa voz.”

Jaime Jarrín, el ecuatoriano que llegó a Cooperstown - Mari Montes
Vin Scully y Jaime Jarrín.
Cortesía: Prodavinci

Le pregunto por el secreto de su longevidad:

“Mi longevidad se debe a dos o tres cosas, la primera es que me encanta el béisbol. Ando enamorado del béisbol desde que lo aprendí aquí en los Estados Unidos, porque en el Ecuador no se juega béisbol y yo nunca había visto un juego de béisbol antes de llegar a los Estados Unidos.

El segundo motivo es el respaldo que tuve de mi esposa, de mi familia, siempre tuve el apoyo de ellos.

Tercero, trabajar en una organización que respeta a su comunidad, a la comunidad hispana en el Sur de California y eso me ha ligado a los Dodgers.”

Don Jaime enviudó en enero de 2019. Le gusta recordar a Blanca, su adorada esposa:

“Mi esposa atendió a mis tres hijos, mientras yo viajaba en primera clase en el avión de los Dodgers, ella manejaba una camioneta para llevarlos y buscarlos en el colegio, a un parque, un carrousel, montar a caballo, lo que fuese. Ella fue una campeona y cualquier mérito que yo tenga, se lo debo a ella.”

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Jaime Jarrín con Tom Lasorda en el Dodger Stadium. 23 de julio de 2020.
Cortesía: Prodavinci

Jaime Jarrín ha estado en 26 Series Mundiales, ha descrito 19 Juegos de Estrellas, ha narrado más de 10.200 mil juegos. Es miembro del Salón de la Fama de Cooperstown y ha recibido numerosos reconocimientos, en los Estados Unidos y en su natal Ecuador. Sobre él, hablamos con el destacado periodista deportivo Diego Arcos: “El elemento humano más importante como referente en mi profesión. Jarrín es realeza,  y saber que nació en mi territorio solo sirve como insumo de inspiración…Jaime está en un Olimpo especial para mí. Nació en un sector de Montañas, Cayambe, una zona maravillosa, con lagunas y paisajes únicos, pero nadie juega ahí. En la costa es distinto, es donde se juega y es venerado por todo lo alto, ha sido reconocido y homenajeado por las autoridades más importantes de estas ciudades. Junto a Pancho Segura (tenis), son los únicos ecuatorianos en algún salón de la fama de deporte alguno en el mundo.”

Para despedir a Jaime, le pido un consejo para las nuevas generaciones:

“En lo que sea que uno haga, hay que tener amor por lo que se está haciendo, hay que estar dispuestos a hacer sacrificios y a ser constantes. La constancia es la madre del éxito de una persona. Dios me bendijo con ese don: tengo más de 60 años con los Dodgers, estuve 51 años en una emisora de radio, fui vocero de Sears por 25 años, tengo 53 años viviendo en la misma casa, estuve más de 60 años casado con la misma esposa, si algo me gusta, ahí me quedo.

Le sugiero a quienes quieren estar en nuestra profesión, que vengan con la disposición de sacrificarse, de entregarse por completo, de respetar a la afición preparándose para cada transmisión.”

Jaime Jarrín es sin duda uno de los hispanos más brillantes, de los narradores más longevos de todo el béisbol, por eso llegó al Salón de la Fama de Cooperstown, donde solo están los mejores entre los mejores, él es uno de ellos y es un inmenso orgullo que sea uno de nosotros.

 

 

 

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